Capítulo ocho

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Hace dos días que vengo hablando con Brian mediante Snapchat

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Hace dos días que vengo hablando con Brian mediante Snapchat. No pensé que yo sería tan interesante para él como para que la conversación no perdiera picor.

Podrían decir que soy pesimista, que siempre espero lo peor pero, ¿Van a negarme que cuando esa persona especial les habla, temen porque deje de hacerlo si no le contestan con las palabras adecuadas? Porque es lo que me sucede a mí. Con cada mensaje trato de ser intrigante, de dejarlo con ganas de más y de lucir lo suficientemente divertida como para que la charla no se corte.

Ahora mismo, me encuentro pegada a la pantalla de mi móvil mientras hacemos sobremesa con mi familia después de cenar. Brian está contándome sobre su mascota y sonrío como tonta cuando comenta algo gracioso.

-¿Hay algo gracioso que nos hayamos perdido?- Inquiere mi padre. Alzo la vista, encontrándome con una ceja alzada y rostro serio pero emanando un brillo divertido de sus ojos castaños.

Mi padre aborrece que usemos el teléfono móvil en la mesa, para él es sagrado compartir tiempo con la familia y no quiere que la tecnología nos arrebate esos momentos. La preocupación de todo padre en el siglo veintiuno, supongo.

-No, lo siento.- Me disculpo, dejando el aparato. Fugazmente mi vista se encuentra con la de Zack, quién me observa con curiosidad.

En cuanto a este rubio insoportable pero cautivador, puedo decir que no ha intentado nada parecido a lo de aquella vez en el sofá. También me juega a favor el hecho de que he estado evitando pasar tiempo a solas con él, no sé en que pueda resultar eso y no pienso arriesgarme. En fín, no ha insistido en molestarme y prácticamente estuve siendo invisible ante sus ojos. Eso me deja más tranquila, pues no tuve que preocuparme por repetir el mismo error dos veces.

-Y como postre, ¡Helado!- Dice mi madre, entusiasta, apareciendo por la puerta del comedor. En una de sus manos trae el recipiente lleno y en la otra, cinco platos con cucharas.

Estoy a punto de ponerme de pie para ayudarla pero Zackarias es más rápido y llega hasta ella para aliviarla.

-Déjame llevar algo antes de que se caigan estos platos preciosos.- Lo mira enternecida y agradecida.

-Muchas gracias, Zack.

Él le sonríe.

Es de esta forma como compra a mi madre. Es encantador, bondadoso y hacendoso. Se gana el amor de quién quiera con solo sonreír.

Lastima que conmigo sea la antítesis...

-Los gustos son frutilla, vainilla, pistacho y ananá.- Anuncia mi madre.

Por supuesto que a Zackarias le sirve ananá pues es su gusto preferido y a nadie más que a él en esta casa le gusta. Mi madre tiene en cuenta eso cada vez que compra helado pero yo no puedo quejarme de ese favoritismo ya que compensa los celos que me agarran pidiendo pistacho para mí. Si me llegara a quejar, tendría fundamentos para contraatacar y yo terminaría perdiendo.

Bésame, ódiameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora