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⇝ —Necesito los dos días, porque la despedida de soltera será mañana y la boda al día siguiente —explicó Jimin a su jefe, detallando los motivos por los cuales tendría que ausentarse esos días.

—Entiendo —resopló melancólico. —Que envidia... —apoyó su codo en el mesón y su mejilla en el puño. —Al menos, tienes una vida interesante, te invitan a fiestas y puedes emborracharte sin culpa, en cambio yo... —soltó un exagerado suspiro. —Olvidé la última vez que tuve una cita, siquiera... amigos no tengo, y novio... ¡Pft! —rio triste. —Ni hablar... todos unos tarados, celosos o infieles.

—Sólo me invitó porque soy su hermano —le restó importancia el repartidor, sintiéndose mal por su jefe. —Yo no tengo ni acompañante para la boda... ¿Puede creerlo? —intentó empatizar. —¿Hay algo más patético que llegar a una boda sin pareja?

—Feliz iría contigo, pero... hay que trabajar —torció la sonrisa. —Si no se trabaja, no se pagan las cuentas en este sitio.

—Lo sé, hyung —Jimin inevitablemente miró por el ventanal, hacia la florería. —¿Estará bien sin repartidor?

—Sólo serán dos días... —hizo un gesto con su mano, quitándole importancia. —Bon Apettit sobrevivirá.

—Gracias —hizo una reverencia y Seokjin negó con la cabeza. Jimin era su mejor empleado.

Al día siguiente, y tal como lo había pensado, Jimin decidió cumplir la promesa hecha a su hermana, de regalarle el ramo más bonito para que luciera el día de su boda. Sólo en un lugar podría encontrar lo que buscaba, y no dudó en dirigirse a la florería Pétalo. Era extraño ir a ese lugar, sin su habitual uniforme de repartidor, para entregar el pedido de cada día. Luego de repetir aquella rutina por dos semanas, se comenzaba a acostumbrar. Sin embargo, no ese día.

Las campanillas sonaron como siempre, y Jimin se quedó de piedra al encontrarse con algo que lo tomó por sorpresa. Frente a él, pero dándole la espalda, se encontraba el dueño del local. Yoongi, como lo había nombrado Taehyung hace tres días, hablaba con su ayudante, o más bien, discutía con él. Jimin no estaba seguro de qué era lo que pasaba allí. Pero, lo que realmente lo tenía de pie como una piedra en la entrada de la florería, era la profunda y melodiosa voz de el rubio. Él le había escuchado, en todo el tiempo que llevaba trabajando en el restaurante del frente, máximo dos frases, de no más de dos palabras, por lo que, escucharlo hablar fluidamente con el castaño, era extraño y despertaba la curiosidad en Jimin, quien no entendía porqué no lo hacía con mayor frecuencia.

—¿Cómo que no tienen repartidor? ¿Estás seguro que llamaste al número correcto? —decía Yoongi, ajeno al recién llegado.

—S-Sí, s-sí...

—Pero, es que esto nunca había pasado antes... —continuó el rubio.

—Hy-Hy-Hyung... —Taehyung, reparando en la presencia de Jimin, intentó advertirle al mayor. Sin embargo, Min Yoongi estaba con la cabeza en otro sitio.

Entre Lirios & Peonías [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora