POBRES ÁNGELES

MARTINU

(UN AÑO DESPUÉS)

El gran sacerdote observaba a sus dos hijos atentamente ignorando por completo a su hermana la cual miraba disimuladamente a su hermano pues había algo en todo eso que la confundida mucho pues después de que la princesa saliera de su castigo de verdad le sorprendió mucho ver como su hermano les hablaba, como si ellos pudieran comprender todo lo que él decía a detalle pero si lo pensaba un poco mejor esos niños no eran normales, eso le quedo muy claro en la fiesta de presentación de Awano. Por lo general los ángeles manifestaban su ki a cierta edad y en menores cantidades no en fuertes ondas sonoras destructoras como lo había hecho Cus. Además ella podía notar fácilmente un comportamiento anormal en esos niños, con tan solo unos meses de edad Awano tenía la actitud de un joven adulto y Cus aunque era más infantil que su hermano a veces llegaba a demostrar un cierto grado de madurez, simplemente esos niños no eran como nada que hubiera visto antes.

El Daishinkan bien sabía de la anormalidad de sus hijos pero poco o nada podría importarle después de todo él era igual cuando era pequeño por lo que él sabía perfectamente cómo tratarlos aunque claro siempre se permitía mimarlos como los niños que eran a sus ojos. A el lo que verdaderamente le impresionaba era lo rapido que estaban avanzando en su relación como hermanos pues incluso a él le había costado mucho socializar con sus hermanos cuando los conoció pero eso mas lo asociaba a que no creció con ellos toda su vida como lo harían ellos

-están creciendo muy rápido -comentó Esmeralda viendo como Cus trataba de instruir a Awano para que caminara

-claro después de todo yo tambien creci rapido -hablo mirando atento él como Cus tomaba a su hermano de las manos para que caminara de poco en poco

-este crecimiento es anormal -soltó sin meditarlo mucho- Cus debería estar jugando con sus juguetes y Awano deberia estar durmiendo -se cruzó de brazos sabiendo que ella tenía razón- lo que está haciendo ella ahora deberías estar haciéndolo tú

-lo se pero ¿no cree que sería cruel privarle el enseñarle a su hermano algo que ella ya domina? -pregunto bastante satisfecho con la pequeña clase de Cus hacia su hermano- ya saben lo que dicen, a veces se aprende mas enseñando -soltó un pequeño suspiro- además este crecimiento es muy normal a mi parecer después de todo al menos yo me desarrolle mentalmente más rápido que ustedes, no debería ser una sorpresa que mis hijos también tengan una capacidad mental parecida a la mía o a la de su madre -explicó brevemente desviando la mirada pensando en algo más que el asunto que su hermana queria tratar con el

-¿Qué tan cierto es eso? -comenzó a cuestionarlo pues comenzaba a pensar mejor lo extraña que era esa situación

-muy cierto y no tengo tiempo para sus extrañas preguntas -desvió su mirada hacia su hermana mayor- escúcheme bien por favor, debo ir al universo 12 por asuntos de trabajo así que no volveré hasta dentro de unos cuantos meses ¿puedo confiar en que no los meterá a un laboratorio en mi ausencia? -pregunto mostrándose muy serio

Esmeralda solo suspiro, sabía que su hermano ocultaba algo respecto a sus hijos pero nada logra si lo ponía alerta sobre sus sospechas

-no te preocupes, unos niños no son nada comparado a cuidar un universo -contestó mostrándose igual de seria que su hermano

El sacerdote no dijo nada más solo soltó un suspiro y pacíficamente se fue de la habitación. Debía ir a elegir un disfraz, no quería que los dioses o los mortales se percataran de su presencia pues podrían retrasar su búsqueda por mucho más tiempo del que tenía contemplado. Una vez elegido el disfraz hizo crecer su cabello hasta los hombros, se arregló la ropa que utilizaria, se colocó unos anteojos e hizo desaparecer su aureola, cualquiera que lo viera pensaría que era un ciudadano común y corriente. Se miró al espejo esperando no se viera mal con tanta ropa informal encima pero al verse se sintió bastante satisfecho con el resultado aunque le molestaba el detalle de su cuello descubierto, jamás le gusto mostrar su cuello en especial por unas marcas de nacimiento que tenía cerca de esa zona que ahora eran visibles. sintiéndose incómodo con ese detalle hizo aparecer una bufanda roja la cual se la colocó en el cuello de una forma elegante y cuidadosa