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Se veía a sí misma caminando hacia su laboratorio, usando los tacones negros que tanto le gustaban, con el traje y bata impecables. La imagen de mujer inteligente era coronada con la coleta alta que domaba a su cabello.

Iba sin prisa pues iba puntual, como todos los días. Al llegar a la puerta del laboratorio la abrió sin dudar e ingresó disponiéndose a trabajar, estaban trabajando con un medicamento alternativo para el cáncer que pudiera estar disponible a un costo más accesible que los tratamientos convencionales, se encontraban en la fase final del desarrollo de la patente y no podía estar más orgullosa de eso.

La historia olvidadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora