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Quien diría que el que pegaba un berrido tan fuerte resultase ser un hombre, uno con dos pares de huevos como una catedral de grande.

Que hizo monstruo.

Allí estaba lamentándose, casi parecía que hubiera hecho un asesinato, pero no fue exactamente así, allí estaba sosteniendo entre sus manos lo que era su mayor tesoro, destrozado.

¡A quién se le ocurre! Mira que tus padres son malos, tu eres igual que ellos. — Estaba demasiado dramático mostrando la "escena del crimen ".

No era mi intención bombón, perdoname. — La mujer más que otra cosa se descononaba en la cara de lo que era su novio.  Aún así lo abrazaba entre sus generosas protuberancias.

¡Le puso piña a la pizza de pepperoni! ¡Ereje del mal encarnada!

Ya te dije que lo siento, se me olvidó mi amor.

I M V É C I L — Deletreo cada letra de la palabra con los cachetes hinchados, esto solo hacía reír más a la demonia, en su vida vio al muchacho han disgustado por algo tan tonto.

Cariño, es con b, B de burro... Como tú mi burrito sabanero. — La chica beso la frente del menor estatura. Este igual se le fue algo el enfado.

¿Quién coño eran estos dos degenerados? Sólo un par de novios, lo típico. Él es un posible gnomo de jardín que daba berridos agónicos y ella, bueno, ella es ella, solo es una demonio que le pone los gnomos más que pecar.

Con ello la pareja pasaba la tarde, lo que fue un plan simple de hacer una pizza acabo con el dramón de ahora. Todo por un trozo comida.

Irónicamente lo que desencadenó todo el embrollo se quedó en la mesa enfriándose, ambos jóvenes decidieron hacer algo más repunante, más que la piña.

Sabes... — Decía el muchacho para tomar ligeramente la barbilla de la joven. Se quedó contemporáneo su mirada con una media sonrisa. Lentamente el chico se aproximaba a su cara, ocultando la suya con el cuello de la alta. — Desde el momento que la vi... Realmente no supe cómo describirlo, por mucho que diga no puedo expresarme, quisiera decirlo.

La joven no esperaba eso, cada vez se subía las temperaturas, no porque estuviera la calefacción puesta, realmente ese contoneo del joven le ponía algo nerviosa.

Esos ojos oscuros entre cerrados, esos labios carnosos, su borra con posibles piojos de lavarse a menudo, esa piel terciopelada, esa cara de deseo.

Conforme más se acercaba a su oreja la tension de la joven era mayor, se moría de nervio a verle de esa manera tan provocadora, ni hizo nada y ya la mujer le daba un vuelvo a su corazón.

Escuchaba su aire por su ido, su aliento cálido le rodaba sus pómulos. Trago saliva.

Simplemente quería decirte.... — Aporto delicadamente el cabello de la chica, revelaba que efectivamente había dos pareces de cuerpos negros, jugaba el menor tocando la punta de estos. — Tengo que confesarme con alguien... Yo....

Silencio se hizo. La mujer estaba cual tomate.




















¡La pizza para ti! ¡Así haces honor a tu título de culona suprema!

La chica paso de la excitación al cabreo. Allí estaba que extrangulaba un poco a su pareja.

Me asustaste de verdad grandioso "imvécil"

Venganza mi reina. — Reía un poco para poner su mejor sonrisa —  Igual, sabes que me gusta que me mates a sentadas.

Con eso ambos se echaron unas risas, el amor era así de extraño. Lo único triste fue aquel trozo de comida que jamás fue probado.

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Adicto a ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora