Capítulo 20.

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Seung Min estaba arrodillado en una esquina del pasillo principal tras otro agotador día escolar, acomodando silenciosamente sus pertenencias en el interior de su mochila, sin molestar a nadie. Sin embargo, cuando terminó, se levantó con tanta prisa que terminó chocando accidentalmente contra un joven de piel pálida, estatura de 173 centímetros, mirada cansada y ondulado cabello de una tonalidad rojiza muy intensa.

El impacto provocó que los anteojos de Seung Min cayeran al suelo y que el chico pelirrojo por poco perdiera el equilibrio. Afortunadamente nadie se hizo daño, pero el más alto no sabía qué hacer por lo avergonzado que se sentía.

—¡Oh, no! ¡Discúlpame! —Dijo de inmediato—. ¿Te encuentras bien?

—S-sí, yo...

Apenas iba a responder cuando otra voz, enojada y fuerte, se escuchó junto a ellos:

—¡Oye, ¿cuál es tu problema?!

Antes de poder siquiera abrir la boca para decir algo, el pelinegro sintió un fuerte y poco amistoso empujón en su hombro.

—¡Déjalo, hyung! ¡No me pasó nada! —Aseguró el pelirrojo.

—Lo siento —dijo Seung Min—, n-no estaba prestando atención y...

A pesar de que no tenía sus anteojos puestos, era capaz de distinguir delante suyo a un chico sólo un poco más alto que él, con corto cabello oscuro y mirada bastante seria, incluso intimidante. No lo conocía, pero era seguro que lo había asustado.

—¿Acaso eres tonto? ¡Pudiste haber lastimado a alguien!

—Lo... siento... —Logró murmurar Seung Min nuevamente, sin poder ocultar su temor—. No era mi intención...

—¿Te crees la gran cosa? —El más alto se agachó para recoger los lentes ajenos y, con furia, los rompió delante de Seung Min sin remordimiento alguno.

—¡Hyung! ¡Detente, por favor! —El pelirrojo casi suplicó—. ¡Estás yendo demasiado lejos! Te dije que no me pasó nada, sólo fue un accidente...

—Sé quién eres... ¿Tienes una idea de cuál es el problema con las personas como tú, Kim Seung Pobre? —Soltó con desprecio el contrario, sin querer detenerse a escuchar lo que le decía su amigo—. La más mínima atención que reciban se les sube a la cabeza y después no pueden regresar a la realidad. ¡Pero entiéndeme cuando digo esto! ¡No eres como nosotros! ¡No deberías estar en esta escuela!

Arrojó los anteojos –ahora rotos– al suelo y sujetó la muñeca del pelirrojo para alejarse de ahí, dejando solo a un Seung Min temblando y con lo que parecía ser un ataque de pánico.

No podía moverse. Todo a su alrededor daba vueltas y, por más que intentaba reconocer las cosas, no podía. Cayó de rodillas al suelo, sosteniendo después con cuidado las piezas de sus anteojos y sintiendo un nudo en su garganta. Quería soltar un grito de desesperación ahí mismo y liberar todos sus sentimientos en forma de lágrimas...

—¡Seung Min! —Alcanzó a escuchar que alguien estaba buscándolo.

Lo curioso era que aquella voz le resultaba tan conocida, y aun así, no podía terminar de relacionarla a ningún nombre.

—¿Quién...?

—¡Seung Min! ¿Puedes escucharme?

De pronto un par de brazos cálidos lo estaban abrazando, protegiendo su cuerpo mientras suaves caricias en su cabello intentaban transmitirle calma. Sólo hasta ese momento pudo reconocer finalmente al dueño de la voz.

—Hyun Jin... —Susurró.

—Todo está bien, Seung Min.

—M-mis anteojos... están rotos... —Sollozó—. Lo siento tanto... Yo no quería...

Lo suficientemente bueno [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora