El avión

   Dicen muchos que los accidentes en avión son poco probables y menos en aerolíneas famosas, incluso es más lógico pensar en un accidente automovilístico, que han de ocurrir cada segundo en cualquier lugar del lugar, como ahora mismo.

   Este es mi primer vuelo.

   Las turbinas del avión empiezan a girar, el avión se prepara para avanzar hacia la pista de despegue, a mi padre y a mí nos espera un corto viaje desde Madrid hasta París, en donde por fin podré pasar un tiempo con él.

   Es un vuelo de dos horas, por esto yo no me preocupo, y mi papá menos, el está acostumbrado a viajar muy a menudo por cuestiones de trabajo.

   Tampoco tengo miedo, pues, hace un día hermoso, el sol no podría brillar más. Pero pasan unos segundos hasta que todo oscurece un poco, la aeromoza me ha pedido que baje la ventanilla solar para comenzar con el despegue.

   Yo no entiendo por qué, pero obedezco casi automáticamente, son reclamo alguno.

   Las azafatas mencionan las medidas de seguridad, yo no presto atención, ¿para que hacerlo?. No es importante. Mis ojos visualizan mi reloj, 12:44 pm en España, no puedo esperar llegar a mi destino.

   Una sensación de cosquilleo domina todo mi cuerpo mientras el avión asciende, pero no lo tomo como una señal de nervios.

   No han pasado ni dos minutos y mi padre ya está durmiendo, por alguna razón mientras estaba despierto me otorgaba seguridad, pero no desespero. Lo tomo de un brazo y él abre un ojo, a lo que yo le digo:

-Papá, no te duermas.

   Sin prestarme mucha atención responde -Estoy cansado hija, es por solo unos minutos- se voltea y vuelve a retomar su siesta.

   El avión empieza a enderezar, yo ya desesperada por ver las nubes no aguardo para subir la ventinilla, siendo la primera y única en hacerlo.

   Al abrirla lo único que puedo ver es humo emanando desde el ala derecho.

   No puedo creer lo que estoy viendo, el avión se siente cálido y cuando logro pararme para avisar a todos, una llamarada es dibujada por todo el cielo y el suelo del pasillo.

   Todos se exaltan y ¿como no hacerlo?. Las mascarillas de oxígeno se desprenden. Yo me coloco una aunque no tiene mucho sentido hacerlo.

   Mi padre me abraza fuertemente y lo único que logro escuchar son gritos, llantos y lamentos. El avión desciende rápidamente mientras se va despedazando poco a poco.

   Yo intento disfrutar los últimos segundos que nos quedan juntos, poner mi mente en blanco para no pensar que este podría ser el final.