Final

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—Son muy hermosos —templo Hera

Solo habían pasado algunas dos semanas cuando sus hijos habían llegado al mundo, no podía dejar de tocarlos de besarlos, de olerlos sus ojos aun según dorados y su piel era bien un brillo atornasolado.

—Si los hace especiales, le comenté Amaya que vinera, antes de que te fueras hija, creo que ante todo sabemos que Amaya es ahora....

—Un ángel lo sé y ahora ella se encarga de ver las esencias de cada recién nacido —interrumpió Hera —Ella tiene un corazón tan puro por algo es la pareja del supremo cascarrabias.

Inna soltó una risa, le había quedado esa imagen al pobre Duncan pro cambio mucho.

—Esta noche vendrá, quiere darles la bienvenida a estos pequeños.

Sandro cargaba a su hija, estaba hechizado con sus ojos dorados, que poco a poco están con destellos color miel.

—¿Podrías dejar que la cargue? —comento Ivan deseoso de cargar a la niña de dulce aroma.

Sandro lo miro dudando en entregarla, y con todo el pesar lo hizo ya que los ojos de Hera están en él, indicándole que lo hiciera. Fue hasta su hijo quien lo tomo de la cunita que, hacia dormido, solo para tenerlo en sus brazos necesita el calor de sus hijos.

—¡Es enserio Sandro! —dijo ella al ver que despertó al niño. —Dame lo a mí ya lo despertaste Sandro —exigió la bruja.

El hibrido de supo alerta, no quería despejarse, para Hera estos días era difícil alimentarlos, Sandro estaba pegados a ellos gruñendo y protegiéndolos, era el aroma de sus hijos que lo ponían así. También le paso y costo trabajo controlarse.

—Por favor amor, lo voy a alimentarlo si me lo das cariño —indico Hera.

El hibrido miro al cachorro que bostezaba con sus ojitos abiertos, Hera tenía las manos extendidas esperando, apretó la mandíbula entregándolo a su mujer, pero al hacerlo, el anillo de Hera rasgo la hebra de la pulsera del hibrido cayendo las perlas al suelo.

Inna entro gritando que alejaran a los niños, Ivan reacciono entregando a la niña a su esposa, Hera se apartó mirando como las perlas caían al suelo.

—Sa... Sandro —dijo ella cargando al niño.

El hibrido movió su cuello con los ojos cerrados aspiro el aroma, Hera trato de acercarse, pero su padre se puso enfrente de ella, gritándole que se fuera. Los ojos de Sandro se abrieron en un negro intenso, Hera lo sabía.

—Llévate a los niños, le atrae el aroma, Hera vete —grito su padre.

Inna la tomo del hombro sacándola de ahí. Debía alejarla a la parte de abajo de la casa. Sandro en esa forma no conocía a nadie, necesita darle su espacio, más cuando ha llevado todos estos años encerrado.

—Mama —dijo Hera nerviosa entre lágrimas.

—Tranquila, estarás bien aquí con los niños —entrego a la bebe en sus brazos —No tardara en venir Sebastián, la conexión de su hijo lo ha de ver alarmado y el aroma de los niños lo volvería loco es mejor que te quedes aquí. —cero la puerta dejándola ahí.

La bruja suspiro solo esperaba ver entero a su esposo.

Lo vio forcejeando con Sandro que tenía sus manos en garras filosas, y sus ojos negros, su esposo no servirá de nada transformase, Sandro era algo mas distinto a los lobos.

—Ivan, sostenlo por más tiempo iré por una el collar —dijo ella

El lobo Alfa apenas lograba sostenerlo y estar más tiempo así no sabía cuánto más, era muy fuerte, la sangre de vampiro empeoraba .

—Maldita sea.... Sandro, que tanto comes —trato mantener el buen humor ante las garras penetrando su piel.

Ivar gruño adolorido, mirando sus nudillos sangrar, los ojos de Sandro estaban volviéndose más siniestros. La puerta se abrió entrando Sebastián rápido hacia a su hijo, Ivan logro zafarse adolorido, ante el ataque del hibrido que solo roso las hebras del cabello oscuro del lobo.

Sebastián se inclinó sometiendo la fuerza de su hijo. Ambos estaban a la par en fuerza.

—Sandro reacciona, hijo puedes controlar ese temperamento —grito su padre.

El hibrido solo gruño lanzando a su padre, miro el lugar olfateando la casa, buscaba ese aroma dulce.

—Sandro hijo —se acercó su padre, tranquilo.

—son los niños Sebastián —grito Ivan —lo altera el aroma

—No es conveniente que se acerque.

Inna entro con un collar, parecido como el que usaba Muriel, Sandro se puso alerta cuando la bruja llego. pero no pudo lograrlo rompiendo el collar, la bruja cayo al suelo casi al punto de ser atacada, cuando la voz de Hera apareció.

—SANDRO NOOOOOOOOO! —Grito aterrada al ver que estaba por atacar a su madre.

El hibrido la miro, Hera se acercó ante las advertencias de sus padres que estaba inestable, ella no escucho, continúo dando pasos lentos hacia su esposo, alzo su mano para tocar su mejilla.

—Amor todo está bien, mírame soy Hera —dijo ella.

La respiración agitada del lobo estaba descontrolada, el llanto de sus hijos lo hizo perder la concentración que la bruja había logrado, las garras hieren a Hera saliendo de ahí.

—¡Sandro! —grito la bruja viéndolo salir.

—Deben darle tiempo esta confundido —dijo Inna —no reconocerá nada en este momento, Hera cariño déjame curar tu herida

Los labios de la bruja temblaban, no podía dejarlo así, necesita estar con él, salió de ahí ante la insistencia de sus padres.

Corrió hasta donde quiera que haya ido, tratando de saber dónde estaba, grito du nombre llenándose de desesperación, se concentró tanto en poder percibir su esencia.

*Hera esta allá –grito su loba.

Llego hasta el risco, como aullaba sobre la luna, no estaba trasformado al cien, pero si tenía sus manos y sus pies hechos pata, sus orejas de lobo.

No podría creer lo que miraba, fue hasta el lento sin ser una amenaza, las orejas del hibrido escucharon cuando la pequeña piedra hizo ruido, movió su cola de lobo movió.

Los gruñidos eran aterradores, Hera mantuvo el control de sus miedos, no quería dejarlo en esa situación. Tomo el valor necesario y se lanzó en su cuerpo.

—No me harás nada, lo sé, no me lastimaras —dijo ella entre lágrimas —sé que estás ahí Sandro mírame. —exigió ella.

Alzo su rostro mirando los colmillos sedientos del hibrido sus ojos negros que podían aterrar a cualquiera, no esos de color azules tan únicos.

—Mírame soy Hera —suplico ella ante los gruñidos —¡mírame!

Las garras del hibrido hicieron presión en el cuerpo de Hera, soltó un quejido, pero aun así ella se aferró al cuerpo del hibrido. Las lágrimas de ella cayeron sin parar, ante el dolor.

Los ojos de Hera insistan en que la miraran, los ojos negros del lobo miraron aquella lagrima iluminando, su garra toco su mejilla.

—H....He...He..Hera .

—Si amor soy yo.

HIBRIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora