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Narrar la historia de un desamor es la parte más triste dentro la vida del protagonista. Tener que recordar el fallido romance y esa inevitable ilusión que llega a angustiar al lector. Pensar detalladamente en aquella persona que era, es y seguirá siendo especial.

Ser el protagonista de una tragedia es lamentable, sí, la mayoría dice que lo siente, como si hubiera sido un error enamorarme de él; quererlo.

Mentiría si dijera que me arrepiento, porque no, no lo hago. No enmendaría mi pasado para quitarlo de mi corazón antes de someterme a semejante llanto desolado, deseándolo.

Él no tenía la culpa.

Ella tampoco.

No había culpable, pero en el fondo quería encontrar un usurpador. Alguien al cual hacer responsable. Patético, de verdad era patético. Ciertamente, yo no tenía ninguna razón para justificar en un espectador mi pena, pero tenía la necesidad.

Más de una vez tuve que oír el aburrido monólogo de cuán mierda puede llegar a ser amar. Prestarle atención a las aves volar era más interesante que escuchar las palabras de personas resentidas.

Vaya rencor.

El amor no es una basura, es el público que no sabe amar correctamente. Aunque, ¿quién soy yo para definir qué es entregar cariño según el reglamento? Como si hubiera uno. Gracioso.

Y este era mi propio diálogo con mi reflejo por las mañanas grises. Puede que él se haya llevado un poco de mí, pero no era nada que el tiempo no pudiera curar. Monótono, cansador, una pulcra rutina.

Él era demasiado, quizás por eso no logro quitarlo, patearlo fuera de mi corazón y cerrarles las puertas de una vez.

Pero conservo cada cosa que él me regaló.

Tengo sus fotos en la pared.

El sonido de su voz se mantiene fresco en mi cabeza, dulce, delicioso y abrigador.

Atesoro el sabor de los besos que tuve por casualidad, o quizás no.

¿Por qué el querría besarme? No lo sé.

Yo no era la chica de sus sueños, supongo que ni siquiera me acercaba a ser el dueño de cada suspiro que dio al verla pasar. Tengo envidia de su lindo cabello; largo, perfumado, se veía linda cuando usaba adornos de flores. Él lo decía. No tenía el delicado hablar que halagaba sin parar, me irritaba escucharlo y sentir lo enamorado que estaba.

Su lugar era en tus brazos, mientras que el mío era ser el espectador de su romance. No quería estar ahí.

Desearía ser ella, Mark.














gracias por leer:)

Heather [markhyuck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora