CUATRO.

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Las piernas le temblaron y se removió en la cama sudando sin siquiera ser consciente de lo que sucedía en realidad. Sus ojos cerrados se apretaron con fuerza y pequeños alaridos de dolor salieron de sus labios. El sueño que tenía, era una pesadilla que le provocaba actuar tan errática. El hedor a sangre era casi real, podía sentirlo en el ambiente al igual que olor a muerte.

— Eres una idiota. —murmuró mirándola desde arriba. Sus brazos izquierdos sostenían su cuerpo manteniéndolo suspendido a centímetros del suelo frío, sus piernas estaban envueltas en un kimono destrozado esto provocaba que su piel se erizara—. Mi florecilla idiota.

Las gotas carmín mancharon la yukata blanca de Sukuna, ella escupió tanta sangre creyendo que podría ahogarse. Su cabeza daba tantas vueltas, estaba mareada parpadeando por su visión doble o quizás era debido al monstruo que la sostenía.

— Te lo di todo, a cambio tenías que ser como las otras dos versiones pasadas. —su mano derecha le acarició la mejilla limpiando la sangre fresca que manchaban su piel nivea—. ¿Creíste que te lo perdonaría? Todo menos eso, pequeña. Nunca permitiría que te fueras de mi lado. —la otra mano que estaba desocupada se enterró en el pecho de la mujer. Ella abrió sus ojos y boca asustada. Arañó el brazo buscando luchar inútilmente contra él. Las lágrimas se derramaron y alaridos de dolor quedaron ahogados en el fondo de su garganta—. Vuelve a nacer para mí, florecita.

Cuando el corazón fue arrancado sus preciosos ojos azules perdieron el brillo que siempre tuvieron, sus manos cayeron sin fuerza y su cuerpo dejó de moverse sin frenesí. Sukuna la contempló limpiando las lágrimas antes de mirar el corazón que sostenía, el cual ingirió después de pronunciar el mismo ritual maldito de reencarnación.

Sakura tembló desde su lugar poniendo su mano derecha sobre su boca para no revelar su posición. Enterró las uñas de su otra mano sobre su brazo queriendo despertar cuanto antes de esa terrible pesadilla. Tenía demasiado miedo de que pusiera ser real y ser la siguiente en morir.

— Puedo oler tu miedo hasta aquí. —habló hallándola parada en medio del templo a escasos pasos de distancia. En menos de un segundo ya estaba delante de ella, alto e imponente. Sus manos manchadas de sangre la tomaron de las mejillas y se inclinó para susurrarle palabras escalofriantes en su oído—. Nunca te escaparás de mí incluso si debo matarte mil veces y maldecirte mil veces. Eres mía. Siempre serás mía.

Una grito agudo salió de su garganta y se incorporó de un saltó. La penumbra de su habitación abrumó su juicio por un segundo antes de darse cuenta de la hora que marcaba su celular incluso tuvo que comprobar que su corazón seguía dentro de su pecho, éste latía acelerado.
Salió de la cama caminando hacia la ventana para admirar la vista de la ciudad. El miedo seguía en su cuerpo tembloroso, agradecía que Satoru estuviera fuera para una misión, de lo contrario tendría que explicarle aquella horrible pesadilla, la cual parecía un tanto bizarra. Soltó un suspiro y miró las luces de la ciudad despierta, el aire fresco golpeó su rostro provocando que tuviera frío, fue así como se dio cuenta que estaba llorando.
Tenía tanto terror, quería creer que solo había sido un sueño, pero por más que se esforzaba por olvidarlo seguía tan impreso en su mente. Las imágenes parecían reales, la experiencia se sentía real como si ya hubiese vivido algo así.

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 𝐒𝐀𝐊𝐔𝐑𝐀 | ❛Ryomen Sukuna❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora