He oído y visto mujeres huracanes por un largo tiempo.
Hay una escondida hasta en la mirada más dócil.
Pero solo conoces a un desastre llamado mujer una vez en tu vida.
Y no vives para contarlo.
Desgraciadamente sobreviví, lo digo porque desearía haber muerto en ese entonces. Pero si tras ese dia...hubiera decidido cortar y no respirar hondo, nadie sabría lo que a continuación contaré.
La puta mierda comenzó cuando ella levanto la vista después de años de mirar el suelo.
Descubrió cuál era su color favorito y lo convirtió en suyo, puesto que nadie iba a lucirlo de la forma en que ella lo hacía.
Nunca fue tan buena para hablar, eso no cambió, tenía algunos momentos de histeria en donde todo parecía explotar a su alrededor. Se sentía feliz...pero luego de unos segundos volvía a caer.
Volvía a su lugar. Y los ojos se le oscurecían.
Pueden hablarme lo que sea acerca de ese color gris, verde, azul en unos ojos...pero nada iguala a esas puertas oscuras del infierno en donde todo parece arder pero en realidad dejó de hacerlo hace mucho tiempo.
Hay belleza incluso en lo que se debe temer.
El desastre llamado mujer, te quema aunque todo dentro de ella este apagado, seco y en silencio. Es su mayor virtud y defecto a su vez.
Se defiende con el fuego.
Pero quema a los inocentes.
Nunca nadie le enseño que hay desastres que pueden controlarse, no arreglarse pero si mantenerse. Ahora ya es tarde para eso, hay cenizas en donde deberían haber refugios.
La primera vez que la vi. Fue cuando tenía 15 años. Ella pasaba la lengua por sus labios.
Y cuando pude finalmente verla, traspasar todo lo que es terrenal...me jodió.
No me dejó ni siquiera cubrirme. No me pidió perdón ni mucho menos una explicación así que solo me vio consumirme entre las llamas que ella misma me juró nunca darme.
Me sentí viva.
Sabe que sobreviví y es por esto que me respeta.
Y es que una vez que sales del fuego ya nada puede doler.
Entonces finges quemarte con ese hombre, que no es huracán ni mucho menos fuego. No llega ni a fosforo prendido...apagas tu fuego y se lo das a el, usas tu arma en tu contra. Y permites que te haga arder.
El desastre llamado mujer te mira desde una esquina y para tu sorpresa no hace ningún movimiento. Se queda con las manos entrelazadas, espera su turno para explotar todo lo mal construido.
Eso que jamás será de él.
Aún no es tuyo.
Y tampoco de ella.El desastre llamado mujer nunca te pediría ofrendas como si ella fuese diosa y tú su seguidora.
Ella no lo hace como él.
Así que se retuerce de vergüenza al ver como alguien como él te pide hacer reverencias.
Sabe que son la misma, diferentes conductas pero echas de forma exacta...así que fueron creadas para ser fuertes. Por esto, no se debe pedir ofrendas a tu igual.
De todas formas ella te seduce porque le gusta sentir que tiene control.
Te destruye porque aún no aprendes a sobrevivir.
Y te hace el amor de tal forma que quieres vivir hasta que las luces del mundo finalmente se apaguen.
Siempre hay muerte en la vida.
Pero muy pocas veces se encuentra vida en lo que es llamado muerte.
Tras ser convertida en un desastre llamado mujer, hay algo que debes saber: yo nunca te dejaré sobrevivir.
Y este es el mayor giro de trama que puedes tener: Yo. El desastre llamado mujer que lo jodi todo a veces por gusto y otras por naturaleza caótica...se siempre cómo mentir.
Siempre, pase lo que pase, una vez que apunto es para matar.
No se deja sobrevivir al que puede quemar sin tocar.
Y ese fue su error.
Hacerme pasar de mujer huracán a despertar al puto desastre que alguna vez fue mujer.
Ahora condenada de por vida a que todo lo que toco, miro y quiero arde.
Esa es la dicha de ser sobreviviente.
Y el gozo de ser un desastre.
Siempre serás bienvenido a arder. Conmigo o por mí.