El octavo día fue un poco sentimental. La verdad es que lo que había pasado con Peter me hizo bajar a tierra. Me acuerdo que la noche anterior me prometí no ser más la chica fría con todos, ellos estaban pasando por lo mismo que yo y si no me aferraba a eso iba a explotar. Y eso no era algo bueno.
- ¿Cómo está? –me dijo el chino cuando baje las escaleras. Yo me acerque y me senté a su lado en el sillón. Cuando iba a hablar un relámpago sonó y todos nos asustamos. Aun no estábamos acostumbrados a que caigan cada cinco minutos.
- No lo sé, la herida se ve como lo dijo el doctor pero le duele mucho.
- Que mierda loco, ni una bien nos sale.
- Yo creo que nos salieron bien varias. Tenemos un supermercado a dos cuadras, estamos en una casa y no estamos solos.
- A vos te encantaría estar sola.
- Na, a decir verdad odiaría estar sola. Sé que fui muy fría al principio y parecía que los odiaba a todos pero no lo hago –recuerdo que él sonrió y suspiro.
- Te cambio ¿eh? –junte mis cejas y lo mire sin entender. Él se rio suavemente y espero a que Bella fuera a la cocina porque si no iba a escuchar –estar con Peter.
- No estamos juntos.
- Los demás todavía no se dieron cuenta pero jamás te hubieras puesto así por cualquiera de nosotros.
- No sé de qué estás hablando.
- No le voy a decir a nadie, además no es nada malo. Y no me refiero a que están juntos como pareja o lo que sea, en realidad solo hacen sus cositas.
- Ay por favor –él se rio y yo me pare del sillón. Lo mire y decidí no hacerme la boluda simplemente para hacerle un chiste porque eso que había dicho lo ameritaba – y no le digas cositas al sexo estúpido, estas bastante grande como para pronunciar la palabra sexo –el estallo de la risa y yo revolee los ojos.
- Mariana –me llamo cuando estaba caminando para la cocina, yo me gire y asentí para que hablara – ¿Te puedo dar un abrazo? –me quede dura y él se paró y acerco a mi esperando una repuesta. Yo asentí despacito y me abrazo. Creo que yo no se lo devolví pero simplemente deje que lo haga.
- Lali... así me dicen todos –le dije y me soltó. Sonreí y en vez de la cocina fui hasta mi habitación.
Nunca llevábamos la cuenta de las horas porque ninguno tenía un reloj pero supongo que eran como las cinco de la tarde. Entre y Peter estaba con Úrsula que le estaba curando la herida. Me senté en la cama y me uní a su conversación.
- ¿Sabes? siempre me gustó mucho el olor a la lluvia pero últimamente me estoy cansando de eso –dijo Peter que estaba intentado moverse porque Úrsula le había dicho que el doctor dijo que lo hiciera.
- Petricor –dije mientras prendía una vela nueva porque la otra se había apagado.
- ¿Qué?
- Petricor es como se le dice al olor de la lluvia cuando cae contra una superficie seca.
- ¿Estudias algo relacionado con la literatura?
- No, abogacía –me senté en la cama de vuelta con mis piernas cruzadas y vi la cara de Peter sorprenderse porque le conté algo relacionado con mi vida. Lo único que sabía era mi cumpleaños y que me decían Lali.
- Te veo como abogada... -sonreí porque era todo un alago y suspire.
- Mi papa era abogado y siempre estuve interesada en la abogacía. Él se murió cuando yo tenía cinco años –nos quedamos en silencio unos segundos- y mi mama tiene alzhéimer avanzado asique está en un centro de ayuda –él junto con un quejido se acomodó apoyando su espalda en el respaldo de la cama y así quedar sentado.
- No hace falta que hables de vos. Se que te jodi mucho con eso pero no hace falta si no lo queres.
- Vos preguntaste, yo te conteste... y aprovecha porque no creo que este momento de sinceridad dure mucho.
- Yo tengo dos hermanos. Uno más chico y uno más grande. Bautista y el Pepo –rio y yo me acomode un poco para quedar igual que el – Martin, mejor dicho. Se casó hace poco. Mi vida era perfecta para ser sincero, nunca me falto nada. Mis viejos siempre me quisieron y los tengo a los dos. Mi mejor amiga era como mi hermana, le encontraron cáncer de piel hace como un año y... la semana pasada se murió –recuerdo que mi corazón empezó a latir fuerte y no sé si era porque su mejor amiga y la mía estaban muertas o porque el contarnos nuestras historias significaba dar un paso más y aun me sentía culpable – fue fuerte porque la vi deteriorarse de a poco. Cuando paso lo del accidente estaba yendo a su funeral
- Entonces tu vida no era perfecta
- Lo era, hace mucho tiempo
- Si comparas con la mía seguro te vas a sentir un poco más afortunado –giro su cabeza y me miro. Ahí vi que sus ojos estaban aguados –Mi papa murió de un paro, no tengo muchos recuerdos con el aunque sé que era un tipo muy serio. Pero conmigo era todo lo contrario. Y mi mama tiene alzhéimer hace como unos cinco años, no podía tener hijos a pesar de que intentaron y después bueno, llegue yo –reí y él sonrió
- Che Lali –dijo el chino tocando la puerta. Peter suspiro y yo reí mirándolo. Le grite que pasara -vos que sos buena cocinera. ¿Podrías cocinar vos? –asentí y el aplaudió a la vez que salía sin cerrar la puerta.
- Justo ahora tenía que venir –solté una risa y lo mire.
- Espero que toda tu familia este bien –el sonrió y yo lo bese antes de pararme pasa salir
- Lali –me gire y asentí –yo también espero que tu familia este bien.
- Ojala –nos sonreímos y antes de salir me acerque y lo abrace con cuidado por su herida.
Desde ese día todo cambio para mí porque empecé a encariñarme con cada uno de ellos. Bueno con la excepción de él porque ya estaba encariñada hace bastante.
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Ramé
RomansaLluvia, caos, un accidente y diez personas que se ven obligadas a convivir juntos por un tiempo. Necesitan sobrevivir, y piensan hacer lo que sea necesario para esperar a que la tormenta pase y poder salir para ir con sus familias. Aunque bueno, no...