Parte única

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Si le preguntaran a Yamaguchi cuál era su lugar favorito en el mundo, sin duda respondería que el cuarto de Tsukishima. Conocía ese lugar desde niño y pasaba allí una gran parte de su tiempo.

Lo considera un espacio mágico, como si al ingresar fuera transportado a otra dimensión, una en la que es amigo de los dinosaurios, donde todo es color verde aqua gracias a las luces led y, al irse la luz, puede ver las estrellas con tan solo recostarse en la cama, mientras siente que el aromatizante de cítricos –que él mismo le regaló al más alto– se impregna en todo el lugar, dando la impresión de que hay árboles de limones y naranjas alrededor.

Seguramente a cualquiera le parecería un buen lugar para pasar el rato: limpio, perfumado y ordenado, con ciertos detalles personales. Pero eso no era lo mejor que se encontraba. Lo que más amaba Tadashi de ser transportado a ese mundo, era ver a un rubio más suelto, uno sin miedo de decir idioteces, reír, mimar, hacer el tonto jugando e incluso tener sus momentos melosos. Dentro de esas cuatro paredes el sarcástico y amargo Tsukishima Kei dejaba lugar a uno más dulce y auténtico.

En ese cuarto habían bailado canciones de k-pop –a pedido del pecoso–, habían tenido peleas con almohadones en forma de dinosaurios, grabado tik toks  sin sentido, sacado fotos con caras raras, peleado por juegos de mesa y demás.

Allí también habían estado abrazados toda la tarde mientras miraban Jurassic Park por quinta vez; habían llorado en la madrugada hasta secarse; comentado sus inseguridades, miedos y problemas; compartido besos, cariños en el cabello y mimos.

Porque ese era el lugar de ambos, donde Kei ablandaba su corazón, donde se dejaban ser y su amor fluía sin problemas, donde el "Yamaguchi, cállate" era respondido por un "cállame" y seguido por una sesión de besos por parte del de lentes. Donde intimaban de forma tan romántica que parecía una película cliché de amor. Donde el rubio se daba el tiempo de contar las pequitas en el cuerpo de su novio.

Ese cuarto, esas 4 paredes y ese ambiente tan precioso definitivamente iban a ser, para siempre, el lugar favorito de Yamaguchi Tadashi.

—Yams, apúrate, ya va a empezar la película.

—¡Perdón, Tsuki! Ya voy.

Fin•


S

i si, muy rancio todo, pidoperdon, pero se me ocurrió mientras se me fue la luz y ajá, pq no subirlo?

Tsukishima's room • TsukiYamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora