Don't look at me like that.

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Hinata tenía un problema.

Uno que, bien no podría ser tan malo si estuviera en diferentes circunstancias, pero para su mala (horrible) suerte, estaba en uno de los peores escenarios para ese tipo. En la cancha, luchando por el punto decisivo, siendo observado por miles de personas, y con el causante de su desgracia justo al otro lado de la red. El no parecía darse cuenta, pero Hinata sabía que lo había hecho apropósito, o eso es lo que lo profundo de su mente parecía proferir con vehemencia para esconderse de la vergonzosa verdad:

Se había excitado, luego de tanto tiempo, al ver la cara estreñida de su viejo compañero de equipo

Y es que, carajo, ese bastardo sí que había crecido para bien. Podía apreciarlo claramente cuando Kageyama alzaba sus increíbles brazos para poner la pelota, cuando saltaba con esas fuertes piernas para bloquear cualquier remate o cuando su infernal trasero se contraía al tirarse en el suelo tratando de salvar la pelota.

Oh santa mierda, Kageyama se había vuelto todo un hombre hecho, derecho y ardiente, demasiado ardiente.

Y el, pues él lo estaba admirando mucho más de lo que debería, justo como un sucio pervertido, por eso el karma se la estaba cobrando de una manera cruel. Estaba azorado, todo su cuerpo se sentía terriblemente incomodo, caliente, con ganas de quitarse el uniforme y tirarse un balde de agua bien fría encima. Sus mejillas casi podían competir con el color rojo del interior de una sandía o una fresa, cada gota de sudor recorriendo cautelosamente su cuerpo lo alejaba un poquito más del poco razonamiento que poseía en esos instantes. Podía sentir el pre semen humedecer su ropa interior y ligarse con el sudor, convirtiéndolo en un desastre de líquidos viscosos y desagradables. Traía las piernas abiertas, ya que eso de cierta manera lo ayudaba a aliviar el dolor por los roces y a disimular, sin embargo, era una total tortura cuando le tocaba rematar, el impulso para el salto y la postura hacían su erección más prominente para la vista de los demás.

Solo quería acabar con eso de una vez por todas, una parte de el ni siquiera estaba prestando atención el partido, solo estaba tan ensimismado en ganar para sumar otro punto en sus victorias, y estar un paso más adelante en ganarle a Kageyama.

Atsumu, como leyendo su mente, le hizo señas a Bokuto y a el para que saltaran donde no hubiera bloqueadores, harían una finta para engañar al equipo contrario. Hinata sabía que el rubio teñido le lanzaría el balón al que saltara más alto, y claro que él quería ganar, él quería anotar ese punto final para restregárselo en la cara a su rival, que lo observaba con esos ojos desafiantes y esa sonrisa superior que tanto le molestaba (y que muy profundamente le gustaba, pero nunca lo admitiría en voz alta), así que, olvidándose momentáneamente de su incomodidad, salto y remato con todas sus fuerzas, ganando al instante el partido.

Sus piernas y su erección resintieron al llegar al suelo, pero su mano ardía como mil soles, recordándole de repente esa fantástica sensación por la que había empezado a escalar tan alto para estar donde estaba ahora. Sonrió inconscientemente, buscando de inmediato la atención de Kageyama sobre él, que, errando en su deducción, no tenía su clásica cara amargada, más bien, su sonrisa parecía crecer conforme se acercaba al de pelo naranja.

-Con esas son 1096 victorias -comento de manera trivial, como si no hubiera sido terriblemente derrotado hace unos instantes, - sin embargo, sigo por encima de ti, Boke.

-Al parecer el ego es lo único que ha quedado intacto en estos 3 años, Bakayama -dijo.

El pelinegro gruño por el apodo, pero, aun así, cruzo por debajo de la red hasta quedar a su lado. Hinata se sintió momentáneamente feliz de volver a estar con su viejo amigo, no obstante, en el instante que Kageyama toco su cabeza, su erección punzo de manera dolorosa contra sus pantalones

Such a straigh face makes me horny.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora