Vainilla.

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Lo extraño...

Extraño la dulce manera en la que me miraba, era como si su mirada me acariciaba. Un poema empedernido todas las mañanas, en la habitación sólo el silencio se escuchaba, una sonrisa se deslizaba por mis mejillas, y el aroma a vainilla en la habitación, era un perfecto indicador de que nos habíamos quedado en trance otra vez.

Deslizaba sus dedos por debajo del edredón, y con voz de pajarito cantor me susurraba: "Buenos días amor" y cada mañana como si fuese la primera vez se me erizaba la piel. Le sonreía intentando calmar mis nervios, me acercaba a su rostro, pero antes del beso, despertaba de aquel monótono sueño. Donde el final de ambos erá: "felices por siempre".

                                                                                        Sra. Sarcasmo

Delirios de la inseguridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora