CAPÍTULO 11

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En ese momento noté como todos los músculos de mi cuerpo se tensaron. No sabía porque, solo había intercambiado cuatro palabras con él. Empecé a andar a paso mas rápido, pero el comenzó a andar a mi lado.

—Oye, ¿y esas prisas?—preguntó.-—¿Estas escapando de mí o que?

Me paré en seco en medio de la calle y me quede allí callada unos instantes hasta que el chico me alcanzó. Me miró a los ojos, y sentí una sensación tan extraña que aún no puedo describir.

—No... Solo, pensé que no querías conocerme ¿No es así?—Tras decir aquella frase me quede quieta. No me creía que hubiese conseguido conectar mas de tres palabras sin tartamudear y delante de un chico.

El chico torció su gesto y por unos instantes creo que vi en su cara arrepentimiento por lo borde que fue conmigo.—Dije que no quería conocer chicas... Tienes razón. Pero me refería a que no quería novia, una amiga estaría bien.

—Está bien, yo seré tu amiga.

Comenzamos entonces a caminar por aquella calle y las palabras comenzaron a fluir entre nosotros. Fui difícil saber como comenzar la conversación. Aunque es verdad que tenía mucho por preguntarle, como por su hermano, su padre y aquellos amigos tan patéticos que tenía, sabía que si lo hacía se cerraría. Daba la impresión de ser un chico cerrado. Estaba segura de que el estaba jodido, pero yo también lo estaba, en cierto modo, y no quería mas conversaciones incómodas hoy.

-—Bueno, ya conociste a mi amiga Sofía ¿hicimos demasiado el ridículo? —Intenté de romper el hielo yo.

—Sí— se rió—Nunca había tenido unas clientes, tan pesadas, de hecho, los clientes de atrás estaban empezando a enfadarse por vuestra tardanza—Aquellas palabras provocaron una risa en ambos y descubrí que su sonrisa era hermosa, nunca antes le había visto sonreír.

Después de aquella risa surgieron muchas más y cuando me di cuenta habíamos llegado al final de la Gran Vía.

—¿Por donde te tienes que ir, Marcos?

—¡Irnos ya! Será broma.—Respondió para mi sorpresa. Obvio que quería quedarme con él, pero ya eran las 11 de la noche, mi hora límite de llegada.

—No puedo quedarme, debería estar ya en casa.—Aunque en mi mirada se notaba obviamente, que lo que menos me apetecía era irme.

—Venga, es tu primera salida por Madrid, no se enfadará.—Me cogió del brazo y me arrastró hacia un Vips, que había al lado. El restaurante estaba vacío, y a punto de cerrar, pero conseguimos entrar.

Pedimos un plato de tortitas, y nos quedamos prácticamente solos, en aquel local.

—Mi madre me va a matar, lo presiento.—Marcos se rió, pero yo me sentía algo agobiada.

—Nada, tu solo no le digas que estás con un chico, seguro que eso es raro para ella—Dijo insinuando que no tenía amigos, ni novio..., tenía razón, pero me dolía que lo dijese así de seguro.

—¡Oye!—Dije aunque se que tenía razón. —Solo es que me gustan mas las amistades con chicas—mentí, porque en realidad no había tenido un amigo chico de verdad. No sabía que era mejor simplemente no lo conocía.

— ¿Por qué? Los chicos somos mas divertidos—No noté que estaba bromeando y me puse un poco tensa. Pensé en los chicos que me habían humillado esta mañana, aquellos subnormales y estúpidos niños que se ganaron una humillación, y aunque no debería haberlo hecho, decidí usar a sus supuestos amigos para atacar.

—Bueno al menos las chicas no van por ahí humillando a los chicos bajándoles los pantalones...—Dije con tono reclamante.

El chico se quedó callado unos instantes y respondió —Venga, no es para tanto... Mis colegas, que son un poco... gilipollas.

—¿Como que no es para tanto—Aquella conversación me estaba empezando a irritar.

—Bueno, lo siento, lo siento. Lo hacen sobre todo por envidia, a los de tu instituto. Un día tendrías que pasarte por el nuestro, apenas tiene sillas para sentarse. Parece una cárcel, ni tiene casi ventanas.

Continuamos hablando una hora más, aunque la conversación esta vez no fue tan perfecta, tras aquel comentario sobre sus "colegas". Aún así, sentí que el chico escondía mucho y decidí que intentaría descifrarlo mas adelante. Ahora entiendo, que cada cual afronta sus problemas de una manera, los chicos de su instituto levantando faldas y él, escondiendo sus sentimientos, en cierta manera yo también lo hacía.

Cuando me di cuenta de la hora, salimos corriendo hacia la estación del metro, y nuestra despedida fue simple. Básicamente la misma que había tenido con Sofía unas horas antes, salvo porque esta me dejó con mariposas en el estómago.

Al llegar a casa, abrí la puerta con cuidado de no hacer ruido y me encontré a mi hermana pequeña llorando.

—¿Qué te pasa?—Dije preocupada.

—Mamá... no se que le pasa, está nerviosa y me ha gritado que me alejase. Me llamó calva.—Mi hermana ya empezaba a quedarse sin pelo, se notaba que su volumen y color se había apagado... Pero lo que más me sorprendía es que mi madre se hubiera comportado así con ella.

— ¿Y tu que has hecho para que eso pasara?—Pregunté nerviosa y escuché un grito de mi madre. Se la notaba furiosa, por lo que decidí informarme primero de que había pasado.

—Nada—dijo y se le cayó una lágrima.—Creo que has sido tú.
Mamá de repente empezó a ponerse nerviosa, a morderse las uñas y tartamudear. Le pregunté que le pasaba, media hora más tarde de que empezara a hacer cosas raras, y me gritó.—Dijo suspirando.

Tenía que hacer algo así que me dirigí hacía la habitación donde se encontraba mi madre. Estaba en el sofá moviendo una pierna rápidamente una y otra vez. Se estaba mordiendo las uñas y se encontraba un poco caída hacía delante. Estaba susurrando maldiciones hasta que me vió.

—¡¿Qué son estas horas para llegar?! ¡Estaba muy preocupada!—Me gritó a pleno pulmón y me di cuenta de que aquello era culpa mía.

—Lo siento mamá.—respondí avergonzada por abusar de su confianza.

—¡Que lo sientes!—rió sarcásticamente.—¡Que lo sientes dices! Esta niña es increíble. ¿Eres tonta?—gritó muy enfurecida acercándose a mí.

—¿Mamá estas bien?—pregunté muy preocupada mientras veía como se acercaba.

—¿Qué si estoy bien? No, ¿no lo ves? ¿No podías coger una simple llamada?—dijo mientras se acercaba hacia mí cada vez mas rápido.

Comencé a sentir miedo y le dije. —¡Lo siento mamá, pero tranquilízate!—ella se acercó hacia mí me miró con ojos llenos de ira de tristeza y miedo.

Levantó su mano, y me dio una bofetada que me dolió mucho más que ninguno.

Capítulo intenso no? Espero que os haya gustado. Siento la tardanza pero estaba muy ocupada. Gracias a todos por leer.

Todo cambióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora