📖CATORCE📖

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«-ustedes dos están locos... - se quejo Farlan, tenía cara de pánico, lo entendía, también había temido que perdería a Ami.

El dolor del golpe duro varios días después, apenas si podía respirar, aunque tuve una buena enfermera con un alto nivel de culpabilidad. Tardamos semanas antes de volver a intentar usar el equipo, hasta que medio año después, ya nos habíamos viento expertos usándolo.

El equipo nos sirvió para las entregas, hacíamos más en poco tiempo y de alguna forma, nos habíamos hecho tan buenos que siempre lográbamos escaparnos de la policía, que constantemente nos perseguía por posesión ilegal del equipo de maniobras. Era toda una aventura ser perseguido por la policía, o al menos eso decía Ami, solo usaba el equipo para buscar problemas, no había cambiado en nada durante los últimos años.

Estábamos por cumplir 17 años... O quizá eran 18... Cuando sucedió lo inimaginable...»

Tenía mucho que procesar: primero mi padre no nació siendo todo un experto, segundo Ami sufrió tanto como el y aun así es la madre amorosa de siempre. Hasta ahora, mi padre me parecía alguien perfecto, pero quizá sólo era un chico normal con una vida difícil, solo era un hombre con secuelas de guerra que intenta criar a un hijo en el mundo nuevo que ayudó a construir. No importaba cuántas páginas leyera, no entendía la gravedad de cada hecho, no entendía ¿por qué guardalo en el olvido?

«Farlan y yo habíamos salido de la tienda para hacer las entregas, Farlan bromeaba en el camino y el día era como cualquier otro, esperaba que pronto nos siguiera la policía como cada día, fue una sorpresa darnos cuenta de que no sucedió.

-¡es nuestro día de suerte! - comentó Farlan cuando nos detuvimos a revisar la dirección de la entrega.

-no cantes victoria - me queje desdoblando la hoja con la dirección.

-¿quién diría que serias supersticioso? - pregunto sarcástico.

No lo era, no lo soy. Pero en aquel momento, la falta de oficiales era una mala señal, o había surgido una emergencia en la superficie o algo malo estaba por ocurrir.

-vamos, demonos prisa - dije sin responder a su pregunta y regresando a nuestra travesía.

La inquietud me mataba lentamente, me irritaba al grado de tener que dejar que Farlan negociará (no era bueno en ello, tenía demasiada consideración con los compradores, solo bastaba con que le contratan una trágica historia y el cedía).

-listo, esa fue la última entrega - anunció después de una hora de ir y venir por los límites de la ciudad.

-volvamos - dije y sin esperar respuesta me lance camino a casa.

-¡Hey! ¿Por qué la prisa? - se quejo cuando me alcanzo.

No respondí, aunque lo dijera sonaba como una tontería, pero podía sentirlo, algo no andaba bien. Salte por todos los edificios a máxima velocidad, Farlan no pudo seguirme el paso a mitad de camino y lo deje atrás. ¿Debía ir a la tienda o a casa? No tenía ni idea de a dónde ir en aquel momento, por una fracción de segundo el pánico me había dominado por completo, como si alguien me hubiera arrojado un balde de agua fría y la temperatura me haya dejado paralizado.

-¡maldición! - dije chasqueado la lengua, no podía concentrarme.

La tienda ya debía estar cerrada, Meghan y Ami cerraban cada que Farlan y yo salíamos. En el tiempo transcurrido, ellas debieron ir a casa. Debía ir a casa. Aumente la velocidad hasta el límite... Veía la casa a lo lejos... Cada vez más cerca... Estaba a unos metros de ella, cuando el sonido de vidrios rotos y luego gritos  me regresaron a la realidad.

-¡NO, NO TENEMOS NADA! - escuchaba gritar a la abuela.

Debían estar robando la casa...

-¿pero si son comerciantes? Bueno tu no abuela, pero la chica apuesto que si - hablaba un hombre, su voz era demasiado grave para ser alguien joven, así que debía ser uno de los miembros más antiguos de la secta subterránea.

La secta subterránea era la que se encargaba del mercado negro y los trabajos sucios del reino. Quería acercarme a la casa, pero antes debía ver cuántos eran y si estaban armados. Odiaba haber tenido la razón de que estaba por pasar algo.

-¡OIGAN IDIOTAS! POR SI NO SE HAN DADO CUENTA LOS RICOS SON USTEDES AQUÍ ABAJO, MALDITOS ASESINOS - Ami sono impotente y desesperada. Quien sabe cuanto tiempo llevaba así.

-¡ah! La chica tiene agallas - decía el mismo hombre.

A través de la ventana veía a unos 5 sujetos, contando al líder que era el que hablaba. Acabaría con ellos.

-veamos cuanto te dura esa boca - amenazó el sujeto.

-¡NO DEJENLA EN PAZ! LLEVENSE LO QUE QUIERAN PERO DEJENLA - comenzó a gritar la abuela desesperada.

No podía simplemente quedarme viendo, sin ningún plan debía actuar. Me hervía la sangre y la adrenalina estaba al tope, así que fue fácil arrojarme hacia delante con el equipo y entrar por la ventana rompiendola.

-¿qué no escucharon? - pregunté entre dientes.

-el gran Levi, jamás pensé que llegarías tan pronto - saludo el líder.

Ni siquiera sabía quién era el sujeto, solo pensaba en las mil formas de matarlo por intentar hacerle daño a mi familia.

-nos divertiremos mucho - continuó diciendo el intruso - Fenyu, Connan encarguense de las mujeres, asegúrense que paguen por su rebeldía...

En el momento, lo único que pensé fue en atacar primero, estaba en desventaja y lo menos que podía hacer era ser el primero en moverse. Mi error, fue ir contra el líder primero, el ya esperaba que lo hiciera, así que bloqueo cada golpe y patada que le di, se burlaba con los gritos de la abuela y Ami de fondo. ¿Dónde demonios estaba Farlan?

-esperaba más del tan conocido Levi, ¿acaso Kenny no te enseñó bien? - se burlaba el lider cada que me devolvía los golpes.

Yo ya sangraba de la boca y tenía un par de cortes en la cara que no sentía.

-¡estúpida anciana! - oí que se quejo uno de los secuaces. - pagarás por eso...

Había perdido concentración, el líder me golpeó fuertemente en la cara hacíando que me estrellara contra el piso, ya no podía mas. El golpe me aturdio, la vista se me desenfocaba; pero a lo lejos distingue a la abuela Arai, estaba de rodillas con las manos atadas por la espalda, estaba luchando por liberarse, no lo consiguió, en su lugar el sujeto se volvió loco y se su chaqueta sacó un cuchillo. Despertado intente levantarme, pero el líder me tenía contra el suelo obligándome a mirar lo que estaba por pasar. Una puñalada en el estómago... Dos puñaladas en el estómago... Tres puñaladas... Y el tiro de gracia: un profundo corte en el cuello... La sangre salió disparada en todos lados, rápidamente la abuela perdió fuerzas y en su mirada se quedó grabada su última súplica: protege a Ami...»

Levi's diaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora