Para ti, porque nada es más hermoso que tú cuando irradias felicidad, porque extraño lo melodioso de tu risa, por lo que significó para mí aquel pasajero encuentro, porque a pesar del tiempo continúas cantando en mi mente.
xoxo.
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Había una vez, una doncella de larga cabellera morada, de un morado electrizante y cautivador. Llamativo como las uvas de un saludable viñedo. Usualmente acompañada de un libro de un grueso empastado, que leía y releía, con la misma historia de amor; la historia de amor de dos jóvenes que, a pesar de amarse con locura, no podían estar juntos.
Nuestra querida doncella sentía tristeza, tristeza por aquellos dos protagonistas que no podían disfrutar de aquel precioso deseo de ser felices juntos. Tristeza por no poder vivir una historia de amor, por no poder encontrar a la persona que complemente su exquisita y saludable ensalada de frutas; sin embargo, intentaba no concentrarse en los aderezos faltantes de su ensalada, sino en las frutas con las que constaban la ensalada de aquellos dos jóvenes de su historia de amor favorita.
Frutas como desinterés involuntario, falta de reciprocidad. Frutas que, al principio, son asociados a que una de las partes tiro la toalla. Y puede ser que sí.
Por eso Jinyoung piensa en el inicio, en los pedazos restantes de la chispa que acunaba en su pecho; en los momentos que su corazón atesora como fotografías viejas. Por eso Jinyoung recuerda el último día en que ambos estuvieron juntos, en como su amado recostaba su cabeza en su pecho, en como escuchaba los sollozos del menor, en como sentía las tibias lágrimas mojar el edredón y, a su vez, su sudadera de algodón.
Park recuerda la sensación en su pecho. Recuerda la agonía que sentía, como devoraba las pocas esperanzas que tenía. Recuerda contener sus propias lágrimas, tragar su propio nudo. Nudo que apresaba su voz, nudo que ahorcaba su latente corazón.
"Por favor... Por favor, no te vayas" susurró, intentando esconder su dolor. Intentando parecer que la serenidad abundaba en su ser, que todo saldría bien si se tenían... si luchaban... si no se rendían.
"Perdóname... Jinyoungie... Perdóname, por favor, perdóname" murmuró con un hilo de voz el contrario. Bambam murmuró reiteradas veces, en matices y sonidos diferentes.
Cada "perdóname" aún más desgarrador que el anterior, convirtiendo, lo que solía ser un ambiente acogedor y de paz, en un precipicio. Un precipicio espacioso, carente de final. Tan ancho y profundo que Jinyoung sentía que jamás llegaría a tocar fondo.
Park se sentía caer, de forma rápida e interminable.
"Dime que aún lo quieres, Bammie...", silencio. "Dime que lo quieres... a pesar de que estamos a mil millas de distancia del día que comenzamos", sollozos.
