Ahí estaba yo, en un cuerpo que no era mío, con unos recuerdos que no me pertenecían, en medio de una celda y con una lampara en las manos.
De alguna manera u otra, había reencarnado en el cuerpo de Ban, el pecado de la codicia, en el mundo de Nanatsu no Taizai. Ni siquiera sabía si había muerto, pero ahí estaba, siendo mi personaje favorito de ese anime.Dato curioso, estaba atravesado por todo el cuerpo con estacas metálica, encadenadas a distintos puntos de la celda. La lampara colgaba de mi único dedo móvil.
Me dolía todo el cuerpo pero, de algún modo, me era indiferente.No podía hablar, pues mi boca estaba atrapada por una gruesa barra de hierro anclada a la pared, pero me era indiferente también.
Sabía que estaba en algún momento entre el principio de la serie y cuando escapaba del lugar, pero no iba a esperar para comprobarlo.Comencé a mover mi cabeza hacia delante, sacando lentamente el hierro de la pared. Notaba como mis dientes se destrozaba y como se me desgarraba el rostro, pero lo ignoré completamente hasta que el hierro hubo salido.
Me arranqué la mano y esperé a que se regenerase para poder comenzar a sacarme todas las estacas metálicas, una a una, hasta quedar completamente liberado.Entonces miré la lampara. Era demasiado parecida a una lampara mágica como para no probarlo, así que comencé a frotar la lampara, con miedo a terminar quedando como un idiota, aunque bueno... no había nadie que me fuese a ver.
Por suerte, no sucedió. Una nube de polvo surgió frente a mis ojos, con la característica de que tenía algo semejante a dos ojos brillante.
Lo sorprendente fue lo que dijo.-A ver, payaso, démonos prisa que tengo cosas que hacer, deseos que conceder y cero ganas de hacerlo-dijo una voz venida de la nube.
-Vale, vale, tranquilo-le respondí sonriendo-Tres deseos, ¿no?
-Exacto y rapidito.
-Bien, el primero es tener la habilidad de teletransportarme a los lugares en los que ya haya estado o donde Meliodas. El segundo es tener una versión reducida de los poderes de mis compañeros pecados capitales. El tercero es ser capaz de seducir a cualquier chica si así me lo propongo.
Una sonrisa surgió en la nube de polvo y desapareció con la lampara.
Al instante, llegaron a mi cabeza conocimientos sobre como usar los poderes nuevos que había adquirido.
Quise comenzar probando con el que me apetecía más, así que concentré mi energía en la mano y comencé a crear un pequeño sol, del tamaño de una pelota de tenis pero, tal y como podía detectar, con suficiente poder como para sacarme de ahí.
Sabía que no iba a alcanzar el poder de Escanor ni de lejos, pero eso me iba a ser muy útil.-Por favor que esté Jericho-murmuré.
Lancé el mini sol contra la puerta y esto estalló, provocando un gran estruendo.
Cuando desapareció el humo, me topé con la imagen de una chica de cuerpo esbelto, bien formado y con buenas curvas. Su cabello claro que se extendía por el lado izquierdo de su cara y atado en una cola de caballo en la parte posterior, se le había soltado ligeramente, cayendo parte de su flequillo, tapándole los ojos.
Sin duda se trataba de una Jericho, aterrada y algo herida por la explosión.-No... no puede ser-dijo aterrada-No tenías ese poder.
Pisé con fuerza el suelo y dos columnas de piedra bloquearon las estradas a la mazmorra de Baste Dungeon. Poder de Diane confirmado.
Jericho me miró aterrada.-No...no me...me hagas daño-pidió aterrada.
Entendía que tuviese miedo. Solamente era una aprendiz a Caballero Sagrado, no estaba para defenderse de uno de los Pecados Capitales.

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Reencarnado en Ban, el Pecado de la Codicia
FanfictionAbrí los ojos y al instante supe que era diferente. Era Ban, el Pecado de la Codicia, y junto a mi había una lámpara mágica. De ella surgió un genio y me concedió tres deseos.