Prólogo

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El lugar era de color blanco perfecto, no existía una sola mancha de color en el espacio. Yo me senté en el suelo, si es que en verdad era eso, no podía distinguirlo porque todo era blanco, no habían líneas que limitaran a las paredes o el suelo.

—Eh, ¿alguien me podría decir qué hago aquí? —pregunté, aunque no sabía si obtendría respuesta alguna.

Inconscientemente, comencé a contar los segundos en mi mente. Nunca me gustaron los números pero era lo único que había para hacer en esa habitación. Pasaron los minutos y seguía sin respuestas, era el único aquí. El lugar, como tal, no era malo, pero... se sentía como si me estuvieran observando.

Cuando llegué a seiscientos, la habitación blanca se volvió completamente oscura. En aquella profunda oscuridad, no alcanzaba a ver mis manos o mis piernas, por un momento incluso creí que no podía respirar.

Escuché el sonido de una puerta abrirse, no estaba seguro si fuese verdad o tal vez yo estaba alucinando. No tenía miedo, estaba seguro que las cosas serían buenas, ya había pasado por un infierno y no hay nada peor que me pueda ocurrir.

—Al fin despertaste, no esperaba menos de uno de los mejores candidatos —comentó alguien, estaba a mi espalda.

Su voz era gruesa, como la de esos locutores de radio pero mucho más imponente, podría suponer que tendría 40 años como mínimo.

—Bueno, tengo demasiadas preguntas para usted, sea quien sea, pero primero... —intenté levantarme del piso apoyando mis manos pero no había nada, ¿estaba flotando?

—Todas tus dudas serán resueltas a su debido momento, joven —respondió la voz.

—En realidad, quisiera que me respondieran todas en este preciso momento —no estaba molesto o algo así, odio los espacio pequeños pero estar en un lugar dónde ni siquiera sé en qué estoy parado, era peor.

—Lo único que debe saber es que no queremos hacerle daño, esto es parte del protocolo.

—Entiendo, entonces haré como si no me hubieran drogado para traerme aquí.

—¿Entonces si estabas consciente?

—No lo sé, sólo recuerdo que me inyectaron una aguja y pensé que había muerto, por cierto... quisiera felicitar al hijo de perra que enviaron, ni siquiera pude sentirlo cuando me tumbó al suelo.

—Ja ja ja, era de las fuerzas especiales, el factor sorpresa es indispensable para un asesino después de todo.

—Sólo una cosa, ¿le hicieron algo al chico que estaba conmigo en ese momento? —estoy seguro que logró entender el tono amenazante con que lo dije.

—Por él no te preocupes, nuestro mensajero sólo lo noqueó y le borró la memoria —respondió calmado—. Preferimos no involucrar a terceros, aunque durante la batalla no podemos prometer nada.

—¿Batalla? ¿Mensajeros? Ah, ya entendí, es ese extraño juego de Dios... ¡estoy seguro que se iba a realizar el próximo año!

—Así iba a ser, pero ocurrieron algunas cosas y Él decidió adelantar el evento.

—¡Qué confidenciales que son! Han pasado 15 minutos, ¿cuándo me dirán...

—Silencio.

La habitación volvió a ser blanca, voltee rápido para ver con quién estaba hablando pero no había nadie. Creo que sólo estaba alucinando.

—Estimados participantes —una nueva voz se escuchó, pero esta vez resonaba sólo en mi cabeza—, ya que se han despertado todos, procederemos a explicar las reglas del juego.

—¡Esperen! ¿De qué juego estamos hablando? —a pesar de que era muy aguda, la voz era de un chico.

Escuchar otras voces en mi mente era confuso, irritante y molesto. Es como si tuvieras varias llamadas al mismo tiempo pero tú estuvieras con audífonos.

—Procederé a explicar cada una de las reglas del "Juego de Dios", hagan el favor de no interrumpir, o serán castigados.

—¡Vete a la mierda! Me secuestraron, me trajeron aquí y ni siquiera se dignan de decirme... —la voz simplemente se calló, no se escuchó nada más de él.

—Ahora, sin más interrupciones, comenzamos.

En mi delante se formó un marco rojo, creo que era sangre, posiblemente del tipo que se quejó. De cualquier manera, el marco delineaba lo que parecía ser una pared, la voz comenzó a mencionar las reglas y, a su vez, se iban escribiendo de la nada en la pared.

Al final la pared acabó así:

Reglas del Juego de Dios:

1- Los 24 participantes deberán eliminarse mutuamente en un lapso de 15 días.

2- Cualquier método de eliminación es válido.

3- Se permite formar alianzas entre participantes.

4- Está prohibido salir del terreno de juego.

5- Se puede utilizar a terceras personas ajenas al juego como ustedes gusten.

6- Cada participante vale 200 puntos, si se asesina a alguien se le darán los puntos de la persona y un adicional otorgado al método de eliminación.

7- Si alguien no asesina a nadie durante 3 días, se le duplicará su puntaje pero se revelará su posición al resto de participantes.

8- Con 1500 puntos se puede añadir una regla, siempre y cuando no contradiga a las 10 principales.

9- El asesino puede decidir si quedarse con la habilidad de su víctima o desecharla.

10- El ganador será el último de los participantes en pie. Cuyo premio será tomar el lugar de Dios durante 100 años.

Todo estaba escrito en sangre, le daba un toque más tétrico y oscuro de lo que ya parecía. Hubo un silencio por un momento hasta que la voz volvió a hablar de nuevo.

—Aquel que rompa las reglas, será ejecutado. Si tienen alguna pregunta, pueden realizarla sin miedo.

Luego de lo que le ocurrió al quejón, no creo que alguien siquiera hablara sin medir sus palabras. Así que decidí preguntar algo yo.

—En la regla nueve se menciona acerca de una "habilidad". No tengo conocimiento sobre eso.

—A cada uno se le dará una habilidad que ustedes elijan, no pueden existir dos habilidades iguales. Si alguien es eliminado, su asesino decide si quedarse con su habilidad o no.

—Excelente, eso sería todo -al parecer, esto será, más que nada, estratégico.

—Esta batalla sólo se realiza una vez cada cien años, mi tiempo terminará y le daré la posta al que gane el juego. Estoy seguro que todos aquí tienen motivaciones para participar y por eso fueron reunidos, es su oportunidad de cambiar el mundo a su antojo, ¡demuestren que son capaces de alzarse por encima de los demás y ganen el juego! Les deseo suerte a todos los participantes, espero buenos resultados de todos.

Al final de su discurso, el lugar volvió a ser negro, aquella extraña sensación me volvió a invadir, una pequeña descarga eléctrica en la espalda.

«Imagina tu habilidad»

¿Fue mi conciencia? ¿Fue la voz de Dios? ¿Fue la primera voz que escuché en la habitación? Estaba confuso pero aún así, en la profunda oscuridad logré ver una pequeña luz de esperanza. Me llamaba a seguirla, estaba corriendo hacia ella.

La habilidad con la ganaría este juego... ya lo tenía en mente... con esto, ¡definitivamente yo, Ethan Grimbel, ganaré el juego mortal de Dios!

La oscuridad desapareció y reinó la luz, blanca y cálida luz de esperanza.

G-Game "El juego de Dios" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora