I must choose with my heart

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Nos encontrábamos en el aeropuerto, la señorita había dando la indicación de que debíamos abordar el avión quienes van a Mexico.

—Llegó el momento de despedirme— dije en un tono triste

—Te vamos a extrañar— hablo papá abrazándome— prométeme que te vas a cuidar y llámame siempre, necesito estar al pendiente de ti

—Lo haré papá, te voy a extrañar mucho— dije separándome de aquel abrazo, mire a Lauren y me sonrío

—Esperare con ansias el día que vuelvas hija— besa mi frente

—También esperare con ansias el día de volverte a ver Lauren— sonreí de lado

—Dejaremos que se despidan— habla papa tomando a Aidan de los hombros, ellos sabían que nos habíamos vuelto a ser unidos, nos quedamos solos y se lanzó a abrazarme, luego de unos segundos me soltó

—Se que no te iras para siempre, pero será triste ver la casa sin tu presencia— agacha la mirada

—Así descansarás un poco de mi— reí

—Jamás me cansaría de verte— me mira

—Estaré en contacto contigo  obviamente—

—Que te valla bien en tu vuelo pequeña— vuelve a abrazarme y besa mi frente

—Adios Aidan— dije para después mirara a papá y a Lauren, con mi mano hice una seña de adios y ambos sonrieron— te quiero—

—Y yo a ti te quiero—

Ambos sonreímos y tomé mi bolsa y comencé a alejarme poco a poco de ellos.

Papá me dijo que estaría haya casi un mes, estaba bien, quería pasar mucho más tiempo con mamá, aunque tampoco quería estar lejos de ellos.

En mi mente no dejaba de pensar en Ryan, si debía hablar con él o no molestarlo jamás, pero debía ser madura y aceptar que esté el o no, debía seguir adelante y que mis emociones y mi vida no dependa de alguien.

Estaba apunto de baja del avión, quería ya ver a mamá, moría de ganas por abrazarla. Al bajar de avión fui directo por mis maletas, las tomé y caminé hacia aquel lugar donde mamá me esperaría.

Y la vi ahí, mi bella madre, ella era muy linda, era muy alta, piel bronceada, su cabello naturalmente era café oscuro, pero ahora lo llevaba rubio oscuro, la hacía resaltar más su color de piel, ojos cafés y sonrisa espectacular, mamá era más que bella, alado de ella su enamorado, David Castañeda, no conozco mucho de la historia de cómo se conocieron, pero conozco mucho de él, trataba a mamá como una Reyna, como ella claramente se lo merecía.

Me acerqué a ellos casi corriendo, me hundí en los brazos de mamá y ella no pudo soportarlo y comenzó a llorar de felicidad al igual que yo.

—Mi niña, pero que grande estás— se aleja de mi abrazo y limpia sus lágrimas— te extrañe tanto

—Yo igual te extrañe a tu mamá, moría de ganas por volverte a ver— sonreí mientras lágrimas corrían por mi mejilla, giré mi mirada a David

—Hola pequeña— me abraza

—David, qué gusto verte— hablé alegre, me aleje del abrazo y mire la pequeña panza de mamá— mami, tu panza, ya está grande— la acaricié con mis manos

—Si, ah estado creciendo bastante— pone su mano en mi mejilla

David opinó que era mejor irnos para que pudiera descansar y así lo hicimos, nos fuimos rumbo a mi casa donde crecí hasta mis 8 años, era una casa pequeña de tres habitaciones, era muy linda, tenía un patio enorme con mucha naturaleza, ya saben que amo estar al aire libre.

Los Gemelos Gallagher.  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora