CAPÍTULO 8

58 26 22
                                    

Cuando pensé que Ana diría lo que le estaba atormentando, de pronto se cortó la llamada. Primero pensé que eran problemas de la Wi-Fi. Intenté conectar con ella, pero no puede. Luego empecé a pensar que lo apagó a propósito, porque a pesar de los múltiples mensajes que le escribí esa noche y el día siguiente no me contestó.

Entonces, no entendía porque, ahora lo entiendo y os lo contaré e adelante.

La semana siguiente a aquella noche, me la pasé preguntándome que es lo que Ana me iba a contar, y esperando el regreso a clases. Fue una semana tranquila, pero extraña en mi nueva vida dramática. Fui al hospital con mi hermana varias veces, pero no volví a encontrar a aquel chico, al que había preguntado el nombre.

El siguiente acontecimiento destacable en mi vida, antes de volver al instituto fue que Ana me volvió a escribir. Fue un gran alivio para mí, porque no sabía realmente que le había hecho para que colgara.

Perdón por no escribirte, ha habido unos problemas con la conexión en mi casa.

Unos problemas durante 5 días y no había podido llamarme o utilizar los datos. En ese momento supe que me estaba mintiendo, pero no quise recriminárselo. Después de un rato decidiéndome por que responderle le escribí un:

No pasa nada.

Pero me entraron las dudas al ver que nuestra conversación no seguía por ningún lado. ¿Era que nuestra amistad se estaba acabando? Nunca antes habíamos tenido un silencio incomodo, aunque en esta ocasión fuera por WhatsApp. Tenía que hacer algo. Mi instinto me decía que si ahora no sacaba adelante la conversación, esta sería una de las ultimas que tendríamos.

Ana, ¿Qué me ibas a decir cuando se cortó la llamada?

Tardó unos minutos en responder.

Nada, solo que te echaba de menos...

Otra mentira. No se sí fue nuestra telepatía, o si fue los minutos que tardo en responder, pero yo sabía que era falso... No quería darle mas vueltas al tema por lo que le respondí con un emoji de corazón y un:

Yo tmb a ti.

Nuestra conversación acabó entonces y me dirigí hacia la cocina donde se encontraba mi hermana y mi madre a punto de salir hacia el hospital.

- ¿Hoy no vienes?- preguntó mi hermanita triste- Ven, que es muy aburrido sin ti y sin Teo.

¿Cómo que sin Teo? Si todavía le quedaban bastantes semanas de quimio pensé. Después le di un beso en la cabeza y me fui a mi habitación.

Finalmente era el día de regresar a "los abedules" las ganas que tenía eran... ninguna. Bueno pues la rutina de aquella mañana fue como la de la pasada. Ánimos de mi madre, desayuno, metro y de pronto, me encontraba de nuevo en el exterior de el instituto.

En lo primero que me fijé es que de nuevo había unos chicos detrás del seto. Los mismos del otro día, excepto porque en el grupito se encontraba Marcos. Su mirada era distante y no estaba riendo como el resto de sus compañeros.

Las chicas de siempre también estaban allí y pasaban mirando hacia todos los lados supongo que asegurándose de que no había ningún chico esperándolas.

Oí como una murmuraba—Por favor, que no se presenten los guarros del instituto público.

Quise avisarles de que estaban esperándolas tras aquel arbusto. Quise que mi capacidad de observación sirviese para algo. Lo estaba haciendo mis piernas se movían en dirección a las chicas y justo cuando los chicos salían para levantarles la falda, mi mirada se cruzó con la de él.

Marco frenó en seco aunque el resto de chicos no lo hicieron y les levantaron la falda igual. Yo estaba paralizada y para mi desgracia me tropecé estampándome con las chicas avergonzadas porque de nuevo les habían levantado la falda.

— ¡Cuidado nueva!—gritó una.

—Emm... yo... solo quería avisaros.—intenté de explicar.

Aunque aquellas chicas no les hacía ninguna gracia que los chicos les levantasen la falda, ya estaban acostumbradas y dirigieron su ira hacia mí. ¿por que? Pues aún no lo sé.

Después de unos cuantos gestos de desprecio hacia mi, se fueron y yo me quedé allí en medio sabiendo que probablemente eso me pasaría factura en mi papel como pringada. Cuando volví en mí miré hacia todos lados buscando a Marcos, pero ya se había ido.

Entre en clase recordando las escenas de aquel pasado lunes y me volví a sentar en una silla del fondo.

La nueva profesora, se centró en presentarse a ella misma y ni se dio cuenta de mi existencia, lo que para mí fue un alivio. Se llamaba Irene y su pasión por la enseñanza la llevaba a casi dar saltitos de emoción al entrar en la clase.

Sí una profesora recién salida de la universidad... Pobrecita que mal lo iba a pasar dando clase a primero de bachillerato. Lo único que esperaba de ella es que no se suicidase como el profesor anterior. Expectativas bajas ¿no?

Tras tres horas de viaje astral... perdón, de clase llegó la hora del descanso. Salí a uno de los patios y me senté en un rincón. Me empecé a fijar en todo el mundo a mi alrededor. Analicé todos sus movimientos y pensé en cuales serían sus historia. Me fijé en una chica de mi clase que a pesar de encontrarse en un grupo de amigos amplio y alegre, tenía una mirada ausente, incluso triste. Era la que había salido primero de la clase cuando el suicidio.

Volvímos a clase media hora después y la clase se reanudó. Bueno aquel día no había sido tan horrible al fin y al cabo. Parece que mi caída en frente de las chicas no había sido tema de conversación y no había recibido más miradas de asco. Para mi eso era un logro.

Al día siguiente volví a clase de nuevo con un poco de mejor cara. Me maquillé un poco y todo.

De nuevo me encontré con Irene nuestra profesora, al parecer aún tenía tantas ganas por enseñar como ayer aunque yo estaba segura de que a los pocos días ella también se cansaría de aquella clase. No es que fuese una clase mucho peor de lo normal. Simplemente eran adolescentes de 16 años con un continuo festival de hormonas.

Tras la clase de Irene, toco la hora de matemáticas y me entraron ganas de ir al baño. Si, no parece algo muy importante, pero en cierta manera, me cambiaría la vida. Tras superar mi enorme vergüenza y pedir permiso me levanté y me acerqué al aseo.

Al entrar escuché un sollozo, un llanto. Salía de el baño de al lado al que me metí. Justo cuando salí del baño, la chica de cabello ondulado en la que me fijé en el patio salió también. Y me ví con la obligación de preguntarle que le pasaba.

—Hola... oye... ¿estás bien?—pregunté un poco atemorizada
—¿necesitas algo?

—Pues no estoy bien... ¿no lo ves? ¿Cómo estarías tu en mi lugar?—Entonces levantó la cabeza y se dio cuenta de que era la nueva—Ah bueno... tu no sabes lo que me pasa, perdón por responderte así.

—No pasa nada—respondí y me dispuse a salir del baño, pero ella me interrumpió.

—El profesor que se tiró por la ventana... era mi padre.

¡Llegamos a las 500 leidas!
Siento no haberos dicho que le pasaba a Ana, pero lo sabréis más adelante...
Pero espero compersárolos con la historia de esta nueva chica, cuyo padre se suicido.
Decidme que q tal veis la historia y dejad vuestro voto si os gustó.
Los quiero❤️

Todo cambióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora