CAPÍTULO 16

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Llegamos al instituto 1 hora tarde. Sabía que eso podía causarle algún tipo de ansiedad a mi madre, pero no pude resistirme a aquel chico de cabellos rizados.

Cuando me encontré con Sofía le conté que había venido mi mejor amiga, Ana. Le dije que hoy iba a salir con ella, que teníamos que ponernos al día y mañana se la presentaría.

—¡Noo! no me vayas a dejar hoy en mi casa... Y ayer tampoco estuviste conmigo.

—Ya, pero es que tengo lío, ya mañana puedes venir.

—Va, y el viernes quedamos.

Entonces pensé que lo que me apetecía hacer ese viernes no era salir con las chicas, sino con Marcos. No lo quería admitir entonces, pero disfrutaba mucho del tiempo a su lado. 

Empecé a pensar que no tenía tiempo para todo el mundo y se me ocurrió la idea de juntarlos a todos. Haría una reunión con Sofía, Carla, Alba, Marta, Ana y Marcos. También decidí que debía dejar a Marcos invitar algún buen amigo, si es que tenía...

Tras hablarlo con todos quedamos a las 8 en mi casa aquel viernes. Mi madre no estaba en casa, se había ido a casa de una amiga que hizo en reuniones de terapia y se había llevado a Claudia con ella.

Ana y yo estábamos esperando a que llegase la gente, mientras hablábamos de antaño.

El primero en llegar fue Marcos con dos amigos. El mas alto se llamaba Raúl y el mas bajito, Carlos. Ambos iban vestidos de chándal y entendí que eran chicos de su colegio. Esperé con todas mis fuerzas que no fueran tan capullos como el resto de aquel colegio.

Sin embargo, Marcos lucía perfecto. Llevaba unos vaqueros y una sudadera verde, pero aún así parecía el ser mas lindo del universo. Le presente a Ana q mas tarde me preguntaría de donde saque a ese amigo.

—Ana, este es Marcos. Lo conocí en el hospi...—Marcos me cortó.

—Me conoció por unos amigos en el parque,—Me quedé bastante sorprendida de su reacción. Acaso sus amigos no sabían de su hermano. O Marcos no quería que lo supiese Ana.

Luego llego Sofía, con las demás. Lo que no tenía previsto era que Marta traía a dos chicos más, ambos muy atractivos, pero llevaban entre manos una botella de alcohol.

Yo que pensaba hacer una pequeña reunión y presentar a mis nuevo amigos a Ana...

Nos sentamos en un corro y los chicos dijeron. —Que corra el alcohol.

Empezaron a contar anécdotas extrañas, cada vez mas enloquecidas por el alcohol en sus venas.

Los chicos que estaban con Marcos se unieron sin pensárselo. Sofía y mis amigas también. No las voy a juzgar entiendo que quieran desahogarse.

Marcos y Ana se quedaron mirándome esperando a ver si bebía. Decidí dar un pequeño trago por probar. El alcohol comenzó a correr por mis venas, pero no me sentó bien. Nunca había bebido y no esperaba probarlo aún. Debido al dolor de estómago que me produjo decidí salir de la sala.

Marcos y Ana se levantaron y me siguieron.

—¡Eh! Lucía espera—gritaron al unísono.

—Me sentó mal el trago, me duele el estómago.—Marcos y Ana me acompañaron a mi habitación y nos sentamos los tres juntos en la cama.

Al final aquella noche si que tuve una reunión para presentar a mis amigos. Mientras aquellos chicos se emborrachaban, Marcos, Ana y yo tuvimos una conversación profunda pero alegre.

—Bueno y como era vuestra antigua ciudad.—Preguntó Marcos.

—Oye que aún sigue siendo la mía...—rió Ana. —Bueno supongo que tendré que volver. —dijo Ana bajando el tono de voz.

Me acerqué a Ana y le dije. —Sabes que puedes quedarte todo lo que quieras.

Marcos estaba extrañado y le pregunté a Ana si podíamos explicarle al menos una parte.

—Mi padre tiene problemas con el alcohol y mi madre se fue de casa a un hotel. —dijo Ana.

—¿Y te dejó a solas con tu padre?

—No, no. Ella no haría eso. Fui yo la que me escapé. Supongo que me marché porque estaba enfadada con mi madre por rendirse con mi padre.

—Bueno aquí todos tenemos historias tristes que contar. Pero creo que debemos celebrar haber sobrevivido y seguir aquí juntos.
—Ambos sonrieron ante mi ocurrencia y Ana me dio una mirada pensando en que le habría pasado a Marcos. Ya se lo contaría, si Marcos quería.

—Bueno y menudo pedo se han pillado esos de abajo.—Marcos se giró y me dijo—Te va a tocar recoger todo.—Soltamos una risa.

—Si, bueno dentro de una hora les echamos. ¡Y me ayudáis a recoger!

—Vale, vale...

—Como mi madre viese eso. No quiero saber que pasaría.—Ambos riéron, pero ellos no sabían que no lo decía de broma. Creo que mi mirada se volvió triste porque Ana me pregunto:

—¿Estás bien?

—Si, solo otra desgracia de mi vida.

Ambos se dieron una mirada cómplice y dijeron —Cuéntala.

—Bueno pues mi madre... Tiene graves problemas con la ansiedad.

—Oh, lo siento.—Dijo Ana

—Si, ya no me puedo quejar de mi vida.—dijo Marcos.

Estoy segura de que Ana en ese momento se preguntaba que pasaba. Pero como se lo frío que puede ser Marcos aposté por no revelar sus penas.

Nuestra conversación pasaba de alegre a triste a 1000 km por hora. Tan pronto hablábamos de nuestras familias disfuncionales, como de una serie o un libro. Al parecer teníamos gustos parecidos.

Pasó una hora y me vi obligada a echar a toda esa gente de mi casa. Sofía y las chicas se encontraban demasiado pedo. Todos tenían pinta de haber estado enrollándose. Me gustaría saber quien con quien, pero nunca lo supé. Todo fue cosa de una noche.

Tanto los amigos de Marcos, como los míos no podían volver solos. Dejamos a Ana en casa para evitarle aquel mal trago y ayudamos a cada uno a volver a su casa.

La última a la que llevé a casa fue a Sofía, porque se negaba a ir.

—No me aaabandooness.

—Sofía, vamos que tu madre y su novio se van a molestar.

—No, ese es el problema, ni les importa mi existencia.

—No digas eso.

—A ti tampoco, ya me dejaste por tu mejor amiga.—dijo utilizando un tono burlón. —Y por tu novio, el tío buenorro.

Se me escapó una risa nerviosa y le dije. —Anda Sofía vamos, debes descansar. —Y la acompañe a su casa.

Cuando acabamos nuestra tarea, nos encontramos en un parque, cada uno camino de su casa.

—¡Ey hola! Ya conseguiste cargar a todos a sus casas?—Le saludé yo.

—Si, bueno fue un poco costoso, y ahora a rezar porque sus padres no les pillen así.

El silencio se instaló entre nosotros unos instantes. Aquella noche era estrellada y muy especial para mí. Nos encontrábamos al lado del Vips donde comimos tortitas.

—¿Quieres entrar de nuevo a por las tortitas?—preguntó él.

—Ya sabes que sí. Pero Ana está sola en casa y seguramente regrese mi madre antes de que me dé tiempo a limpiar.

Se quedó callado y pensativo y me miró a los ojos. —Aquella noche fue la mejor de mi vida.

El silencio se instaló entre nosotros. Me acuerdo de aquel momento como si fuera ayer. El ambiente era silencioso, solo se escuchaban coches, ya que estábamos en Madrid. Debería decir que todo era precioso, que el parque era verde lleno de flores y agua cristalina. Pero la única realidad fue que estábamos al lado de un cubo de basura cuando el se acercó a mi y me besó.
Hola volvemos con la historia ¿que les pareció? No sé si muchos las continuarán leyendo después del parón pero quiero acabar esta historia
Si les gusto voten y comenten
Gracias ❤️🤙

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