"A veces las personas cargan con más infiernos de los que dejan ver"
Oscuro.
Así le gustaba.
Caminar por las calles casi desiertas, con solo algunos ebrios por ahí, unas cuantas "mujeres de la calle" por allá. Lo normal. Le encantaba el aire nocturno, esa oscuridad peligrosa acechando desde las esquinas siendo seductora ante sus ojos.
Con su andar tranquilo se alejó de esos lugares, enfilando hacia su destino, donde su favorito lo esperaba.
Sonrió frío ante el recuerdo y llamas de excitación anticipada lo recorrieron cuando se internó en ese edificio de departamento mortalmente silencioso. Nadie y nada se interponía en su camino, ni siquiera la puerta que se abrió con un triste rechino.
Estaba cerca.
Terminando de cerrar las distancias, avanzó por ese pasillo que ya tan bien conocía, el susurro serpenteante llamándolo, guiándolo hasta aquella habitación hecha un caos; lo más importante de todo yaciendo despatarrado sobre la cama. Lo que realmente le interesaba.
Deslizándose con una maestría admirable y sin esfuerzo, llegó frente al sugerente cuerpo apenas cubierto por una sábana. Le encantaba eso de él. De su víctima.
Nacido de los anillos del infierno, su alma oscura y demoniaca había sido creada con un solo propósito. Alimentarse de los humanos a base de placer. Engatusarlos en medio de la noche, ser una continuación de sus fantasías sexuales, de sus anhelos, de sus deseos, todo oculto en la bruma del sueño mientras se alimentaba de su energía y con eso él podía vivir. Una pulsera de acero en su mano derecha siendo lo que lo mantenía encadenado a la Tierra para cumplir su labor.
Íncubo, es como la gente lo había llamado.
Desde su punto de vista, solo era un demonio de la noche. Un demonio que entregaba placer a quien se lo pedía.
Un demonio, como varios más, de la lujuria.
HongJoong podía escuchar claramente el llamado de millones de almas insatisfechas que clamaban por ser saciadas y complacidas. Que en la privacidad de sus sueños, pedían por un amante que los consolara y le demostrara las riquezas que la lujuria podía entregar. Y eso exactamente era lo que les daba.
Con sus ojos brillantes, su sonrisa seductora y sus rasgos angulosos, HongJoong los captaba con su encanto presentándose en mitad de la noche en sus sueños, su voz los atraía y un solo beso bastaba para que gimieran contra su boca y pidieran más. Y él se los daba.
A cambio, ellos le entregaban parte de su alma, su energía. Lo que para HongJoong era igual a un banquete, para los humanos solo les costaba unos días de cansancio y ya.
Claro que había algunos humanos que eran insaciables. Seguían pidiendo sus servicios en las noches, insistentes, pero HongJoong no era de repetirse el mismo plato dos veces, a menos que le interesara.
Y este humano en particular le interesaba. Valía la pena volver cada cierto tiempo, para cumplir su llamado. Le gustaba.
¿Sería acaso su alma desesperada lo que le atraía? ¿Esa necesidad que lo llamaba apremiante pidiéndole que lo poseyera y se llevara con él pedazos de su angustiada alma, lo que más le encantaba?
O tal vez era su entrega. Tan pasional y demandante.
Pasando un gélido dedo por la pierna desnuda que sobresalía por entre las sábanas, lo recorrió desde la pantorrilla, pasando por sobre la rodilla y más allá del muslo; un preámbulo de lo que probaría. Sin detenerse ahí, continuó su camino hasta que con una mano tomó el durmiente rostro y capturó sus labios en un tórrido beso.
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Guilty Night [SeongJoong |+18]
FanficSer un íncubo definía la vida de HongJoong. La vivía, la respiraba y sobre todo, la gozaba. Vivía para satisfacer almas deseosas y sus fantasías sexuales, hasta que se topó con un humano en especial. Correcto, demasiado perfecto, Park SeongHwa prese...