📖TRECE📖

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Ahogue un sollozo antes de continuar leyendo, aún había mucho que descubrir.

«Un día, después de una semana en que Ami se volvió un fantasma en la casa, se levantó como si las dos semanas previas no hubieran pasado, saludo a todos y comió como solía hacerlo. Solo la abuela Arai parecía no estar sorprendida por ese cambio de actitud, y para mí, solo me sirvió para reafirmar mi decisión: mantener mi distancia de la familia Arai (o lo que quedaba de ella), no quería que se repitiera lo mismo de nuevo, no soportaba esa idea.

Transcurrio un año, antes de que yo volviera a tener la relación con ellos que había tenido en un principio, y para que yo volviera a vivir con ellos. La verdad, fue gracias a que Ami (decidida a olvidar la muerte de sus padres), en su terquedad me había fastidiado día y noche con que volviera con ellos; “vuelve a casa” repetía una y otra vez. Aunque la decision final la tome el día del aniversario luctuoso de sus padres.

-¿la extrañas? - pregunto de la nada mientras observabamos el ir y venir de la gente frente a la tienda de suministros.

-¿qué? - respondí desorientado por la pregunta.

-¿extrañas a tu madre?

-no la conocí demasiado...

-esa no fue mi pregunta - me interrumpió a media respuesta.

-si, aunque no tanto como al principio - confesé sabiendo que no me dejaría tranquilo - supongo que en algún momento dejó de doler y ahora parece solo un destello oscuro.

-que poético - se burló, la burla se había vuelto su forma favorita de darle la vuelta a lo que le dolía. Minutos más tarde, comentó con más seriedad - yo también los extraño, duele cada día sin ellos, pero se que me observan así que no me puedo rendir...

Si ella podía seguir viviendo sin sus padres, yo podía volver a casa. Y así me decidí. Los meses pasaron deprisa, la abuela Arai se hacía cargo del negocio familiar, Ami la ayudaba en ello y en la casa (aunque era yo el que la mantenía limpia), Farlan y yo seguimos cuidandolas y haciendo las entregas esporádicas.

Todo parecía haber mejorado e incluso, pareció mejorar más, cuando una tarde, mientras Farlan hacia las entregas habituales y yo vigilaba a Meghan y a Ami, un hombre llegó suplicando por más raciones de comida.

-por favor, es de vida o muerte que las consiga - suplicaba el hombre, no se veía como alguien que necesitará raciones extra.

-ya le dije que no es posible que se las de, hay escasez de alimentos y además tendría que pagar por ellas-le repitió Meghan, en los últimos 2 años, había envejecido más de lo normal, aunque conservaba su misma energía y fuerza.

-no tengo dinero, pero puedo ofrecerle esto... - dijo el hombre jalando un par de cajas que hiba arrastrando.

Yo estaba de pie cruzado de brazos en la oscuridad detrás de la puerta, pero pude ver claramente lo que él hombre sacó de la caja.

-eso es... - dije saliendo de las sombras dándole un susto el hombre. - ¿eso es lo que usan los de la policía militar?

-así es, se los daré a cambio de las raciones - propuso el hombre - por favor, pueden ser de mucha utilidad...

Intercambie miradas con la abuela, ambos sabíamos que si la policía militar se enteraba de que las teníamos nos meteriamos en serio problemas, pero no tanto como en los que estábamos desde hace días: la escasez de comida no se debía a que en la superficie no hubiera alimento, se debía a que la policía (que había prometido enviar el suministro mensualmente) había dejado a su suerte este sector de la ciudad subterránea, seguramente esperando que murieramos de hambre.

-bien, los aceptaremos - aceptó finalmente la abuela tras pensarlo demasiado.

En su momento ninguno de los dos sabíamos que esos 3 extraños objetos eran el equipo de maniobras que se usaba sobre todo en la legión, solo éramos conscientes de que la policía la usaba para amenazar a todo aquel que se les atravesara en el camino, como si se tratara de un arma especial que solo ellos poseían... Alardear con tener un equipo se volvió mi actividad favorita después.

En uno de lo tantos días que cerrabamos la tienda de suministros y quedábamos libres, Farlan, Ami y yo buscamos un lugar alejado de la ciudad para descubrir cómo funcionaban esos extraños aparatos. Es vergonzoso aceptar que falle más de una vez mientras descubrimos como usarlos, Ami y Farlan parecían más que encantados con verme fracasar en algo.

-¡Oh, vamos Levi! ¿Acaso no habías dicho ser perfecto? - se burlaba Farlan, era confuso, solo me molestaba cuando Ami estaba cerca, como si ella fuera a impedir que le diera una paliza.

-no molestes - lo amenace, ya había recibido muchos golpes al caer cada que intentaba usar el equipo, pero nada parecía detenerme para seguir intentando.

-novatos, observen y aprendan -dijo Ami presumiendo, solo se había quedado en el suelo observando como Farlan y yo nos tropezabamos.

Habíamos encontrado un buen lugar, en lo profundo de nuestra ciudad, parecía ser una cueva con un gran vórtice por el que se filtraba la luz del sol. Jamás me había alejado de la ciudad, aunque ese parecía un lugar perfecto para desaperecer.

Ami, se levantó decidida del suelo, acomodo el equipo como creía que se usaba, apuntó y disparo hacia el techo de la curva, solo el sonido sordo del golpe confirmó que se había enganchado; pero, hasta ahí llegó su suerte, cuando intentó elevarse salió disparada al techo y un intento desesperado por no terminar hecha puré en las rocas, soltó los ganchos y se dejó caer.

-¡auch! - se quejo cuando estuvo en el suelo de nuevo, sana y salva pues había caído sobre mi.

De alguna forma, había reaccionado antes de pensar y me había lanzado a su rescate sin medir los golpes que recibiría. Terminé acostado sobre el suelo, tosiendo por el impacto en mis costillas y maldiciendo a Ami en mi mente.

-¿puedes.... Quitarte? - le pedí cuando su peso comenzó a ser demasiado sobre mi.

Ami se apresuró a quitarse cuando se dio cuenta de donde estaba, respire profundo pero no me levante de inmediato, se me había ido todo el aire.

-¿estas bien? - le pregunté apenas recupere el aliento.

-¿eh? Ah, si... Caí sobre algo suave - se burló para quitar la tensión.

-ustedes dos están locos... - se quejo Farlan, tenía cara de pánico, lo entendía, también había temido que perdería a Ami.»

Levi's diaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora