El Afortunado

661 82 366
                                    

Hello! Aquí Isita presente, publicando un nuevo, cortito y bobo one-shot que conseguí escribir hace unos días, y que ahora ya está más bonito gracias a la gran ayudita que me dieron corrigiéndomelo. Espero con todo de mi kokoro que sea del agrado de los lectores y le den amor uwu.

Dedicatoria: Con todo mi amor y pendejez de nacimiento para ReinadeTormentas, la futura artista que adornará mis historias con sus bellas portadas. Desde aquí te deseo que pases un muy feliz cumpleaños a pesar de las circunstancias y te trasmito todo mi cariño a través de este intento de cosita cómica con tu amado Zeke <3. Rezo por que te guste y te envío una mordida en cada cachete. Loviu uwu.

.

.

.

A sus veintiún años, Zeke creía que, dentro de lo que cabía, tenía una vida normal y casi, casi perfecta. Con su eterna apariencia de surfista, rubia barba y ondeada melena, y un notable entrenamiento físico en sus ciento ochenta y tres centímetros de altura, se consideraba un chico apuesto y muy por encima de la media. Aun así, su horrible vista era el único pequeño defecto que sí le hubiese gustado poder cambiar de su persona. Las lentillas le resultaban insoportables, por lo que debía conformarse con sus permanentes lentes bifocales de armadura redondita y dorada que evitaban que el mundo no fuera más que un montón de manchas ante sus grises ojos, pero los cuales sentía, le restaban un poco de atractivo.

Cursaba la carrera de Gastronomía en María, la universidad más cercana a su casa; más específicamente, la universidad que quedaba a menos de medio kilómetro de su casa. Aun así, no todo quedaba allí cuando su día de estudios terminaba. Una vez acabadas las clases, nuestro Zeke se dirigía directamente al restaurante que poseía su familia para ayudar en él, siendo el buen hijo que se suponía debía ser.

Construido junto a la vivienda familiar, el local se comunicaba con esta a través de una puerta que conectaba ambas cocinas, lo que lo hacía perfecto para que cualquier en casa pudiese echar una mano cuando se le necesitaba.

Si bien el sitio no era demasiado grande, las paredes pintadas de color crema —mayormente ocupadas por grandes ventanales— otorgaban la engañosa sensación de amplitud, la cual parecía reforzarse, aún más, gracias a la clara madera de roble que cubría el lustrado suelo y daba forma a la barra, así como a los conjuntos de sillas y mesas que se esparcían por todo el restaurante, pulcramente cubiertos de manteles a cuadros blancos y rojos que otorgaban un ambiente muy hogareño y familiar.

Así que, de seguro ahora te preguntarás si es que este atractivo y trabajador joven tendría novia: pues la respuesta era no. Nuestro apuesto universitario se encontraba en su más libre soltería, aunque, si somos sinceros, estaba soltero solo porque quería; después de todo, Zeke podía exclamar con orgullo que gozaba de una «pequeña» lista de pretendientes en la universidad; porque, vamos, ¿a quién no le hacía babear el típico rubio guapo y fortachón?

Entonces, ¿por qué este gran prospecto de hombre no tenía pareja?

—Buenas tardes, Zeke.

He ahí la respuesta.

—¡Oh, Levi! Llegas temprano hoy —comentó él con evidente alegría, volviéndose a ver al recién llegado que, tan religiosamente como cada tarde, se encontraba sentado en uno de los taburetes junto a la barra.

—Tenía tiempo —contestó este encogiéndose de hombros; nublándole momentáneamente los sentidos con aquella voz tan grave, profunda y sensual, que desde hacía rato lo volvía loco.

—¿Cómo te fue hoy en el trabajo? —preguntó Zeke, apoyando ambas manos sobre la barra para inclinarse un poco hacia adelante, dándose así el lujo de observar los filosos y bonitos ojos azul zafiro que encantaban esa cara, y los cuales acabaron siendo su perdición.

El Afortunado ░ RiRenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora