La suave luz de la luna iluminaba con una peculiar majestuosidad la piel lechosa de Charles; el aire hacia que el vestido blanco semi-transparente se le pegara aún más al cuerpo y por más que trataba de darse calor con sus manos simplemente no lo lograba. Él soltó un suspiro mirando en todas direcciones, su pueblo estaba casi desierto a esas horas pero Xavier seguía firme como un roble.
Si tuviera que admitir, en un inicio se había negado a ser la ofrenda para ese "monstruo" que acosaba a su pueblo y gente todas las noches, pero su padre el rey Brian le dijo que era su obligación como miembro de la familia real ayudar y servir a todo aquel que lo necesitase; así que una noche como esas pero hacía tres años -cuando tenía 17- él se había parado junto a la fuente, a la espera de aquella temible criatura, creía que una enorme bestia se lo comería y dejaría a penas si las ropas, pero las cosas no ocurrieron como todos lo esperaban.
Lejos de hacerle daño, lo único que se limitó a hacer fue a tocarlo, primero lentamente para después subir la intensidad de sus caricias que al pasar de la noche terminaron en una masturbación hacia el pene erecto de Charles, quien lejos de oponer resistencia había abierto sus piernas, dejando que la lengua de aquel ser empezara a hacer de las suyas, aunque no sabía con certeza si eso se había debido al calor del momento o porque el ser era realmente atractivo e incluso un poco cariñoso.
Los gemidos de Charles se habían escuchado por toda la cueva donde el ser la había llevado, el sudor perlaba su frente y la palabra "Magneto" no había dejado de salir de los labios del bello príncipe, quien al salir el sol no quería separarse de ese "hombre". Pero la criatura sin pensarlo dos veces le regreso al pueblo, aunque estos en un inicio le recibieron con recelo, pero al pasar los días se dieron cuenta que la sed de sangre por parte del ser se habían detenido. La gente vitoreó y coreó el nombre de Charles por todo el reino, las personas celebraban está pequeña victoria que con el pasar de los meses habían decidido adoptar como tradición.
Aunque para sorpresa del principe su padre no se opuso, al contrario accedió de buena gana a qué su hijo, su heredero se revolcara con ese ser para mantener su furia apagada.
Por ello Charles se encontraba de nuevo a la espera de su preciada bestia. Sus manos y todo su cuerpo estaban ansiosos por ser tocados de nuevo.
—Charles— La voz profunda de aquella bestia se hizo sonar cerca suyo, su piel se erizó y de sus labios salió un suspiro.
—Magneto—a pasos lentos comenzó a alejarse del centro del pueblo para adentrarse a las orillas del bosque—tardaste demasiado hoy—Charles formó un puchero con sus labios antes de enredad sus manos en aquellos hombros anchos y bien formados de su amante.
A primera vista podría parecer un apuesto hombre con aquellos rasgos duros y que gritaban peligro, pero si observabas de cerca podías notar que el color de piel era demasiado pálido como para ser humano, además de que sus piernas terminaban en pesuñas y sus uñas en unas garras que podían ser letales si se lo proponía.
—Lo lamento, estaba preparándome— murmuró observando como Charles se acercaba sus labios, depositando primero un beso en su mejilla para después ladear la cabeza con mucho cuidado rozando la piel expuesta de Magneto, quien respiró profundamente antes de gruñir.
—No sabes cuanto te necesito.
La bestia no necesitó de más palabras para saber a lo que su pequeño príncipe se refería.
—Vámonos— musitó con una sonrisa en su rostro, tomándolo entre sus brazos para comenzar a correr entre la vegetación y no se detuvo hasta llegar a la cueva que servia de hogar. Con suma delicadeza dejó a su hombre encima de las pieles de animales.
Sonrió de nueva cuenta contemplando al bello ser de ojos azules que estaba esperándole con una singular alegría plasmada en esos labios tan rojos como las fresas.
—¿Realmente deseas esto?— preguntó en un leve susurro—Yo cometí un error al tocarte antes sin tu permiso, pero ahora quiero hacer las cosas bien, quiero que te sientas cómodo... yo no soy normal y tu eres un ángel... uno al cual muero por hacer pecar.
—Si antes me deje tocar fue porque también lo quería... sentía curiosidad, pero después descubrí que en verdad lo deseaba.
Ante esto Magneto desvío la mirada avergonzado.
—¿Sabes? La primera vez que te vi, no fue cuando te ofrecieron como sacrificio. Yo te llevaba vigilando desde que tenías quince años, eras demasiado bonito como para ser real, así que decidí verte cada que podía y aunque sentía la necesidad de tocarte y besarte sabía que eso estaba mal, así que decidí alejarme... pero tal parece que el destino sabía que eras para mi.
El silencio reinó durante algunos segundos.
—Todo sería perfecto si pudieras casarte conmigo.
Magneto se quedó quieto unos segundos antes de soltar el aire que estaba conteniendo.
—Sería un honor ser tu esposo... aunque presiento que tendremos varios problemas.
Él se encogió de hombros restándole importancia—Por ahora no te preocupes ¿si? Todo va a estar bien entre nosotros.
Magneto le sonrió y Charles le regresó el gesto uniendo sus labios en un tierno beso, pasando sus manos por la espalda del monstruo, quien respondió aquella acción con bastante gusto, dejando que sus dedos tocaran el pecho del príncipe. Sus roces eran leves pero con ello bastaba para que Charles se sintiera en el paraíso. Con lentitud abrió sus piernas, dejando que la mano libre de Magneto se colara por su vestido tocando su intimidad, el cual ya estaba bastante lubricado.
—No mentías con eso de necesitarme— se burló antes de posicionar sus labios en el cuello de Charles y dejar que sus dedos exploraran libremente el pene de su amante, aparentando y acariciando todo el falo a veces con amor, a veces con algo de deseo. Sus dedos eran mágicos, tocaban y se movían por encima de sus testículos para finalmente llegar hasta la punta del erecto miembro, al cual empezó a sobar con lentitud, haciendo que Charles jadeara por la sorpresa inicial.
Y si bien, el príncipe estaba algo nervioso porque sabía que un mal movimiento de Magneto con sus uñas podría lastimarlo, no le importó que este subiera de intensidad sus caricias.
Charles movió su mano para bajar al miembro de Magneto, quien gruñó en respuesta ante su tacto, aunque no se quejó, sino que se movió para permitirle más libertad de movimiento a su hombre. Él frunció el ceño al sentir la piel de aquel ser, era una sensación extraña entre sus dedos pero aún así movió su mano con lentitud aunque con algo de timidez.
Magneto se detuvo para sacar la mano de Charles.
—¿Hice algo mal?
—Todo lo contrario, ángel—musitó tomando las manos de su príncipe para colocarlas por encima de su cabeza, después puso sus piernas a ambos lados del cuerpo de Charles, subiendo el vestido lentamente—No puedo estar más sin ti— susurro bajando sus pantalones.
Él se quedó quieto, sintiendo como el pene de Magneto se colocaba entre sus nalgas, Charles soltó un jadeo de sorpresa y nerviosismo, al tiempo que el ser gruñía debido a que la entrada del príncipe aún no estaba del todo dilatada, haciendo que apretara miembro, produciendo un placer infinito en ambos.
Los dos se quedaron quietos, dejando que ambos se acostumbraran a aquellas nuevas sensaciones.
—Todo va a salir bien, ángel.
Charles asintió—Lo sé. Confio en ti.
Ambos sabían que aquella unión iba más allá del contacto físico, así que decidieron cerrar aquel acto con un beso que decía todo lo que las palabras no podían.