Algún día

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Nota de la autora: 

Sé que no acostumbro a poner las notas aquí al principio, pero esta vez lo voy a hacer. Esta historia tiene temática navideña, así que os preguntaréis: ¿eme-ele, qué haces publicando una historia navideña en abril? Bueno, resulta que este one-shot lo tengo escrito desde hace muchos meses (de ahí la temática que tiene) y tengo algunos más (no navideños xd, pero sí muy fluffy todo), así que si os gusta este, iré subiendo los demás en los próximos días.

Sin más que decir, ¡espero que lo disfrutéis!


Algún día.

Una unidad de tiempo curiosa, ¿verdad?

Pueden ser unas pocas semanas, meses o incluso años.

Noelle estaba convencida de que, algún día, sería capaz de confesarle a Asta que con sus bromas, sus sonrisas idiotas y su actitud perseverante la había conquistado.

Que quería que la abrazara, que le sujetara las manos con amor y que fuera la única persona en la que pensara, por la que sintiera que podría darlo todo para estar con ella. Que quería que la amara.

Los años no pasan en vano y la Navidad de ese por fin había llegado.

Noelle y Asta, a esas alturas, tenían ya dieciocho años y ella había aprendido a reconocer las emociones que sentía y a transmitirlas a casi todos los que conocía. Sin embargo, no era capaz de ser sincera con el chico de ojos verdes y no quería seguir así. No quería, pero tampoco sabía qué hacer para solucionar la vergüenza que sentía de solo pensar en decírselo.

En el fondo, Noelle sentía un miedo atroz de que él dejara de hablarle, de que la rechazara y así su amistad —a la que también tenía cariño y consideración— se resquebrajara para siempre.

Porque si de algo estaba segura era de que quería que Asta siguiera formando parte de su vida y le daba igual si solo podía ofrecerle su amistad si así podía seguir a su lado.

Era por la mañana, por lo tanto, la chica decidió bajar a desayunar, pero se encontró a Luck, Magna y Vanessa colocando el árbol de Navidad justo al lado de la chimenea.

Era la primera Navidad que los Toros Negros iban a compartir todos juntos, pues las anteriores habían estado destinados en distintas misiones para proteger al reino y a sus habitantes.

—Dejad de hacer el idiota o le prenderéis fuego al árbol y el capitán os matará —avisó la chica de cabello rosado mientras veía a Magna y Luck peleándose.

—Qué ruidosos sois —dijo Noelle cuando entró, echándose hacia atrás una de sus coletas con superioridad, como siempre solía hacer, de hecho.

—Noelle, ayúdanos.

—No me des órdenes —espetó la chica observando directamente a Magna, que había sido quién le había dicho eso, mientras el chico la miraba con desconcierto. Ni aunque vivieran siglos juntos cambiaría su actitud arrogante—. Además, tengo que irme a...

—Buenos días, chicos —interrumpió repentinamente Asta—. ¿Qué estáis haciendo?

Los cuatro se voltearon para mirarlo con sorpresa en sus gestos. ¿Qué clase de pregunta era esa? ¿Acaso no era obvio?

—¿No lo ves? —le dijo Noelle—. Estamos colocando el árbol de Navidad.

—¿Estamos...? —musitó Magna, recibiendo rápidamente una mirada reprobatoria de la menor de los Silva, quien había oído su reproche perfectamente.

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