✨No es un secreto que cuando eres una estrella porno, las relaciones son malditamente difíciles. Moonbin lo sabe, trabaja para Ballsy Boys Studios y es uno de los chicos más populares en el mundo del porno. A él le gusta lo que hace y no se avergüen...
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-Tengo que irme; se supone que debo encontrarme con Sanha esta mañana, y ya estoy retrasado -insistió el pelinegro mientras Moonbin intentaba llevarlo a la cama por segunda vez. La primera vez no se molestó en resistir ya que estaba tan interesado en un poco de diversión matutina como su novio. Pero ahora que ambos se habían corrido y habían tenido algunos toques de hierba, Dong Min estaba muy retrasado.
-Sólo un rapidito más -Moonbin intentó tentarle, arrastrando sus labios calientes sobre su nuca mientras el menor se sentaba al borde de la cama, colocando los pies en el suelo frío.
Se levantó y agarró un par de jeans del piso. Y cuando se inclinó para ponérselos, sintió un golpe rápido contra sus nalgas.
-¡Oye! -protestó, poniéndose de pie rápidamente y girándose para enfrentar a Moonbin con sólo una pierna dentro del pantalón.
Su hombre le sonrió con un brillo juguetón en los ojos. El estómago de Dong Min se volcó, y su corazón se sobresaltó. «Te amo». Las palabras estaban en la punta de su lengua, pero no podían pasar de sus labios.
«Todos se van, de una forma u otra, todos se van», susurró la voz maliciosa en el fondo de su mente.
-Vuelve a la cama -dijo el rubio con voz áspera y ronca.
Un escalofrío recorrió la espalda de Lee, y estaba muy tentado de soltar los putos pantalones y arrastrarse entre las sábanas con él. De pronto su teléfono vibró en la cómoda, recordándole que Dong Min que lo estaban esperando.
-Binnie, voy increíblemente tarde.
Volvió a vestirse para salir por la puerta y una lenta sonrisa se dibujó en los labios de Moonbin.
-Me llamaste Binnie.
-Oh, lo siento, ¿es raro? -preguntó, deteniendo su esfuerzo por ponerse los malditos pantalones para examinar su expresión más de cerca-. Nunca he usado un nombre cariñoso, ¿no funcionó?
-No, me gustó.
Dong Min buscó la camisa más cercana, y no fue hasta que se la estaba poniendo que se dio cuenta de que era la camisa de su novio, no la suya.
-Oh, lo siento -empezó a quitársela, pero Moonbin lo llamó para detenerlo.
-Póntela.
El pelinegro tragó un nudo en su garganta y asintió. Se inclinó sobre la cama y presionó sus labios rápidamente en los de Moonbin y se retiró antes de que el rubio pudiera agarrarlo y convencerlo de que se quedara en casa.
-Cierra cuando te vayas y envíeme un mensaje más tarde -dijo Dong Min por encima de su hombro mientras salía por la puerta.
Corrió el kilómetro por el campus hasta la unión estudiantil.
-Siento llegar tarde -le pidió disculpas a Dong Min cuando se detuvo frente a él sin aliento.
Su mejor amigo levantó la vista de su laptop luciendo levemente molesto y un poco divertido mientras observaba su aspecto desaliñado.
