Acercó un cuchillo afilado y con la punta fría de metal, tocó mi piel.
Sin mediar palabra, empezó a desnudarme con serenidad.
Al terminar, introdujo dos dedos dentro de mí y con un movimiento suave y delicado fue abriéndome poco a poco, dejando brotar parte de mi esencia, humedeciendo toda su mano. Sentí cómo se llevaba una parte de mi ser al tiempo que pronunciaba:
"Mmm", "¡Qué ricas están estas naranjas!"