No sé cómo empezó todo, a mis veintidós años jamás había sentido las ganas de probar como era el sexo. Era un secreto a voces, nunca había tenido relaciones sexuales con nadie y la verdad que no me hacía falta, la ducha me apañaba muy bien. Casi todas mis amigas ya habían tenido sexo con sus parejas o sin ellas, pero yo jamás había sentido el deseo o la desesperación de decir 'Joder, necesito tener sexo urgentemente'
Tampoco os penséis que soy una mojigata, obviamente si había hecho mis pinitos en éste tema, pero no es que tuviese mucha experiencia, que añadida a los complejos me hacían más torpe de lo que ya era de por sí, y cuando digo complejos, me refiero a mi cuerpo, no soy una modelo, soy alta y como ya mencioné anteriormente, soy pelirroja, es teñido en realidad, porque en un arrebato hace unos años me lo teñí. He heredado los rizos de mi padre, que ahora no tiene porque me los he quedado todos (aunque muy pocas veces lo luzco tal que así porque siempre me lo termino alisando) y, también lo tengo largo, según mi madre tengo unos rizos preciosos, pero como no me peino, no se pueden apreciar (intenta tú peinarte eso por la mañana, las que tengan pelo rizado seguro que me entienden).
¿Por dónde iba? Ah sí, mis complejos. He mencionado que soy alta sí, pero me sobran unos kilitos, yo digo que son las curvas de la felicidad, mi padre añade que eso parece la carretera vieja de Despeñaperros. Nunca me he definido por un estilo de vestir, siempre voy de vaqueros y con alguna camiseta o sudadera, el pelo suelto, con deportivas o en converse, cuando hay que arreglarse hago un esfuerzo y me pongo vestidos, pero nunca faldas, no las soporto, mis muslos no las soportan y como yo quiero mucho a mi cuerpo, siempre le hago caso. El primer año de universidad, he de admitir que sí iba un poco mejor vestida, pero nada nada cómoda, los días posteriores cuando hice mi grupo de amigas ya dejé de aparentar y recuperé mis pintas de barriobajera.
Probablemente por esa misma razón pensaba que jamás iba a encontrar a alguien con el que estar, porque por mucho que dijese que no lo necesitaba a veces me daba envidia sana de las parejas que se besaban por la calle o iban cogidas de la mano, sin embargo, ahí estaba yo.
Me encanta leer, siempre que puedo estoy con un libro nuevo en la mano, nada de comprarte un e-book y descargarte ahí los libros, no hay nada mejor que el olor de un libro nuevo, no quiero perder esa costumbre y aunque algún día me tenga que salirme de la habitación, sé que seguiré metiendo más y más libros.
Además, me encanta escuchar música, me pongo los cascos y pueden pasar las horas, que bailo y canto sin parar. Esa costumbre se pasó el día que me fui a vivir sola por motivos universitarios, ese año no morí de inanición de milagro y por suerte aprendí a cocinar.
Los primeros días fueron un poco más bruscos, casi quemo el piso sin querer, y la vecina por miedo a que también le quemase su casa me bajaba túperes, la pobre mujer hacía comida de más con la única condición de no encender el gas a menos que ella estuviese delante.
Así fue como conocí a Conchita y Nicolás, los abuelos más marchosos del bloque de pisos.
Todavía no he dicho como me llamo, bien, para empezar, mis padres son personas muy complicadas y les encanta poner nombres raros a sus hijos, por eso yo me llamo Ana Elizabeth, pero me llaman Ellie. Incluso tengo un nombre que parece de condesa o de marquesa, Ana Elizabeth Almeida de Rodrigo. ¿Cómo te quedas? Lo sé, impone. Pierde toda credibilidad cuando me llaman Lizzie, ¿en serio?, parece nombre de perro.
Como iba diciendo, ese año (que por cierto era ya el segundo de carrera) fui a vivir lejos de mi amado Madrid, ¿A dónde ni más ni menos? A Jaén. Había cambiado mi casa de campo del Parque Real en El Escorial por un piso a tomar por culo de la facultad. Una madrileña en Andalucía, parecía el comienzo de un chiste malo. Durante el camino conocí a la primera compañera de piso, se llamaba Elena, sevillana y atea, así fue como se presentó.
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Maldito John.
Roman d'amourEllie es una estudiante comedida y cuadriculada. Ellie trabaja en una cafetería para poder pagarse sus estudios. Ellie es una romántica empedernida, buscando el ideal del amor verdadero. John es maestro. John vive al día, no le gusta planear nada...