Sus dorados cabellos se mecían casi al mismo son de la pieza que estaba tocando con cierta sutileza, sus manos se movían con una agilidad y velocidad indescriptible, casi como si se tratara de solo el fantasma de sus manos el que continuaba la melodía.
Para el de ojos color ámbar con leves toques de café, era la melodía más hermosa que había escuchado, sentía algo de nostalgia en ella, pero a la vez se notaba como si la persona que la toca estuviera sufriendo, pero, exactamente ¿Cuál es el motivo del sufrimiento de aquel rubio?
Aquella persona se veía tan pequeña e indefensa al estar sumido en su mundo, emanaba un aura de tranquilidad, una tan perfecta que sentía perderse en ella, pero esa paz momentánea acabo. El tiempo pasó demasiado rápido y era hora de retirarse, no podía quedarse eternamente escuchando al rubio, tenía que ser rápido y escaparse con agilidad, no quería que el pequeño se diera cuenta de que alguien estuvo husmeando mientras toca, así tal vez, pueda volver al dia siguiente, tal vez el seguiría ahí, tocando melodías perfectas.
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Día siguiente, misma hora, el rubio estaba ahí, pero esta vez apenas se estaba preparando para iniciar, se veía más concentrado que el día anterior, como si su melodía todavía no estuviera perfecta, como si le faltara algo, pero para Xiao, aquella dulce armonía era inigualable.
Pasaron cinco minutos exactos de silencio. Xiao entro en panico, el rubio volteo por unos segundos hacia la puerta en la que se encontraba ubicado, tuvo que esconderse rápidamente para no ser encontrado, esperaba y rezaba no ser encontrado, aquel ser de cabellos largos le daba la paz que necesitaba, y, aunque sea egoísta, él quería seguir sintiendo eso. Pasaron unos segundos y se comenzaron a escuchar pasos, era todo muy silencioso y tranquilo, hasta que el rechinar de la puerta apagó el silencio, el rubio había cerrado la puerta.
El de hebras azabaches se encontraba algo decepcionado, ya no podía escuchar con claridad la melodía del más bajo, pero al menos no lo había descubierto, podría seguir yendo a escondidas.
Después de otros momentos de silencio se comenzó a escuchar el piano, era la misma tonada del dia anterior, pero había una diferencia, el de cabello dorado comenzó a cantar, si Xiao tuviera que explicarlo, diría que era una voz dulce y suave, sentía una inmensa nostalgia al prestar atención a la letra, era como si él ya la conociera y estuviera luchando por continuarla. La canción seguía sonando, y con ello, le llegaron unas inmensas ganas de llorar, sentía que le faltaba algo, como si él tuviera que estar en el lugar de aquel rubio, acompañándolo en su dolor, quería entrar ahí y abrazarlo.
La pieza se detuvo abruptamente, y reino nuevamente el silencio, un ligero sollozo fue liberado por el de hebras doradas, Xiao quería ir a ayudarlo pero él se encontraba en las mismas condiciones. Se encontraba tan perdido en su mundo que no se dio cuenta en el momento en que la puerta fue abierta de manera algo brusca. En el momento en que sus ojos conectaron ambos sintieron desmayarse, un dolor punzante en la cabeza les llegó junto con una avalancha de recuerdos, como si estos fueran pantallazos, para luego, desaparecer.
