XV. Amenaza

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Las enormes ganas de rebanarle el cuello en miles de pedazos me invadieron por completo. Este imbecil lo único que podría recibir de mi parte, es miles de cuchilladas en ese rostro de porquería que se carga. Una mujer que ha sido amable y buena conmigo se encuentra en peligro. No reconozco a este Dre que está manejando el auto, pues que yo recuerde, no era tan basura de meterse con mujeres mayores, como lo está haciendo ahora. Ha perdido la cabeza por completo.

— No le hagas nada o...

— ¿Me piensas amenazar, mamacita? — inquirió burlón —. Estás olvidando con quién hablas, mi reina hermosa.

— Tómalo como quieras, Dre. Pero ni se te ocurra tocarle un solo cabello a la señora, o me vas a conocer realmente — rió fuertemente.

— Estás de buen humor, mi reina. Espero que se deba a mi presencia y por qué me extrañaste mucho, así como lo hice yo.

— ¿Qué te sucede? ¿Por qué estás actuando tan lunático? Te desconozco por completo. A dónde ha quedado ese hombre paciente, tranquilo e inteligente que piensa antes de actuar.

— Mamacita, todos tenemos un límite de paciencia y tú has rebasado el mío. No puedo esperarme toda la vida hasta que se te dé la puta gana de aceptarme de una vez por todas. Supongo que sí no se pudo a las buenas, te tocó a las malas estar a mi lado para siempre. Pues no voy a tolerar que te vayas con un estúpido de mierda como lo es Andy Andy — escupió con desdén.

Me quedé en silencio viéndolo de reojo. No puedo creer lo que estoy escuchando. Muchas veces me dijo que esperaría pacientemente por mí, y que nunca llegaría a este extremo. Dre está loco de esa cabeza. No comprendo que lo ha llevado a obsesionarse de esa manera conmigo. Jamás le di alas, siempre le dejé en claro que no gustaba de él. Hay hombres que por más que le digas que no, más se meten de cabeza en un lugar donde no les cabe. Condujo por varias horas más hasta que llegamos a una casa en medio de la nada. Detallé minusiosamente la casa y la única ruta de escape que hay es por el bosque. Sin embargo no puedo marcharme sin la señora Adele, sería una desagradecida después que ella y su hijo me han brindado la mano sin esperar nada a cambio. Las palabras de Andrew aún siguen rondando en mi cabeza. Él se ha enterrado en mis pensamientos, supongo que he empezado a sentir mucho más que afecto por él. Sigo teniendo en mi mente ese último beso que me dio aquella vez en el auto. Me he comportado como una idiota con él, sabiendo lo bueno y gentil que ha sido conmigo.

— No vayas a bajarte aún, mi amor. Te abriré la puerta como la reina que eres — rodé los ojos. Hasta el tono de su voz es como la de un loco.

Apagó el motor e hizo lo que dijo, al abrirme la puerta y bajarme del auto, vislumbré a Mario con la señora Adele caminando hacia una cabaña mucho más pequeña que la casa a donde Dre me obligó a entrar. Su mirada llena de terror me causó una fuerte opresión en el pecho. Su vida depende de mí, y el solo hecho de pensar que debo ser amorosa con Dre, las tripas se me retuercen de repugnancia.

— ¿,Te gusta nuestra nueva casa, bombón? No tuve tiempo de preguntarte cuáles eran tus gustos, ya ves que te fuiste de casita con un sapo que pronto quedará espichado por meter sus narices donde no lo han llamado — tomó mi cintura pegándome a su cuerpo, y giré mi rostro ocultando la molestía que causan sus comentarios —. Pero tú principe ya te salvó, así que no debes de preocuparte por nada, mi amor.

Me tomó del mentón obligándome a verle nuevamente. Me besó sin previo aviso en los labios, y seguí el beso para no levantar alguna sospecha. Los únicos labios en los cuales estoy pensando son en esos inexpertos y temblorosos de Andrew. Al sentir su lengua adentrarse en mi boca, fruncí el ceño. Antes no me molestaba, ahora quiero arrancarsela con unas pinzas muy lentamente. Mi corazón no olvida que fue quien asesinó a mi hermano, y que, no ha tenido los suficientes huevos para decírmelo en mi propia cara. Cerré los ojos con fuerza calmando la furia que desea explotar en cualquier momento; tengo que pensar muy bien mi siguiente paso a dar. Una cagada que dé, y la cabeza de la señora Adele llegará por correspondencia a Andrew.

— Me estás calentado con solo esa boquita tan deliciosa — susurró agitado —. Entremos a la casa o te arrancaré esa ropa aquí y te haré mía frente a mis empleados sin ningún tipo de pudor. Aunque pensándolo bien, sea aquí o adentro de la casa, tus gritos se escucharán en este silencio tan aterrador. Suplicarás y pedirás por más, mi reinita.

— Eso lo veremos — sonrió ladeado.

— Estás tentando al diablo, Mandycita. Recuerda que el infierno está hecho para una diablilla desobediente sin alma como tú y como yo. Lo que quiere decir, que estamos hechos el uno para el otro. Nuestras almas están igual de sucias — de qué mierda está hablando este tipo. Las pepas y la coca lo ponen a divagar.

Me empujó hacia el interior de la casa y entramos a ella en completo silencio. La sala y toda la primera planta se encuentra totalmente vacía. Lo único que hay es una silla en medio del enorme salón, cosa que se me hizo muy extraño. Sus manos rodearon mi cadera y presionó su erección en mi trasero haciéndome caminar hacia delante con él pegado a mí.

— Se me olvidó decirte que no compré muebles, no son tan necesarios — la fría punta de la navaja hizo presión en mi cuello, instantáneamente me quedé quieta —. Te daré una sola oportunidad para que te entregues a mí sin necesidad de hacer cosas tan absurdas, bomboncito. No quiero cortarte la garganta, no sin antes probar este cuerpo tan delicioso que te cargas encima. Bien. Ahora. Te preguntaré una sola vez, ¿quieres ser mi esposa para siempre, mi amor? Me tendrás de rodillas a tus pies si aceptas ser plenamente mía, sí no, la que estará de rodillas suplicando por su vida serás tú.

Hizo un poco de presión en mi piel y me quedé viendo hacia la ventana, por la cuál Mario apuntaba directamente en la cabeza de la señora Adele. Mi corazón se aceleró de un solo golpe al ver la escena.

— ¿Qué dices, amorcito? Los segundos pasan y el tiempo se acaba — Mario quitó el seguro del arma y presionó el cañón en su cabeza. La señora Adele lloraba descontroladamente.

Peligrosa Atracción[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora