Capítulo 18 - Mis bolas

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Vallolet y yo nos quedamos mirando, volteo viendo al posible culpable de haberlos dejado entrar

¿Por qué mierda no avisó?

Tendré que hablar después con Richard de esto

- ¿Qué hacen aquí? – pregunto mirando la cara perpleja de mi madre

- Vinimos a ver si era verdad que vivías con esta – dice mi madre y volteo los ojos

¿Por qué carajos no me dejan tranquilo?

- Pues ya lo viste así que te puedes dar media vuelta y largarte – digo furioso, mi papá mira a Vallolet y ahí es cuando caigo en cuenta que está semidesnuda. Me coloco de pie, recojo mi camisa del suelo y se la coloco en las piernas – como te darás cuentas no estamos aptos para recibir visitas, les agradezco la visita impertinente pero tenemos cosas mejores que hacer – digo señalando la puerta

- ¿No eres tú Vallolet Sommers? – pregunta mi padre y frunzo el ceño

- Si señor, soy yo – responde Vallolet mirando a mi padre – disculpe ¿nos conocemos? – pregunta de vuelta

- Claro que sí cariño, el testarudo de tu padre es un gran amigo pero no lo he visto en algunos años; por cierto, ¿Cómo está él? – le pregunta a Vallolet con una sonrisa cariñosa y eso se me hace muy extraño

¿Cómo así?

¿De qué me perdí?

- Él está bien y asumo que no lo ha visto porque lleva un tiempo fuera del país – responde y hago señas a mi padre para que me preste atención

- ¿Desde cuándo conoces a Vallolet? – pregunto

- Desde que era una niña pero dejé de verla a sus quince años cuando fue a la universidad – responde y eso no solo me deja a mi sorprendido, sino también a mi madre y aunque no me lo esperaba, río al ver la cara de espanto de mi madre – cariño, siempre te vi como mi sobrina pero ahora que estás con Dilan es como tenerte de hija – detengo mi risa al escuchar ese comentario –me alegra mucho volver a verte y Dilan tiene razón, mejor nos vamos – dice mi padre sonriendo mientras se despide llevándose a mi madre casi a rastras

Ok

Eso resulto entre gracioso e incomodo

Sin comentar lo ocurrido, empezamos a tontear en el sofá cuando siento que la puerta del ascensor se vuelve a abrir pero a mi sorpresa, esta vez es Isabel.

Rápidamente dirijo mi mirada a la compañía de Isabel

Katiana

Instintivamente miro a Isabel y ella abre los ojos

- No me mires así – dice acercándose – ella se coló en el ascensor y créeme, no estoy para ensuciarme con esta basura – señala con desagrado a Katiana – así que decidí que fueras tú mismo quien la sacaras o si quieres arrojarla del balcón igual diré que no vi nada – habla en risa

- Y como abogada alego que le dio un ataque de histeria y se arrojó solita al encontrarnos haciendo el amor – dice Vallolet, volteo a verla y está con una sonrisa

- Tan chistositas – dice Katiana con cara de fastidio – imagino que se llevan súper bien la mujercita y la amiguita – habla pero mi mirada está en Isabel que me pregunta por la situación con la mirada, le hago señas que le explico luego y asiente a mi respuesta

Tantos años ya nos comunicamos por señas

- Fíjate que sí, esta amiga y mujercita como nos has llamado se llevan de maravilla – responde Isabel colocándose frente a Katiana – aparte de tener en común que adoramos a Dilan, te detestamos a ti – dice y se acerca a Vallolet, yo simplemente quedo entre todo el espectáculo como simple observador – ¿Cómo estas cariño?, Dilan me dijo que tienes una colección de bolsos para volverse loca; vamos a verlo y dejemos a Dilan que saque la basura, igual es un oficio para caballeros – dice abrazando a Vallolet

Frenesí en la Perla IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora