Baby, please don't leave me

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Un omega rubio entró a la habitación de hospital cautelosamente, sus ojitos se mantenían llorosos y sus manitas temblaban por las secuelas del llanto que aún atacaban su cuerpecito. 

—Hola, mi jeonggukie — Su suave y entristecida voz retumbó en el lugar, creando eco en la silenciosa habitación en la que solamente persistía el sonido del monitor de signos vitales. 

Jimin se acercó hasta la camilla donde su esposo se mantenía postrado, comenzó a acariciarle delicadamente su largo cabello, comenzando a sollozar al observar su delgado y demacrado rostro.

—T-tu cabello ha crecido tanto mi ggukie, me recuerda tanto a la época en la que nos conocimos. —Un doloroso sollozo se escapó de sus belfos al recordar aquellas fechas.

—R-recuerdo tu look de chico malo a la perfección; con tus chaquetas de cuero y perforaciones te veías como todo un rompecorazones, p-pero en realidad tu eras el chico más dulce de toda la universidad. Tu siempre fuiste tan bueno conmigo y-y... yo, n-no sabes lo mucho que te extraño mi amor —Jimin rompió en un llanto desgarrador, tomando entre sus pequeñas manitas la mano derecha de su alfa, soltando todo su dolor en forma de espesas y calientes lágrimas.

Su esposo llevaba más de un año postrado en esa camilla, había caído en un coma luego de haber sufrido un desastroso accidente de auto en una noche lluviosa.

La esperanza que despertara de ese coma era muy baja. Al principio, los doctores habían dicho que no duraría más de cuatro meses, pero, un año y seis meses después, jeongguk seguía sin dar señales de despertar.

El pequeño omega trataba de calmar sus sollozos, ahora, acurrucado suavemente en el pecho de su amado, acariciando sus pectorales con la mayor delicadeza del mundo.

El respirar de su alfa era lo único que aún le daba esperanza, sentir como su pecho subía y bajaba bajo su mejilla le daba un sentimiento de falsa seguridad.

También, que el vínculo entre ellos que se mantenía, simplemente como una corriente eléctrica entre ambos que le decían a jimin que su esposo seguía vivo, aunque ningún pensamiento o emoción podía ser transmitido por este.

— Nuestros hijos han crecido tanto, mi ggukie. Nuestro soobin ya ha comenzado la primaria, y la pequeña yuna comienza clases el otro mes. Todos en casa te extrañamos muchísimo amor, miri sigue esperando por ti todos los días frente a la puerta. —Jimin relató acerca de sus bellos hijos, con su voz frágil y ronca de tanto llorar, al fin un poco de calma llegaba su ser al estar cerca de su alfa y al poder sentir su calmante olor a café.

Su hijo mayor tenía siete años, un bello niño de cabello azabache y hoyuelos simpáticos, y una nena de tres, con ojos tan grandes e hipnotizantes como los de su papá jeongguk.

Los niños eran dos bolitas desastrosas de amor y ternura, quienes iluminaban los oscuros días de jimin. Ambos nenes extrañaban a su padre alfa tanto como su padre omega, ninguno lograba comprender del todo porque su papi dormía tanto, pero ellos tampoco perdían la esperanza de que despertara.

— Yo también te extraño mucho mi conejito, extraño tus sonrisas, tus voz, tus caricias, tus besos. Me haces demasiada falta — Su voz volvió a quebrarse, nuevas lágrimas salieron de sus ojitos, mojando la bata de hospital de su esposo.

Su llanto fluyó con menos intensidad esta vez, solo el escuchando los latidos pausados retumbar en el pecho de jeongguk.

Luego de un rato sollozando, se levantó del pecho de su esposo, observando su rostro y acariciando su cabello de nuevo. Sus llorosos e hinchados ojitos se pasearon por el delgado rostro del alfa, bajando su manita hasta su mejilla y acariciando ahí.

Stay with me - Kookmin omegaverse one shot  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora