s i x t e e n

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Mi semana comienza a cambiar desde ese momento

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Mi semana comienza a cambiar desde ese momento.

La sensación de vacío en el pecho empieza a desvanecerse con cada actividad nueva que encuentro en el día. Los lunes hago la limpieza desde las siete de la mañana hasta las tres de la tarde, incluyendo el estudio de pintura de Hinami, mientras ella no está en casa. Los martes acomodo la ropa del bebé en los cajones de mi cuarto y la mía en el armario, después me recuesto y leo otro libro, el cuarto desde que acabé el romántico de la vez pasada, y me sumerjo en el sueño, dejándome cobijar por los brazos de morfeo. Los miércoles no son muy especiales la verdad, son más largos de lo que me gustaría, pero gasto mi tiempo pintando mis uñas o tratando de relajarme con un baño aromático en la tina.

Y para el final de la semana aquí me encuentro, improvisando nuevas recetas. La cocina se había vuelto mi refugio desde que estoy viviendo en esta depresión en la cual no encuentro absolutamente nada que hacer para ocupar a mi mente.

El platillo de hoy son onigiris. Es lo primero que improvisé al revisar entre la despensa de la alacena, y para ser honesta, mis antojos le dicen a estos triángulos de arroz.

Preparo la arrocera, dejándola hacer su trabajo mientras Nirāni está sentada en el sofá, viendo la televisión. Ella lleva aquí conmigo desde que inició la tarde, ya que no tiene mucho que hacer estando sola en su casa, sin su novia.

ㅡ¡Oye, Nanami!ㅡ me grita, exageradamente eufórica. ㅡ¡No me jodas!

Junto las cejas, sin entender su reacción ni mucho menos su comportamiento. Voy donde ella y noto que tiene mi teléfono entre las manos. Su boca está abierta.

ㅡ¿Qué haces con mi celular? Dámeloㅡ chillo, intentando arrebatarlo de sus manos. ㅡ¿Por qué haces tanto escándalo por un aparato?

ㅡRevisa tu bandeja de notificacionesㅡ me advierte. ㅡRevísala y entenderás por qué estoy así de alterada.

Ruedo los ojos, haciendo lo que me pide. Con el pulgar presiono en la pantalla, abriendo la sección que me dijo y siento como toda mi sangre baja hasta mis pies.

Tengo que parpadear un par de veces más para poder asimilar lo que mis ojos están viendo.

Jeno

Llamada perdida.
3:55 a.m.

ㅡNo me digas que no te diste cuenta de que te llamóㅡ espeta, incrédula. ㅡMujer, ese chico te habló en la madrugada, y apuesto a que estaba ebrio. Pero te llamó.

Vuelvo a apagarlo y dejo botado en el sillón que está vacío, como si no quisiera volver a desbloquearlo nunca más.

Me dejo caer a su lado, suspirando. Mi corazón late demasiado rápido, tanto que tengo que apretar los ojos para intentar regular mis latidos por órdenes mentales.

arôme de rose » nakamoto yuta, lee jenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora