Capitulo 58

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Narra Dulce

Me pongo en alerta. Renato se situa a mi lado sacando el arma, Massimo se agacha y sus hombres lo custodian situándose delante de él. Christopher también saca un arma dejandome sorprendida.

¿Desde cuando acá tiene un arma?

Me mira sonriente y preocupado a la vez. Bianca se acerca a él y lo abraza asustada.

— En estos seis años me he vuelto bastante precavido en cuanto a los ataques. — habla él respondiendo a mis pensamientos como si me los leyera.

— Mantén la cabeza agachada y tu familia también. Voy a buscar a los niños. — le ordeno moviéndome hacia atrás.

Nos empiezan a disparar desde fuera. Toda la seguridad se está desbordando y tengo que pensar en algo para salir vivos de aquí.

Pero primero son mis hijos. Sin ellos no me largo de aquí. Miro a mis hijas que están abrazadas la una a la otra con algo de miedo. Intentan parecer fuertes.

— Quedaos con Renato y Matamoros. No os separéis de ellos. — les ordeno. Renato y Matamoros les entrega un arma a cada una. — Usadlas en caso de peligro. Si alguien se acerca a vosotras a haceros daño, disparad a las piernas o en los brazos. — les vuelvo a ordenar.

Ellas asienten y agarran las armas, cargándolas y quitándoles el seguro. Renato y yo les enseñamos a disparar durante estos seis años. No quiero que maten a nadie a no ser que sea necesario.

— Voy contigo a por mis hijos. — sentencia Christopher. Massimo lo mira fulminante.

Veo a nuestros hombres de seguridad defender la casa pero los hombres de Rodrigo vienen con todo para arrasar con nosotros.

Cabrón, hijo de puta.

— Tu no vas a ir con mi mujer a ninguna parte. Yo iré. — habla Massimo serio.

Me irrito y lo miro con ganas de asesinarlo. Ya me tiene harta. No puedo perder la compostura por mis hijos. Debo encontrarlos o enloqueceré.

Tiemblo imaginándome que están en peligro y en manos de ese desgraciado. Si ese maldito toca a mis hijos, haré arder todo el país entero hasta encontrarlo y matarlo.

— Mamá, ellos aparecerán. Ya lo verás. — me habla la mocosa intentando que me calme y no me venga una crisis en estos momentos.

Respiro hondo y miro a Massimo enfurecida.

— Basta Massimo. No es momento para tus celos. Iré sola y punto. Quedaos aquí. — le ordeno. Renato me agarra del brazo mirándome preocupado.

— No vas a ir sola, sabes que es demasiado arriesgado. — sentencia él. Me suelto de su agarre y cargo el arma sin dejar de verlo.

— Haré lo que tenga que hacer. Nadie va a impedirme que vaya a por lo que es mío. — le respondo fria. Él asiente.

— Iré contigo. Te guste o no. — sentencia Renato de nuevo. Es más fácil arrancarle la cabeza que ha que cambie de opinión. Asiento resignada y mira a Matamoros. — Mantén a todos a salvo. 

— Siempre Cobra. No lo dudes. — le responde Matamoros.

Renato y yo salimos disparados de ahí corriendo agachados hacia la parte de atrás del rancho. Vemos a unos cuantos hombres de seguridad muertos, los invitados agachados con sus hijos llorando, algunos heridos. 

Todo se está volviendo caos. 

Veo a dos enemigos acercarse a nosotros por la derecha y otros dos por la izquierda. Renato les disparo a estos dos últimos en la cabeza al igual que yo a los primeros. Cuatro menos. Seguimos avanzando buscando por todas partes a mis gemelos sin ningún resultado.

Irresistible TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora