Parte única

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Él se encontraba mirando el espejo fijamente. Solo podía ver su rostro cuando la luz que emitía la llama del encendedor le daba de lleno.

No reconocía al sujeto frente a él. Los ojos que en algún momento fueron verdes se habían dejado consumir por un profundo negro. La forma del rostro era fina y delineada en ángulos prominentes. Grandes lagunas oscuras se extendían bajo sus ojos. Su propio rostro era el reflejo transtornado de una realidad demasiado perturbada y abrumadora.

Con el puño contrario al que sostenía el encendedor golpeó el espejo, haciéndolo añicos. Está vez la persona delante de él sonrió y en la habitación se percibió el frío que emanaba del terror que le tenía a esa sonrisa, pero así le halló más parecido a su propia persona.

El olor a combustible inundó sus fosas nasales, se lamió los labios saboreando el placer que estaba experimentando. El reflejo siguió sonriendo incluso cuando con una voz estridente y demandante que se hacía oír con potencia en el interior de su cabeza, dijo:

   —Quémalo. Quémalo todo. Así tal vez te encuentres. Así tal vez encuentres tu liberación.

Encendió de nuevo el encendedor de plata, lo sostuvo frente a él unos segundos y lo dejó caer. El fuego se extendió a una velocidad impresionante e incluso cuando comenzó a quemar su ropa y piel se sintió en paz, una que no había experimentado hacía mucho.

La gente no sabía en ese momento que él había matado al otro. No sabían que ese monstruo que estaba viviendo con él y le desgarraba las entrañas era lo que él buscaba exterminar. No sabían que encontró su liberación cuando el fuego se extendió sobre su propio cuerpo y en el reflejo del espejo pudo ver a un hombre de ojos verdes. No sabían a qué se debía la sonrisa en su rostro que era visible a pesar de estar completamente transfigurado. No sabían que él estaba dispuesto a morir con tal de matar a aquel demonio que ocupaba cualquier espacio libre en su mente corrompida.

No sabían. No sabían. No sabían.

No sabían que él murió creyendo que matar a ambos había sido su elección, pero en realidad el otro lo había controlado hasta el final.

20 años después

   —Ah...si así...mhg~ —un pelirrojo de piel apiñonada se aferraba con fuerza a la isla de la cocina mientras un pelinegro comenzaba a introducir su pene en su entrada previamente dilatada.

La polla del pelinegro entro con facilidad, ya que el pelirrojo estaba sumamente dilatado, habían llegado de Londres en la mañana y llevaban todo el día cogiendo en cada rincón de la casa. Estaban sobrexcitados.

El pelinegro se quedó un momentos sin moverse antes de comenzar a dar estocadas, no quería lastimar a su hermoso pelirrojo.

   —Mierda Jung-kook...llevamos todo el día así...solo...hazlo....YA

Jungkook lo tomó de la cadera y empezó a dar estocadas fuertes, cuando sentía que estaba cerca de su próstata sacaba y volvía a repetir. Quería alargar la llegada de su preciado orgasmo, quería que lloriqueara y suplicara por más. Sabía cómo se ponía su novio cuando hacía eso. Por lo tanto, cuando por fin dió una estocada profunda que dió directo en su punto dulce, rodeó su erección por la base para evitar que se corriera.

Taehyung estaba casi en la cumbre del placer, sentía que si estiraba la mano podía tocar con los dedos el cielo. La cocina estaba llena de los golpes de piel con piel, y la humedad y el chapoteo, coronado hermosamente por los gemidos de Taehyung y los sonidos obscenos de Jungkook.

Las piernas le temblaban, pero Jungkook no lo dejaba llegar a su puto orgasmo. Cuando el pelinegro por fin liberó la erección del pelirrojo, dio una estocada fuerte que golpeó de lleno su próstata y Taehyung por fin se sintió liberado de aquel suplicio de la forma más placentera.

Burn it || oneshot || KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora