Bueno me pidieron un capítulo más, así que dejo un capítulo más. Soy tan complaciente xDDD Espero les guste ^^
Capítulo IV: “Fuego Cruzado”
A pesar de los varios sonidos que invadieron sus oídos al momento en que la puerta se abrió, sólo uno logró romper la barrera de su mente hasta colarse en medio de toda su confusión. Fue casi imperceptible, incluso Ailim pensaba que tan sólo iba dirigido a ella; un resoplido, uno que pareció transmitir más que la maldición expresada por Lord Reginal.
El hombre en cuanto se vio interrumpido por la brisa de la puerta al ser abierta de sopetón, se alejó de ella casi en un impulso. Aun así Ailim estaba segura que quién fuera el que había entrado, sin duda había sido testigo de la escena que ellos montaban en la biblioteca.
—¡Señor, por favor! —Reconoció el timbre ronco y un tanto agitado del mayordomo, y de ser posible su mortificación se acrecentó.
Ella decidió mantenerse con la vista fija en el piso, era cuestión de volver el rostro hacia la derecha para averiguar quién la había “salvado”. Momentáneamente, al menos. Pero su instinto le advertía, gimiéndole desde algún oscuro lugar que volverse sería el mayor error de su corta existencia. Por supuesto, su estupidez superó a su sensatez y casi como si una fuerza invisible la instigara, espió por el rabillo del ojo para automáticamente quedarse sin aliento.
—Lo lamento, milord, él no ha querido detenerse. —La disculpa del mayordomo se perdió en la bruma, Ailim estaba literalmente petrificada.
Allí, a no más de dos metros, estaba él. Tan imponente como de costumbre, su simple presencia había lograda sacar el poco oxigeno que quedaba en sus pulmones. ¿Qué hacía Iker en ese lugar? Por una milésima de segundo, pensó eufóricamente que él había llegado para rescatarla. Tal y como ella lo deseó de pequeña, con su fuerza y su gallardía la sacaría de las garras de Reginal. Pero fue cuestión de echar un pequeño vistazo a su mirada de hielo, para recordarse que Iker nunca sería el caballero encantado que ella soñaba. Si estaba allí quizás sólo sería para ayudarle a cavar con mayor velocidad su fosa.
—¿Qué se supone que es esto? —Reginal se recostó lánguidamente contra una de las esquinas del escritorio, mostrándose como amo y señor en sus dominios. Esa pose lejos estuvo de intimidar al conde, después de todo Iker no se había ganado su reputación dejándose amedrentar por barones.
—Le pido me disculpe —murmuró como tantas otras veces, tratando de enmascarar el tono satírico en sus palabras. Para cualquiera habría sonado indiferente, pero Ailim no era cualquiera—. Supongo que puede prescindir de su pequeño aperitivo, para regalarme unos minutos.
Ella se puso tiesa como la cuerda de un arco, su comentario había sido un claro insulto a su persona. Estuvo apunto de replicar, pero la áspera risa de Reginal la detuvo en seco, por un segundo sintió como si le estuvieran pasando lijas por los oídos. «¡¡Hombres!!»
—¿Y puedo saber su nombre mi buen señor?—Por supuesto que el barón no reconocía a Iker, la última vez que lo había visto había sido hacía dieciséis años, el conde quizás representaba un vago recuerdo en su mente.
—Soy el Conde de Pembroke y un asunto que atañe su importancia, me trajo hasta usted de esta forma tan apresurada. —En ningún momento la observó, era como si ella fuese una mancha en el tapiz, algo de lo que ambos hombres podían pasar de largo.
—Pembroke… —Ailim notó que la mente de Reginal comenzaba a maquinar, seguramente haría falta un galón de aceite para girar los engranajes viejos y oxidados. Pero entonces se presentó aquello que ella definiría, como el pequeño brillo de la conciencia en sus ojos—. Lord Pembroke —masculló en esa ocasión, dibujando una falsa sonrisa de reconocimiento—. ¿Cómo está su padre?
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El Conde Fantasma
Historical Fiction¿Cómo explicarías la conexión entre dos extraños? ¿Lo llamarías casualidad o destino? Las personas tendemos a creer que existe en el mundo un alguien especial. Y algunos desperdician la vida entera, sumergidos en esa búsqueda. Pero ¿qué tal si lo qu...