Prologo

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—Estamos reunidos todos aquí para juzgar a Elizabeth Rose Wood por todos sus crímenes cometidos durante su vida.

Todos miraron al centro donde se encontraba una joven de rodillas, encadenada de pies y manos, su mirada estaba perdida en algún punto, y de sus ojos salían lágrimas sin parar, aún así se encontraba seria.

—Elizabeth, has cometido solo un crimen, y es catalogado como el peor pecado, has mantenido relaciones sexuales con hombres catalogados como prohibidos, nunca vimos nada igual y es por eso que daré el veredicto final en estos momentos.

—Elizabeth Rose Wood, eres sentenciada a regresar a la tierra con una nueva vida.

La anterior mencionada rompe a gritos rogando por su vida, pero sus súplicas no fueron escuchadas, para así arrastrarla por lo suelos.

Todos dirigen su mirada a una puerta que se encuentra alejada de todos y con muchos hombres custodiándola, después de todo se trata de la puerta de regreso.

La puerta es abierta por dos hombres, Elizabeth es empujada a dentro, y lo único que queda de ella es su grito desgarrador asiendo eco en la habitación.

EN LA TIERRA:

Una mujer se encontraba dando a luz, y no se trataba de cualquier mujer, si no la más poderosa de Londres y no me refiero a la reina. Abigail Steven, una empresaria bastante respetada y la más poderosa.

Agarrando la mano de su esposo, dueño del bufete de abogados más grande de todo Londres. Ha la espera de la llegada de su linda hija a la que esperaban con ansias.

Tras unas largas horas de parto, la habitación se llena por el sonido de un llanto, los ojos de Abigail y su esposo se llenan de lágrimas, conmovidos por el llanto de su ahora hija sin saber que ese llanto no era común era de dolor.

La enfermera le entrega a su hija,  a la que  no duda en tomar en brazos, al mirará a su hija una bebe bastante linda quedo encantada con su hija.

Al momento que la enfermera pregunto cuál sería su nombre, Abigail automáticamente contesto Elizabeth, si esposo quedo confundido por el cambio tan repentino de nombre, aunque prefirió quedarse callado, el nombre no le desagradaba.

El infierno existe y se llama tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora