— ¿Por qué me hacen esto? — les pregunté con lágrimas en mis ojos. Aún estábamos en la fuente y ya estaba oscuro. El sol ya se había ido, mi único amigo en aquél momento.
— Para evitar que no se te ocurra llamar a alguien. — responde mi tía Claudia. Expresaba odio. ¿Por qué? ¿Qué les había hecho?
— ¡Pero no entiendo por qué lo hicieron! — grité. Lo único que pensé fue que no querían que yo tuviera comunicación con el exterior si ellos me hacían algo. ¿Es así como comienzan a atormentarme? Pensé.
— ¡Cierra la boca! — Marcus me grita en mi cara y me da un golpe muy fuerte en mi débil boca. El impacto causó que volteara mi cara hacia otro lado. Mis ojos temblaron. Me sentí mareado. No escuché nada por un momento y la sangre que salió de mis labios salpicó en la camisa azul de Robin y la blusa blanca de Sarah.
Yo los ví. Les pedía ayuda en mi mente. Gritaba. Pero sus caras no expresaban preocupación al ver lo que acababa de pasar.
— ¡Ya basta! — Mi tía me sujeta de mi camisa roja. Jala mi camisa y me acerca a ella cara a cara. — ¡No grites más o te pasará algo peor!, ¿Entiendes?
Yo la miré asustado. Mi propia tía me estaba haciendo esto. Pensé que ella sería mi apoyo en el dolor por la pérdida de mis padres. Me sentí devastado. Estaba asustado.
— ¡¿Entendido?! — me repitió. Su mano la puso en mis labios apretándolos fuertemente. Sentí más dolor porque había tocado la herida que causó el golpe que me había dado Marcus.
Yo asiento débilmente. Luego, ella me suelta bruscamente y empuja mi cara al soltarme. La sangre cayó en la tierra. Al ver la sangre me sentí más aterrado.
— Anda a lavarte. — ordena mi tía. Mientras se da la vuelta y se va con mis primos a los que apenas conocí. ¿Eran malvados? No quería etiquetarlos.
Me toqué los labios con mis dedos haciendo un intento de detener la sangre. Me habían dejado afuera. Luego de que los ví entrar yo me dirigí a la casa.
Al entrar, estaba oscuro. No veía casi nada. Fue cuestión de tiempo y agarré una vela que se encontraba en la mesa de madera de la sala. No tuve que ponerle fuego, ya lo tenía.
Luego fui al baño. Pero ¿Cuál baño? Pensé. No sabía ni dónde dormiría.
Tuve que caminar despacio por toda la casa. Caminé por un pasillo muy acogedor. El sonido del viento entraba por las ventanas. Las pisadas causaban un sonido molesto. La vela la puse justo en frente de mi. Caminé con sumo cuidado. Imaginé que mi tía y mis primos habían subido al otro piso a dormir.
Entonces, llegué a la parte trasera de la casa y encontré la cocina. Vi el lavaplatos en una esquina que apenas se podía ver por la luz de la luna que entraba por la ventana. Y no podía hacer más nada que lavar mi cara ahí. No quería seguir recorriendo la casa. Me daba miedo.
Luego me dirigí rápido al lavaplatos y empecé a lavar mi cara con el agua fría que salía del grifo.
¿Ahora, que sigue?. Sólo sabía que a una herida había que lavarla y luego desinfectarla pero ¿Donde estaba el alcohol y el algodón? Mis padres me habían enseñado eso. No tuve de otra opción que sólo lavarme la herida y parar el sangrado. Lavé mi labio, apenas podía tocarlo, estaba hinchado y morado. Me dolía demasiado.
Luego salí de ahí. Ya tenía sueño. Ahora pensaba ¿Dónde dormiré? Tuve que ir a la sala. De tan sólo pensar que tenía que regresar por ese pasillo tan tenebroso y pasar por unos cuantos lugares de la casa en la oscuridad para llegar a la sala me aterraba. Pensaba en el coco, en el monstruo que salía de noche, mis padres me contaban eso sí me portaba mal. No quería subir al otro piso. No quería que mi tía se molestara conmigo de nuevo.
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Yo, Asher [EN PROCESO]
Mystery / Thriller[SIN EDITAR] Supongo que ustedes creen que lo bueno es bueno y lo malo es malo. Pero yo no. Yo creo lo que pienso. Hice lo correcto, o lo que creí que era correcto. Mi nombre es Asher y esta es mi historia. La verdad de mi historia. Copyright © Todo...