IV

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Y efectivamente, nos adentramos a un baño sumamente fino, limpio y lujoso, así como todo el hotel, me adentra en él cargándome, tomándome desprevenida y depositando mi cuerpo en una de las repisas del espacio. Saca algo de su bolsillo y me lo muestra, es un pequeño vibrador inalámbrico y un pequeño control.

—Te voy a introducir esto aquí- dice tocando la entrada de mi vagina y asiento.

Pasa sus manos por mis muslos, encendiéndome, deleitándome y vuelve a subir hasta llegar a mi entrada y ahí toca mi clítoris con uno de sus dedos e introduciéndolo suavemente, para posterior a esto, abrirle paso al pequeño objeto dentro de mi y encenderlo.

Uy.

–Cenemos—comenta de lo más natural, pero con su rostro serio.

–¿con esto dentro de mi?—pregunto en voz baja con los ojos bien abiertos ¿y si se sale?

–Si, con eso dentro de ti, sin poner objeciones. Y no, no se saldrá. Adelante. — Me quedo en silencio procesando que estaré con esto dentro mientras ceno y que, cabe destacar, aún siento sus pequeñas vibraciones dentro, me estremezco.

Me remuevo un poco incómoda al no ser capaz de contener los impulsos de cerrar mis piernas y que al hacerlo, me sienta excitada.

Me baja y caminando apretando fuertemente mis piernas salimos del baño para ir a cenar, allá nos colocan en una de las mesas centrales del lugar. Me siento y en automático aprieto las piernas al sentir una ola de sensaciones en mi bajo vientre. El maldito ha acelerado las vibraciones.

Ordenamos lo que deseamos y a la espera de ello, me propongo dialogar con el.

–¿Qué edad tienes?–curioseo.

Me observa fijamente, pero no dice palabra alguna, por lo que me retracto de haber hecho mi pregunta, por lo que veo no es un tipo hablador y precisamente no estoy aquí para ello.

–¿A qué se debe la curiosidad?

Despacio niego con la cabeza y me permito observar el lugar, todo es tan pulcro, organizado, elegante y bonito, ¿cuál es el problema con que sepa su edad? Simplemente quería sacar conversación, se que no debe ni tiene por qué responder pero al menos que tenga educación. Qué pedante.

El lugar aquí es amplio, de paredes blancas que le brindan mucha iluminación al lugar. Aunque ya no hay tantas personas por la hora que es, imagino que ya pasan sobre las once de la noche, lo que me hace no sentirme tan intranquila por tener el objeto dentro de mi.

–¿Qué edad tienes tú? –me quedó callada debatiendo en si yo debo decirle ya que él no me lo ha dicho a mi, pero antes de ponerle una negativa dice –Responde.

Vaya! Qué irónico, le pregunto algo y no me responde. Ah, pero pregunta él y debo responder. Vaya cosa.

Le miro porque su cuerpo impone autoridad y seguridad. Debe tener varios años más que yo ya que sus facciones se ven de una persona más madura, aunque no creo que sobrepase los 10 años más.

–19– le informo, queriendo preguntarle su edad nuevamente pero me abstengo. Él asiente sin decir o dar señales de mediar alguna otra palabra.

Me pregunto cuánto estará gastando en nuestro hospedaje aquí, debe ser un tío arrogante con mucho dinero y sin vida social como para permitirse lujo de pagarme el servicio de estar con el y de paso, pagar nuestro alojamiento y todo lo que lleva incluido consigo.

–¿Cómo te llamas?—la curiosidad pudo de mi así que le inquiero. Quisiera ponerle nombre a aquellos intensos ojos avellanas.

– Alek ¿y tu?—me examina, escudriña cada una de mis facciones sin ninguna expresión. Y soy consiente de que su mirada ha caído un par de veces en mi escote, miradas en las cuales a no ha intentado disimular en absoluto ninguna vez que ha estado mirando hacia allí.

Elevó una ceja – ¿Qué? ¿te gusta lo que ves? –pregunto con descaro y seguridad. Soy consciente de mis atributos y para qué negarlo, este tipo desprende una clase de atracción indescriptible, pero tampoco me voy a dejar amedrentar.

–Uhmm –comenta con simplicidad volviendo a examinar las partes de mi cuerpo que están a su vista, deteniéndose otra vez en mi escote y luego unos segundos más en mis labios; lo que me lleva a una siguiente pregunta: ¿a qué sabrán los suyos?

–No te contengas– comenta mirándome.

–¿qué?—pregunto, descolocada. .

Un camarero se acerca a nosotros y pide vino para los dos y ahí es cuando siento como el pequeño objeto que yace dentro de mi, que hasta ahora no había notado que ya no vibraba y del cual olvidaba su existencia, comienza a vibrar nuevamente, haciéndome sentir nuevas oleadas de placer. Observo a la persona delante de mi con ojos bien abiertos, queriendo apagar lo que siento encendido muy dentro en mi. Él mantiene una ceja elevada y con una expresión que no sé descifrar mientras que intento juntar un poco más mis piernas y hacer un poco de fricción con ellas en el punto que siento necesitado de atención.

Dios, ¿soy yo o hace calor aquí?

Entrelaza sus manos colocándolas debajo de su barbilla con los codos en la mesa y me da la misma mirada que me brindó horas atrás cuando nos vimos la primera vez.

–¿ocurre algo?–comenta con un fingido deje de inocencia, la cual no tiene para nada y yo me permito rodar los ojos.

–nada.—simplemente contesto. Sintiendo como todo mi cuerpo se calienta con cada oleada de placer que siento con las vibraciones del aparato.

Siento la velocidad bajar cuando llega nuestra cena a la mesa y luego cesa completamente, lo que me permite degustar de ella con tranquilidad. Durante el tiempo que pasamos aquí, se permite hacerme algunas preguntas, y le contesto haciéndole luego haciéndome alguna de las mismas, las cuales pocas responde o mejor dicho, ninguna.

Caminando hacia la habitación me pregunto si dormirá conmigo o tendrá una habitación a parte, preguntas que no permito que salgan de mi boca, pero que si mantengo en mi cabeza. Hace tiempo que no duermo con alguien más que no sea mi hija o Mike, por lo que dormir con él me pone un tanto nerviosa.

Abre la puerta con una tarjeta que no es la mía y me permite entrar primero. Intento retirar las zapatillas de mis pies en la entrada pero al levantarme, sin llegar a quitarme las zapatillas me llevo la sorpresa de que estaba mirando mi trasero, pero cuando voy a emitir algún comentario se lanza a mis labios, tal cual depredador a su presa y le correspondo.

me carga y toma por las piernas subiéndome encima de él y apoyándome contra la puerta de la estancia. Lo beso intentando seguirle el ritmo y me sorprendo cuando de manera imprevista saca el pequeño aparato de mi, para de pronto, introducir su miembro en cambio.

Jadeo.

No se cuando diablos desabrochó su pantalón o como lo hizo tan rápido, pero cuando comienza a moverse de manera rápida y estrepitosa dentro de mi me aferro fuertemente a su cuello mientras lo beso.

Sabe y huele exquisito.

En cada estocada escucho como la puerta suena detrás nuestro al momento que nuestras miradas se conectan, él acelera sus movimientos y yo cierro los ojos gimiendo por el placer que me embarga, llegando al éxtasis, mismo que tiempo después lo embarga también. Me deposita nuevamente en el suelo y siento mis piernas flaquear pero lo disimulo acomodando mi vestido que se había corrido hasta mis caderas exponiendo mis partes íntimas a su vista.

El amigo de un amigo (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora