KeonHee y SeoHo se habían olvidado completamente de sus principales labores, ya que ambos se encontraban en la plaza central del pueblo, que le adornaba una fuente de agua, teniendo varios sitios en donde sentarse y la naturaleza dominaba el lugar.
A su alrededor había varios negocios, de helados, telas, librerías y aquella floristería (a la cual antes había ido uno de los personajes del par).Gracias a la temporada, había muchísimas flores a su alredor, creando que el lugar sea el más bello de todo el pueblo.
De la misma forma en que su plática era demasiado cómoda. Por lo tanto, se olvidaban de todas sus preocupaciones y se expresaban libremente uno hacia el otro. Les gustaba eliminar mentalmente a las demás personas de su alredor, ya que les estorbaban, con ello no lograrían ver al contrario.Mientras que, por otra parte, un pelinegro se encontraba en un mercado, en donde llenaba su bolso de algunas legumbres, verduras y frutas. Sin pagar por ninguno, era demasiado sigiloso y ese era su verdadero trabajo.
Al terminar su despensa, tomó asiento, fuera de unas casas en donde tomó una manzana verde de su bolso y le dio una enorme mordida. El sonido de su crujir había sonado demasiado satisfactorio.
HwanWoong si tan solo supieras que fui yo aquella persona con la cual jugaste una vez en tu infancia. Desde ahí comenzó a crecer algo en mi corazón hacia ti.
Pensaba mientras consumía su fruto saludable.El pobre GeonHak había tenido una mala vida, quedó huérfano a su corta edad, el hombre que lo había adoptado también murió, por lo que tuvo que luchar en la salvaje vida, en donde triunfaba el ganador, aquel quien lograba sobrevivir un día tras otro.
Hasta que un día, su mundo de preocupaciones se calmó, cuando conoció un lindo conejito tímido blanco oculto dentro de la caballeriza.
Estaba decidido en guardarle el secreto, y así siguió toda su vida. Viviendo secretamente enamorado de aquel lindo conejito.Debí de haberte protegido y estar a tu lado desde hace mucho. Haría que esa mujer gruñona saliera de tu vida ¡Pero no! Tuve que quedarme aquí en esta sucia y asquerosa tierra. ¡Volver al reino antherio es complicado para mi!. Ahora desapareciste y no te encuentro ¡Agh! ¡Yo debí desaparecer no tu!
Comenzaba a tener pensamientos eufóricos, enojandose consigo mismo, por lo cual lanzó lejos aquel corazón de la manzana que anteriormente se había consumido.Pero al hacerlo, aquel pedazo le cayó a una persona que iba pasando a su alrededor.
Leedo por estar molesto, no se disculpó. Sobre todo al ver a quien había golpeando.Era ese joven de familia rica, que se la pasaba presumiendo su dinero, y sobre todo su linda vida, (a comparada a la de aquel que había sufrido mucho).
-¡Leedo! ¿Otra vez tu cruzándote por mi camino?
-Eso debería decirte yo a ti, Son DongJu.-Dicho aquello, ambos caminaron hacia el otro, quedando frente a frente mirándose de una forma, para nada amigable.
Ambos fruncian el ceño, mostrando el tremendo odio que se tenían uno hacia el otro.
GeonHak tenía tantas ganas de convertirse en su forma canina y arrastrarlo por todas partes, teniendo el cuello del chico en sus filosos colmillos.Son DongJu era unos cuantos años menor que el pelinegro. Pero ambos se habían conocido gracias a un evento para el pueblo, organizado por la casa real.
Ambos sujetos se encontraban en ese sitio, DongJu tenía apenas doce años de edad y se encontraba caminando con sus ropas más elegantes, llevando un sombrero alto sobre su cabeza. De la misma forma en que tenía un reloj de bolsillo bastante fino y de un gran costo.
Al sacarlo para ver la hora, sintió el agitar de algo que pasó a su lado. Llevándose con él aquel preciado reloj.-¡Hey! ¡Ladrón!.-Gritaba aquel niño, corriendo tras el chico que le había tomado su objeto y es que a decir verdad, su abuelo se lo había heredado. Por lo que le tenía un gran aprecio.-Por eso odio venir con los pueblerinos pobres.
El pelinegro había corrido demasiado, que llegó hasta la zona boscosa a punto de dirigirse al otro reino vecino que estaba prohibido.
Sin embargo, debido a la corta edad del contrario era demasiado ágil, por lo que le había seguido el paso fácilmente.-Si no quieres morir, es mejor que me des mi reloj.
-¿Morir? Un niñito como tú ¿me va a asesinar?.-Se burlaba mientras miraba aquel objeto que había tomado.-¿Cuánto me darán por esta baratija?
-¿Baratija?, eres tan pobre que no sabes lo que tienes en tus manos y dices puros disparates.
-Exacto, soy tan pobre que sé distinguir el oro a un una pieza falsa de plata. Pobre iluso.-Dicho aquello, llevó la pieza a su boca. Dando un mordisco y lo quitó de ahí en cuestión de un corto tiempo determinado.-No hay muescas, no es original.
-¡que asco!, mi reloj. Mi apreciado reloj estuvo en tu sucio ADN. ¡Quedatelo! Si dices que es falso.
-No lo quiero.-Dicho aquello, tomó aquel objeto y tomando pulso lo lanzó hacia el área prohibida.
Provocando qué DongJu por poco se le salieran los ojos, al ver lo que le habían hecho, pues el regalo de su abuelo había volado lejos.
-¡Eres un idiota!.-Mencionó furioso tratando de caminar hacia ese sitio.
-Yo no iría por ahí si fuera tu. ¿Sabes lo que te sucederá si pones un pie ahí, no?
Dicho aquello el menor, se quedó de pie, sin hacer ningún movimiento. Dando un suspiro ya que había perdido el último recuerdo que tenía de su abuelo.
Sin embargo, aquello le armó de fortalezas y corrió detrás del ladrón para intentar golpearlo.Al finalizar del día. Llegaron ambos al evento que ya se habían perdido, teniendo sus ropas llenas de barro. Gracias a que en un intento de golpear a Leedo, ambos cayeron de un barranco, y el final de este era junto a unos cerdos disfrutando de un baño en barro.
Por entrar a ese sitio, los granjeros se percataron de ello y les llamaron intrusos, por lo cual los corrió a ambos.Aquellas hermosas prendas que llevaba DongJu habían sido sustituidas por unas de color marrón, teniendo una pestilencia horrible y algún que otro residuo de césped y basura.
El contrario estaba igual, sin olvidar lo despeinados que se encontraban ambos chicos.
Había sido el peor día de la vida para aquel de 12 años.Esa no fue la última vez en que ambos se vieron, sino que a partir de ese entonces, sus rostros se veían en todas partes.
Odiandose mutuamente cada vez más.Aunque, existió un día en que DongJu no sintió odio.
Ya que Leedo le había defendido de una gran situación problemática, en donde creía que no podría salir.No dejes que nadie te intimide. Llámeme si vuelven a molestarte.
Eran las palabras que DongJu no podía eliminar de su mente. Gracias a eso, su odio disminuía.
Ahora, sólo fingía aquel sentimiento cada vez que veía al hombre.
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El Príncipe Y El Anhterio (RAVNWOONG)
FanfictionUn príncipe que conoce a una especie diferente a la suya, logra desafiar a su padre y al reino entero. Enfrentando batallas y líos amorosos.