Toque Peligroso (2) [Fatgum x (T/N)] |+18|Respaldo|

Cap. 11 "Señorita Fukui."

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Nota de autor:

Este capítulo lleva dos años esperando en borradores, ya era momento de publicarlo.
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Después de 10 minutos aproximadamente, Taishiro salió de su oficina a toda prisa rogando porque nada malo le haya pasado a la chica. La adrenalina recorría su cuerpo mientras imaginaba cada escenario posible, que, para su infortunio, todos aquellos escenarios terminaban en desgracia. Al fin pudo respirar cuando encontró a la chica en el mismo lugar donde la dejó, con la mirada perdida en el pavimento, absorta en sus pensamientos, como si estuviera en otro mundo, perdida en un plano etéreo donde nadie la molestaba. Puso una mano sobre su hombro para llamar su atención lo que causó que la chica diera un pequeño salto.

- Oh, eres tú. Ya me había asustado. - Dio un leve suspiro de alivió. - ¿Todo bien? -

- Claro, ¿Y ahora a dónde vamos? - Preguntó mientras comenzaban a caminar, procuraba mantener un paso lento para poder ir al ritmo de la chica.

- Ya terminé las compras. - Dijo mientras sacudía una pequeña bolsa de plástico. - Pero aún tengo que ir a casa de mi padre. Puede que tarde un poco, ¿Aún así quieres acompañarme? -

- Se supone que tengo que cuidarte, así que donde sea que vayas tu yo también iré. - Aquel hombre regordete hablaba lleno de felicidad con esa eterna sonrisa en su rostro.

- Gracias Fat, ya te lo pagaré luego. ¿Qué tal si yo invito la cena? -

- Me parece un trato justo. - Dicho esto comenzó a ver a su alrededor. Se dirigían a una zona más concurrida, llena de tiendas y puestos de comida, no era común ver una casa por esa zona a no ser que fuera en un complejo departamental. - Y a todo esto, ¿Dónde está la casa de tu padre? -

- Oh, en realidad es ahí. - Respondió señalando a un edificio con fachada color rojo ladrillo con detalles en mármol; desde fuera parecía ser un hotel de cinco pisos o un salón de eventos que solo la alta sociedad podía pagar, era un lugar intimidante y sombrío, siempre dando la impresión de ser un lugar tenebroso al cuál solo la gente fría y con nervio de acero se atrevían a entrar.

- Espera, ¿Eso es una casa? - Era obvio que Taishiro se encontraba tanto confundido como sorprendido. En todos sus años como héroe había hecho cientos de rondas fuera de ese edificio, nunca creyó que hubiera gente viviendo allí dentro.

- Ya sé, es enorme. Pero no solo vive mi familia allí dentro, también están las oficinas de la compañía y algunos empleados viven con nosotros. - Explicó para tratar de aclarar la confusión.

- Ahora entiendo cuando decías que tu casa era enorme, es incluso más grande que mi oficina. - Dijo en modo de burla.

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Al entrar a la casa fueron recibidos por los asistentes de la familia, un grupo de hombres vestidos en traje negro que bien podrían ser guardaespaldas por su tamaño y complexión algo musculosa que se podía notar incluso por encima de la ropa. Fatgum se sentía fuera de este mundo, como si fuera un plebeyo dentro de un castillo, irrumpiendo la tranquilidad del lugar para cortejar a la princesa; con el simple hecho de pisar la alfombra con sus zapatos ya se sentía sucio, como si acabara de cometer un enorme pecado. Todo en aquel lugar se encontraba decorado con detalles finos, cortinas con bordados dorados, finos cuadros que parecían poder romperse con solo mirarlos, floreros de porcelana que lucían con orgullo y delicadeza pinturas de flores que brindaban paz al alma de tan solo verlos.

Tragó grueso cuando la pregunta clave atravesó por su cabeza, ¿Cuánto costaba todo eso? Podría asegurar que solo el recibidor costaba más que su departamento completo. Un sentimiento de agobio se apoderó de él al darse cuenta que el simple hecho de arreglar un plato roto en aquella casa podría ser un acto lujoso, sabía que el padre de la chica tenía una posición pudiente y que contaba con múltiples empresas e inversiones, pero nunca había imaginado hasta qué grado puede llegar la comodidad de los ricos.