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—Ya pueden salir al recreo— anunció la maestra después de que se oyera el timbre.

Todos los niños dentro del salón salieron felices, mientras algunos corrían afuera.

—Con cuidado niños, no corran— les dijo la maestra a los niños anteriormente mencionados.

—Roger— le llamó el niño que estaba sentado junto al mencionado; este por su parte se encontraba acomodando sus cosas para salir.

—¿Si?— contestó.

—¿Puedo estar contigo en el recreo?— preguntó timidamente— No quiero estar solo.— soltó con un tono de voz un poco triste.

El rubio lo miró y al percatarse de eso, le sonrió dulcemente y luego respondió— ¡Claro que sí!.

—¡Yupi!— celebró.

Luego ambos salieron del salón con sus loncheras en sus manos.

—Te voy a presentar a Brian, apuesto a que te caerá bien— le dijo mientras realizaba una búsqueda visual a su alrededor, para poder dar con su amigo, pero al parecer no dió resultado, ya que no lo logró encontrar.—No lo veo—dijo para sí mismo con el ceño fruncido.

—¿Quién es Brian?— preguntó el niñito pelinegro.

El rubiecito dejó hacer su búsqueda para mirarlo.

—Oh, es mi amigo, lo conocí en el parque— respondió.— es muy lindo estar con él— añadió con una sonrisa, y el contrario asintió.

Los dos Rogers continuaron platicando de otras cosas meramente triviales, mientras buscaban una mesa para poder comer tranquilamente.

—¿Qué trajiste de comer?— preguntó el niñito pelinegro, mientras se sentaba junto con el rubio en una de las bancas que se encontraban en el patio, y ambos ponían su lonchera encima de la mesita, y comenzaron a sacar sus alimentos.

—Un sandwich— contestó— ¿Y tú?

—Mi mamá me compró una torta— respondió

Seguían hablando, hasta que llegó Brian con  otros dos niños con los que platicaba, y al encontrar a Roger con la mirada se despidió de ellos y se dirigió hacía dónde estaba el rubio.

Al acercarce, se pudo percatar de que él pequeño rubio no estaba solo, y que platicaba con otro niño; al ver a su amigo platicando tan animadamente con otro niño, sintió una rara punzada a la altura de su estómago, se le hizo raro, nunca había sentido eso, pero simplemente lo ignoró.

El rubio lo vió y comenzó a hacerle señas con sus bracitos para que lo encontrará.

—¡Brian! ¡Estoy aquí!— exclamó llamando su atención, y este sonrió y se dirigió hacía él.

—¡Hola!—saludó.

—¡Hola, Bri! Sientate— se recorrió hacia la izquierda para dejarle espacio a Brian para que esté se sentará junto a él, cosa que así fue.

—Hola— habló ahora el Roger pelinegro.

—Hola— hizo un ademán con su manita.

—Oh, Bri, él es Roger, Roger él es Brian— los presentó el rubio.

—¿Roger? Pero tú te llamas Roger, ¿No, Roger?—preguntó Brian un poco confundido.

—Sí, ¡Somos gemelos de nombre!— dijo y abrazó al otro niño.

—¡Sí!— exclamó este.

—¡Eso es genial!. Pero entonces, ¿Cómo les digo para no confundirme?— preguntó el pequeño Brian, y seguido de eso le dió una mordida a su sandwich de jamón.

Young love [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora