Finde entretenido

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La lejana región de Hoenn. Hogar de legendarios pokémon como Groudon, creador de los continentes, Kyorge, amo y señor de los mares, y Rayquaza, protector del cielo y la atmósfera. Tres entes que en conjunto, tal y como afirman los cronistas, fueron los responsables de la creación de la Tierra. Asimismo, esta región es hogar de dos jóvenes entrenadores talentosos, llamados héroes por todos gracias a que juntos consiguieron apaciguar la furia desatada en los pokémon dueños de la tierra y el mar.

Bruno y Aura son los nombres de los jóvenes salvadores de Hoenn, quienes hace exactamente seis años consolidaron su relación como pareja justo durante su conflicto con Groudon y Kyorge. El muchacho, de piel algo oscura por el extenuante Sol, y cabello castaño cubierto por un gorro blanco muy especial. Él andaba con su compañero Swampert rumbo a la casa de su novia, ubicada a pocos metros de la suya. Ya se había vuelto un hábito para él ir a visitarla o buscarla para salir. Sin embargo, aún sentía cierto nerviosismo cada vez que se dirigía a su hogar; el padre de la chica, el Profesor Abedul, aún no estaba completamente seguro de la relación que ambos manejaban, como todo buen padre sobreprotector.

—Cielos, necesito buscar la forma de dejar de sentir miedo cada vez que vengo —murmuraba el joven con cierto decaimiento—. Pero eso es una misión imposible, amigo. ¿Ves la cara que pone el profesor a cada oportunidad que llego a su casa? Pareciera que quiere arrancarme la cabeza con su mirada... ¡Y ya tenemos más de cinco años juntos, y aún me quiere matar el viejo!

El Swampert a su lado, como buen compañero y confidente de su entrenador, asiente con desdén, dándole la razón a Bruno al ser consciente de la cierta desconfianza del profesional. Un bufido en conjunto y en sincronía toma lugar en el acto, ya se sentían bastante incómodos por presenciar la misma situación desde hace seis años exactos.

—Bueno... Nada más me queda hacer lo que mejor sé hacer. —Bruno sonríe levemente mientras lleva sus brazos por detrás de su cabeza, mostrando tener una idea bien estructurada—. Ignorar. Es algo muy funcional para mí.

Swampert suelta una fuerte carcajada para luego reír silenciosamente ante su conclusión. A pesar de que su idea funcional sobrepasa los niveles normales de espontaneidad, era la decisión más prudente a tomar, en especial al no ser especializado en iniciar una buena conversación. Al estar a escasos metros de la casa de Aura, entrenador y pokémon se sacuden y se alistan con esmero; querían mostrarse presentables y bien arreglados ante las chicas. En el caso del muchacho, para Aura. Mientras que en el caso de Swampert, para la pokémon compañera de la chica.

Su mochila preparada, su ropa limpia, la hora correcta en su reloj siendo las 9:30am, el cielo despejado, un Sol radiante; todo marchaba correctamente para su día de acampada hacia el Monte Pírico. Bruno toca el timbre de la casa, una vez llega junto a Swampert a la puerta principal. Breves segundos de rezo pasan, persignándose con tal de que el mismísimo profesor Abedul no fuese el anfitrión a su llegada, y se oye el rechinar de la puerta abriéndose, apareciendo una mujer de piel clara y cabellos acaramelados.

—¡Hola, mi cielo! Que alegría me da verlos. —Era la madre de Aura, May. La fémina les invita a pasar y los abraza con euforia—. ¡Muchas felicidades, Bruno! No sabes cuán orgullosa me siento de que mi ángel y tú cumplan un año más juntos.

—Muchas gracias, señora May. En verdad, agradezco todo el cariño que usted nos ha brindado, a Swampert y a mí. —Una vez corresponde a su abrazo, el chico hace una pequeña reverencia frente a ella, como señal de respeto—. ¿Sabe si Aura ya se encuentra preparada?

—Oh, por supuesto —afirma May con una sonrisa, volteando la mirada hacia la puerta de una habitación a sus espaldas—. ¡Hija, llegó Bruno! ¡Baja rápido que te espera!

—¡Cielos, y-ya vamos! —Responde una voz femenina desde la pieza, algo exasperada por la sorpresa.

En cuestión de segundos, la puerta se abre y sale disparada una muchacha de piel clara y cabellos de igual color a los de su madre, ajustados por un pañuelo rojo que combinaba con su ropa. Aura llega donde estaban todos y se abalanza hacia su novio sin dilación, estampándole un gran beso en sus labios. May y Swampert les veían algo incómodos por lo sucedido, pero no podían objetar en contra de la pareja.

—¡Hola! Jejeje —Aura se separa del beso y le sonríe muy contenta—. Ya estoy lista, ¿nos vamos?

—Ehh, c-claro que sí —asiente Bruno casi de manera automática, estando impactado por lo sucedido, y haciéndolo saber por sus mejillas algo coloradas.

—Woah, chicos. Ni siquiera yo a mis 24 era con Birch así como ustedes —aclara May con cierta impresión—. Y ustedes teniendo 19 apenas, pareciera que estuviesen recién casados.

El comentario realizado por la mujer los toma de imprevisto a la joven pareja, terminando completamente apenada y ruborizada. Su actitud causa ciertas risas para May y para Swampert, quien en verdad estaba algo ansioso de que aquel día llegara pronto.

Manteniendo un poco más de calma que su entrenadora, aparece una pokémon tipo Fuego/Lucha de la puerta de la habitación caminando con emoción hacia el grupo. Era la Blaziken de Aura. Swampert al verla, termina acelerando inconscientemente la velocidad de sus latidos y viendo hacia otro lado muy ruborizado. Ella era su única debilidad, y no por la diferencia de tipos. La ave luchadora se aproxima al pokémon de tipo Agua/Tierra para saludar, estando consciente de cómo se ponía de nervioso cuando ella se acercaba. En cierto modo, verle así le causaba algo de gracia, aunque en realidad no debía burlarse.

—Hola, Hank. ¿Cómo estás hoy? —dice la Blaziken con serenidad, posando su mano derecha en su cadera.

—E-Ehh. Hola, Amy... Yo estoy listo para ir de excursión, jeje —asegura el Swampert sonriendo con nerviosismo—. ¿Y tú?

—¡Claro! Me siento ansiosa, ya quiero que vayamos de una vez. —Amy toma sus manos y empieza a dar saltos muy entusiasmada.
El que la Blaziken le tomara de las manos dejó boquiabierto y atontado a Hank, saltando a inconsciencia junto a ella. Su impaciencia por partir fue notada por sus entrenadores, por lo que reincorporándose de su momento de vergüenza, proceden a despedirse de May para salir al exterior. Parten rápido de casa, aprovechando de la ausencia del Profesor Abedul en especial consideración a Bruno. Pero la madre de Aura les indica asistir primero al laboratorio de Birch, con tal de notificarle su partida.

—A veces me pregunto si mi mala suerte no la tendrá alguien más. Nunca acierto algo —dice Bruno con decaimiento, aceptando de mala gana lo que llegase a pasar.

—Ya, ya, Bruno. No es para tanto drama. Si en realidad él hubiera querido hacerte algo, lo habría hecho desde hace un tiempo atrás, ¿no crees? —Aura se esfuerza por ayudarle a superar su temor.

Teniéndola cerca, Bruno conseguía mantenerse un poco más tranquilo; no se podía siquiera imaginar el tener que pasar un rato a solas con su suegro. Pero lo que no sabían ambos entrenadores era que sus pokémon justo detrás empezaban a rezar y suplicar a las alturas por el bienestar del chico. En un abrir y cerrar de ojos, los cuatro llegan a las puertas del laboratorio.

—¿Papá? Soy Aura, ¿se puede? —Asomando la cabeza por la puerta hacia dentro, la chica solicita al profesor—. ¡Papá! ¿Estás acá?

—¿No está? —Susurra Bruno con ilusión; sus ojos brillaban un poco por la alegría.

—Pareciera que no. Puede ser que salió a un estudio de campo, o está en alguna reunión. —Aura intenta sacar conclusión de dónde podría estar.

En ese instante, aparece un hombre imponente frente a ambos. De gran contextura y cuerpo fornido, con barba gruesa y cabello algo largo de color chocolate. El sujeto veía hacia los lados algo confundido, juraba haber escuchado a alguien haberle llamado. El profesor sigue buscando con su mirada hasta que observa a su primogénita a la entrada del laboratorio.

—¡Hola, hija! —Contesta Birch con serenidad, teniendo una tabla de registro entre sus manos y un Treecko en su hombro—. ¿Pasa algo? Estamos algo ocupados ahora mismo, linda.

—No, no, nada malo. —Aura termina de pasar junto a su novio—. Nomás te vengo a avisar que Bruno llegó y, bueno, ya nos vamos.

—...Ah, sí. Ya se van. —El ánimo del profesional cambia drásticamente apenas ve al muchacho, dejando al pokémon del tipo Planta en el suelo—. Bueno, ¿me recuerdan a dónde van?

—Al Monte Pírico.

—¿Seguros que es para allá?

—Sí, papá.

—Mmm... Todo el fin de semana.

—Todo el fin de semana. Sí, señor.

—¿Ya llevan todo lo que van a necesitar? Agua, comida, sus tiendas de acampada...

—Ya todo está listo.

—Pues, no puedo hacer nada en contra, supongo. Cuídense mucho los dos, no quiero que inventen o hagan nada raro, ¿estamos? —Birch les mira fijamente mostrando semblante serio—. No olviden que son los héroes de Hoenn, no quiero que manchen ese título que les otorgaron.

Aura asiente con una gran sonrisa, mientras que Bruno suspira alivio. La pareja se miran las caras muy satisfechos y contentos, luego se dan la vuelta para salir a su excursión.

—¡Ah! Y Bruno... . Juicioso, ¿sí me entiendes? Que si no... —interrumpe Birch su retirada, tronando sus nudillos con cierta intimidación—. Ya pueden irse, no vayan a llegar tarde a su destino.

El moreno asiente con cierto temor tragando pesadamente, y termina de salir junto a su novia del lugar. Aunque sólo fuese una advertencia, sintió cómo su alma se desprendía de su cuerpo por segundos.

A su vez, y mientras los chicos lidiaban con el profesor Abedul, Hank y Amy habían decidido quedarse fuera del recinto a esperar. No querían que a sus entrenadores les pasara algo, pero tampoco querían salir afectados por ello. El Swampert estaba sentado a un lado de la puerta, jugando a disparar un pequeño chorro de agua de su boca a varios lugares. Primero fue a un tronco de árbol, luego intentó con un arbusto, y así fue jugando por tanto esperaban.

—A ver, trata de darle a ese Pidgeot de allá. —Amy se sienta justo a su lado, indicando al pokémon postrado en una rama algo lejana.

—¿A-Al Pidgeot? —Pregunta Hank algo inseguro y nervioso—. ¿Al menos a la rama sirve?

—¿No le quieres dar al pokémon? —Él asegura su respuesta negativa con su cabeza, ciertamente apenado—. Vale, te entiendo. A la rama entonces, inténtalo. Pero eso sí, a la rama está más difícil.

Al percatarse de la cierta incredulidad de la Blaziken de poder atinarle a la fina rama, Hank sonríe con alarde y se sienta derecho para estar mejor ubicado. El pokémon observa su blanco con detenimiento; se veía bastante complicado acertarle, pero no imposible. Acumula un poco de agua entre sus mofletes y apunta hacia su objetivo. Pero justo antes de disparar, Amy le golpea en su pecho levemente sacándolo de balance, haciendo que se desviara su trayectoria.

—Mmm, que mal. Fallaste. —La Blaziken levanta sus hombros con desdén, aguantándose la risa.

—Ja, ja. Que graciosa. —Hank se cruza de brazos y le mira con indiferencia—. A ver, haz un Ascuas y pégale a ese tronco de allá.

—¿Nada más? Está re fácil —aclara Amy frotándose las manos bastante confiada—. Ojo, pero no me vayas a hacer nada.

—Ya veo. Te gusta hacer, pero no que te lo devuelvan.

—Vamos, Hank. Por favor, ¿sí?

—Vale, mira. Tengo los brazos detrás de mí. Quiero ver que lo intentes.

Atendiendo a su petición, el Swampert coloca sus manos a sus espaldas y le sonríe con serenidad. Aunque con cierta desconfianza, Amy acepta su condición y se prepara para lanzar su ataque. El objetivo era relativamente sencillo; se trataba de un tronco caído a pocos metros de su puesto. Por lo que la Blaziken alza su mano y crea una pequeña ascua entre sus dedos, calculando detenidamente cómo debía de lanzar. Hank se le acerca más, aún con sus manos detrás, con tal de ver bien su lanzamiento. Al estar a punto de lanzar su ascua, Hank estornuda fuertemente y con mucho ruido, asustando a la Blaziken y soltando su movimiento al cielo.

—¡Uff! ¿Qué alergia fue esa? —El Swampert se limpia su nariz y le sonríe a su amiga—. ¿Qué pasó? ¿Fallaste? No puedo creerlo.

—Sí, fallé. Porque cierto idiota me asustó —replica la ave luchadora frunciendo el ceño muy disgustada.

—¿Pero quién sería más idiota? ¿El idiota que asusta, o el que se asusta de ese idiota? —Hank le ofrece una mirada sarcástica sonriendo con confianza.

—¡Cállate, idiota! El único idiota acá eres tú por idiota. ¡Idiota, idiota, idiota! —Amy hace puchero y le da algunos empujones con molestia.

En una oportunidad, la Blaziken le da un fuerte empujón, haciendo que pierda el balance. Sin embargo, para al menos conseguir no caer, el Swampert la trae consigo al suelo. Hank termina tumbado en la hierba y Amy justo sobre él, estando sus rostros bastante cercanos. Su situación les incitaba a disfrutar el uno del otro, comenzando con ciertas caricias por sus cuerpos y aumentado la temperatura  Ambos se veían a los ojos con cierto hipnotismo, pero en breves segundos, la Blaziken reacciona al clímax del momento y trata de levantarse muy avergonzada y sonrojada.

—V-Vaya, jeje. Perdón, Hank. No debí empujarte así —se excusa Amy, intentando hacer que superara el momento.

—E-Ehh, sí. N-No hay problema. —Hank asiente igual de nervioso y sonrojado que ella.

Unos breves segundos de silencio toman lugar entre ambos, muriéndose de la vergüenza en su puesto. Pero, muy oculto en su ser, se sentían ansiosos y curiosos por lo que hubiese pasado si hubiesen continuado así. Habían ciertos cruces de miradas entre sí, encendiendo más las llamas que causaban sus ganas, pero no pudo haber nada más cuando Aura y Bruno salen satisfechos del laboratorio.

—Bien. Ahora sí partimos —la chica toma la palabra, dirigiéndose a la pareja de pokémon—. Nos vamos sobre Tropius, para no perder tiempo.

Los tres asienten con serenidad. Aura toma una pokéball de su bolsillo y la avienta al frente, saliendo de ésta el pokémon recién mencionado. El tipo Planta/Volador aletea un poco y se reclina hacia su entrenadora, con tal de recibir algunas caricias de su parte.

—Hola, Tilo. ¿Cómo está mi muchachote, eh? —La chica acepta su petición y se aproxima a su cabeza para darle mimos, siendo correspondida con lamidas de su parte—. ¡Wow, calmado! Y-Ya basta.

Bruno también se acerca para acariciarle un poco, siendo bien recibido por un gran lengüetazo en su rostro. Luego de regresar a Amy y Hank a las pokéballs, y después de una buena limpieza para la cara de los jóvenes, ambos suben a bordo y despegan del suelo con dirección al Monte Pírico.

Durante su paso, muchos de los pobladores de lugares como Ciudad Portual y Ciudad Malvalona consiguen avistarlos, mandando saludos a sus héroes. Ambos chicos también devolvían saludos; era lo menos que podían hacer. Su viaje duró una media hora, y al fin llegan a mitad de aquella montaña. El paisaje desde las alturas era majestuoso; las azules aguas del mar y el tono celeste del firmamento contrastaban con los montículos gigantes de tierra, como lo son Arrecípolis y Ciudad Colisalia al este de Hoenn.

Ya desde su posición, podían caminar sin prisa hasta la cima, por lo que Aura regresa a su Tropius para que descansara, y ambos en conjunto liberan a sus iniciales con tal de que deleitaran junto a ellos la hermosa vista.

—Ya llegamos, chicos. —Bruno les sonríe y señala a sus alrededores—. Ahora, ¿qué tal si vamos subiendo? Ya casi es hora de almorzar.

—¡De acuerdo! ¡Sale carrera hasta la cima! —Aura le cubre sus ojos con su gorro y se adelanta.

—¡Argh, tramposa! Ya vas a ver... —Una vez consigue ver normalmente, el chico sonríe malicioso y sale corriendo detrás de ella.

Hank y Amy los observan con indiferencia, luego se miran las caras. Su idea era hacer todo menos correr, y mucho menos cuando se acercaba el momento de comer. Sin embargo, no podían quedarse atrás, por lo que no les queda de otra que andar en trote detrás de ellos, teniendo en cuenta que en unos minutos terminarán completamente agotados sin siquiera haber llegado al tope. Y así fue, o al menos para Bruno, ya que Aura consigue llegar a la cima un poco menos cansada que su novio.

—¡Sí que sí! Gané... —Ella se arrodilla un momento con tal de recuperar el aliento perdido, mostrando en su rostro una evidente victoria—. ¡Uff! ¿Qué dices de mi victoria aplastante, Bruno?

Volteando la mirada levemente hacia atrás, podía ver al susodicho escalando hasta la llegada de gateo, y una vez toca la planicie del Monte se desploma al suelo invadido por el cansancio. Unos segundos más después de él, aparecen Hank y Amy caminando tranquilos, observando sus alrededores.

—Ay, ay, ay... N-Necesito más... ejercicio para acá —opina el moreno muy exhausto, reposando su rostro contra el suelo.

—Jeje, pensé que por ser hombre tendrías mejor resistencia. Pero ya veo que las apariencias engañan. —Aura ya se sentía mejor, por lo que se levanta del suelo y se le acerca a darle una mano.

Bruno se voltea boca arriba, viendo a su novia acercarse a él. La chica toca su nariz con su dedo a modo de juego y le da un rápido beso, luego le ofrece su mano para que pudiera levantarse. Él sonríe un poco apenado y acepta su ayuda, luego caminan un poco hacia el centro del Monte, donde se alzaba una vegetación boscosa con árboles frutales por doquier. Más al centro de la gran meseta, y un poco más adentrados a los árboles, había un manantial natural con diversos peces pokémon. La proteína para sus próximos días de excursión.

Con ayuda de Amy, Bruno consigue hacer una buena fogata para asar algunos Magikarp que pescaron, mientras que Aura y Hank salían a recolectar bayas para acompañar. En cuestión de algunos minutos, la cena estaba servida, gracias a los conocimientos de supervivencia de ambos.

(...)

Su fin de semana en el Monte Pírico fue bastante entretenido: durante el día, exploraban parte del interior de la montaña, entrenaban y se fortalecían, llegando incluso a encontrar unas mega-piedras de pura casualidad; pero en la noche, los jóvenes disfrutaban de la calidez el uno del otro. Rara vez fue posible verles dormir en tiendas separadas.

Una vez llegado el domingo, último día de su campamento, Bruno y Aura, Hank y Amy terminan una batalla grupal contra un par de entrenadores que los encontraron por casualidad, para así regresar a su campamento. En su camino, vuelve a la mente del tipo Agua/Tierra una pregunta que, en cierto modo, no lo dejaría en paz hasta saber la respuesta: dado el caso, ¿quién sería el enamorado de Amy?

Ver a Bruno y Aura tan felices y tan juntos le recordaban aquella cuestión, y hoy estuvo buscando respuestas a aquella interrogante desde que inició el día; tanto pensar en ello le sacaba de concentración en ciertas batallas, algo que en sí sabía ocultar y disimular muy bien, pero que a la Blaziken se le hacía más que evidente. Incluso, Hank estaba algo distante de los demás, nomás por estar inmerso en sus pensamientos. Amy lo consideraba algo personal para él, por lo que en un principio no llegó a su mente el intentar siquiera averiguar lo que le pasaba. Pero ya la curiosidad era mayoría en el terreno de su mente.

—Hank, ¿estás bien? —La tipo Fuego/Lucha llega a su lado y le habla sutilmente, colocando su mano en su hombro.

—¡A-Amy! No me fijé en que estabas ahí, jeje —contesta el tipo Agua/Tierra sonriendo un poco, sin poder ocultar su rubor.

—¿Estás seguro de que te sientes bien? Te he visto muy pensativo últimamente. Hoy en la batalla no actuaste como acostumbré a verte.

—Y-Yo estoy bien. Nada más me distraje pensando en algo y, bueno...

—¿Puedes decirme qué te tiene así?

—Pues... Ya depende de ti si en realidad quieres escucharlo.

—Claro. Así al menos podría ayudarte a buscar una solución.

La decisión segura de la Blaziken causa un sentimiento de admiración mucho mayor por parte del Swampert; pero a la vez le inculcaba temor, prácticamente le daba luz verde para confesar todos sus sentimientos y pensamientos reprimidos. Al final, Hank suelta un largo suspiro y baja un poco la mirada, jugueteando con sus dedos.

—B-Bueno, Amy. Verás... —El pokémon piensa bien en qué palabras usar para iniciar la conversación—. ¿T-Tú has llegado a enamorarte de alguien?

Ella abre sus ojos de par en par y se sonroja violentamente. Sin dudas la pregunta le había dejado sin base por la cual responder.

—Pues... La verdad, sí. Sí me he enamorado. —Amy mira al frente, teniendo semblante serio.

—Y, ¿aún lo estás?

Esta vez, unos segundos de silencio toman lugar entre los dos. Ahora era momento de la Blaziken de pensar y buscar una respuesta correcta en su mente. Por suerte, ya todos habían llegado a su campamento, y casi era hora de cenar. Desde ese instante, Hank y Amy se habían mantenido distantes el uno del otro sin querer, ya que en realidad buscaban un momento ideal a solas para concluir la conversación que habían empezado.

La hora de la cena ya llegaba a su fin. Luego de unos Goldeen a la fogata y un concentrado de Bayas Aranja, la pareja de entrenadores ya llegaban a su tiempo de sueño. Ambos deciden levantarse de su lugar e ir finalmente a su tienda de campaña, ya había que regresar a casa al día siguiente.

—Hora de dormir... —opina Bruno con flojera, tallando un ojo y entrando a la tienda.

—¿Tan holgazán eres? Yo digo que es algo temprano... —replica la chica algo disgustada, teniendo una mirada provocativa hacia él.

—Ya se me quitó el sueño.

—Seguro... ¡Chicos, vengan!

Esta vez, Swampert hace señas con su mano, tratando de explicar de que él estaría despierto un rato más.

—¿Aún no quieres venir, Swampert? —El pokémon sonríe un poco y vuelve a negar con su cabeza—. Oh, bueno. ¿Y tú, Blaziken?

Apenas Aura acepta su decisión, Hank se retira del lugar con dirección a la ladera de la montaña, para ver el cielo nocturno de Hoenn por un rato más. Amy también se sentía algo curiosa por lo que haría el Swampert, así que también le da respuesta negativa a su entrenadora. Aura lo acepta más que gustosa, aunque no lo demuestra abiertamente, y regresa dentro con su amado.

La tipo Fuego/Lucha empieza a caminar tranquila por el mismo camino que fue su amigo Swampert, llegando así a salir de aquella zona boscosa. El cielo nocturno envolvía todo el lugar, brindando luz a través del fulgor de sus estrellas y gracias a una Luna llena que recién se asomaba del horizonte. Hank se sentó a orillas del Monte, haciendo todo menos contemplar el firmamento como había hecho pensar a todos. En su mente sólo rondaban fugaces imágenes de Amy, resaltando todas las aventuras que habían tenido en estos años que se conocieron. Las batallas, las expediciones, los juegos, eran parte de lo que había vivido con ella, en donde todo destacaba una sonrisa.

La Blaziken lo observa tan solitario, pensando. Inmerso en sus pensamientos. Inmerso en sus sentimientos, tan reprimidos que poco a poco también lo reprimían a él. Ella también empezó a sentir ese temor que experimentaba su amigo desde que se armó de valor para hacerle aquella diáfana pregunta. Algo tan simple y pequeño, que era capaz de desatar tan complejos sentimientos, más grandes que la Luna misma.

—Hola. —Amy respira profundo y decide saludar, con tal de llamar su atención—. ¿Qué haces por ahí tan solo?

—Oh, hola. Nada más quise venir acá un rato. —Hank se sorprende de verla, aunque en realidad deseaba que viniera a su lugar.

—¿A ver las estrellas?

—Pues... Sí. Las estrellas, es eso.

—¿Te puedo acompañar?

—Claro. Si tu quieres

El Swampert hace un lado en aquella roca y ofrece su mano para ayudarle a subir sin problemas. Amy sonríe con serenidad y acepta su ayuda, escalando fácilmente y sentándose a su lado. Ambos dirigen su mirada hacia arriba, donde estaba la gran Luna, fiel compañera de la noche. Un silencio toma lugar entre los dos, el cual era apaciguado por el silbido de la brisa serena de la noche. Hacía frío en aquel lugar, pero gracias a la regulación de temperatura de la Blaziken, Hank no pudo sentirlo tanto.

—Dime, Hank. ¿Tú estás enamorado de alguien?

Amy decide romper el hielo, devolviendo aquella pregunta que él le había hecho horas antes. Él se sonroja a más no poder; aquella jugada de su parte lo había tomado de imprevisto. Pero no había vuelta atrás, quería soltar todo y dejar a la suerte lo que tuviera que pasar.

—S-Sí... Sí me gusta alguien —aclara Hank con nerviosismo.

—Entiendo... ¿Puedes decir quién es?

—Mmm, sí puedo... Pero mejor será que tú lo adivines.

—¿Cómo? —Amy se impacta por su condición; esperaba a un Hank directo y abierto en su confesión.

—Así es, trata de adivinar quién es.

—Pues... Dame pistas. ¿La conozco?

—Sí. Muchísimo.

—¿Es alta?

—Mmm, además de que soy enano, pues sí...

—¿Es de tu especie?

—No. ¿Quieres una pista?

—A ver...

—Es una pokémon del equipo de Aura.

El indicio fue muy grande: la única pokémon hembra del equipo de Aura era ella. Amy abre sus ojos de par en par, notándose un leve rubor en sus mejillas.

—¿D-De Aura, dices?

—Ajá... —asegura Hank con serenidad, jugando un poco con los dedos de sus manos.

—Entonces... S-Soy yo. —Amy le mira a los ojos con cierta ilusión.

Hank solo mantiene silencio, asintiendo con su cabeza y afirmando su conclusión. Ante aquello, Amy sólo sonríe levemente y toma sus manos algo temblorosas, haciendo así que levantase su vista para verla bien. El fulgor de la Luna justo a sus espaldas influía en la escena, haciendo florecer los sentimientos más profundos de ambos. Tan delicados que no podrían expresarse fácilmente con palabras.

Sin poder contenerse más, Hank se aproxima de forma algo amenazante a su rostro y le planta un beso en la punta de su pico, justo sobre su nariz. La Blaziken nada pudo hacer en contra a ello; al contrario, estaba deseosa de que el Swampert efectuara su movimiento.

—Te amo, Amy. Desde hace tiempo me he sentido así, pero nunca me atreví a decírtelo porque soy un tonto —expresa el pokémon del tipo Agua/Tierra, manteniéndose aún cerca de ella.

—H-Hank... —ella estaba impactada, no se le ocurría algo que decir. Sólo le quedaba mostrarlo a través de acciones.

Amy se aproxima a él y le da una lamida provocativa en su mejilla, para así verle a sus ojos con una sonrisa sutil. Era su forma de devolver su afecto a modo de alternativa, cuando en realidad le resulta imposible corresponder con un beso real. Pero aquella lamida había hecho lo suyo; Hank termina anonadado y boquiabierto por lo sucedido. Sus pupilas dilatadas y su mirada algo perdida lo delataban con claridad.

Poco a poco, en una noche tan fría y silente, la temperatura comenzaba a elevarse en ambos. Cuando antes estaban sentados uno al lado del otro, ahora estaban uno sobre otro; Amy decide treparse en el cuerpo de su amante, toqueteando y recorriendo toda su piel con su cálida lengua. A Hank nomás le quedaba acicalar su figura escultural con sus manos, llegando a superar su espalda baja y acariciando su bendición de Arceus, así como también la comía a besos. Preciso fue el momento en el que la pareja llega a sentir algo curioso en su entrepierna: de parte de la Blaziken ella comenzó a palpar a cierto compañero de la noche con su ingle, llegando incluso a rozar su fruto sexual; mientras que de lado del Swampert, había cierta humedad que podía percibir en su entrepierna, y estaba seguro de que no provenía de él mismo.

Envueltos en el éxtasis del momento, y dejando el temor atrás, ellos iban tomando una postura adecuada para deleitar de la intimidad del otro. Él abajo, ella arriba; se otorgaron permiso total para devorarse mutuamente. Amy se sentó justo sobre el rostro de su amante, meneándose un poco con tal de estimularlo más, mientras que empezaba a masajear y frotar su zona pélvica, bastante cerca de su pene. Hank ya había empezado con su merienda, lamiendo y mordisqueando con sutileza sus labios mayores; la tentación era muy grande como para resistirse y no ir a todo dar.

La Blaziken gime de manera algo ahogada como respuesta a aquella acción, por una parte para no llamar la atención de medio mundo, y por otra al tener su pico ocupado en esos momentos. Ella recorría cada centímetro de piel de aquella barra de carne, teniendo un vaivén constante y pausado. La rugosa y cálida lengua de la tipo Fuego/Lucha rozaba con insistencia en el miembro de Hank, causándole incluso cierto cosquilleo que favorecía en su estimulación.

Esto en cierto modo hacía que el Swampert no realizara bien su trabajo de satisfacer a su amada; dejaba fuera su boca con tal de incluso jadear por el éxtasis que sentía. Amy vuelve a menear sus caderas sobre su rostro, indicándole así de que regresara a lo suyo, él atiende con mirada lasciva y saca su larga lengua nuevamente en dirección a su vagina. Su músculo bucal era frío y más rugoso, al contrario de Blaziken, pero era más grande y podía cubrir más espacio.

Hank vuelve a lamer lentamente sus labios mayores, tocando con mayor fuerza su clítoris, su punto débil. Haciendo movimientos circulares encima y alrededor del orgánulo, él consiguió que Amy dejase de lamer con tal de cubrir su pico con sus manos, con tal de silenciar lo mejor posible sus fuertes gemidos. El Swampert deja un momento su clítoris y regresa con su flor sexual, insertando de a poco su lengua en su interior. Era caliente, muy caliente; era de esperarse viniendo de una pokémon del tipo Fuego, pero en ese momento sentía como si tocase una sartén al fuego directo con su lengua. De no ser por su capacidad de mantener hidratada su boca con agua fría, se había quemado la punta de su lengua.

Así pasaron unos cuantos minutos, hasta que ya se sentían satisfechos y preparados para el plato fuerte. Amy se levanta del rostro del Swampert, haciendo que él se sentara en el suelo, luego se arrodilla frente a su cuerpo, gateando de manera provocativa hacia él. Ambos quedan frente a frente una vez más, viéndose con emoción y algo de desespero.

—E-Entonces. Esto significa que... —El tipo Agua/Tierra toma la palabra con ilusión.

—Sí, Hank. Quiero que me hagas tuya y de nadie más —asegura la Blaziken un poco apenada, juntando su frente con la de él.

Luz verde. Ya el permiso estaba otorgado. El Swampert le estampa un beso en su pico y la carga entre sus brazos. Ambos querían por todo lo alto de que empezara la acción entre los dos, pero Hank tenía pensado hacer algo antes. Por lo que colocándose de pie aún con Amy entre brazos, se asoma hacia la orilla con intenciones de saltar.

—Busquemos un poco más de privacidad, ¿te parece? —Le susurra el Swampert con picardía.

—Vaya. Tal parece que ya perdiste toda pizca de miedo —agrega la Blaziken bastante extasiada, acariciando su rostro tiernamente.

Hank da un paso al frente, aventando primeramente a Amy por los aires, para así caer al vacío. Había un nivel más abajo del que estaban en donde se ubicaba una cueva. Sólo eran cinco metros de caída, por lo que el Swampert toca el suelo sin problemas; él levanta la mirada con tal de atrapar a su amada, quien caía elegantemente hacia sus brazos. Él la atrapa justo a tiempo, apegándola a su pecho y tomándola de su trasero. La Blaziken sonríe bastante ruborizada, sobre todo al volver a rozar con el miembro de Hank por sobre su intimidad. El Swampert también lo siente, inquietándose por comenzar con su cometido.

La cueva estaba justo frente a ambos. El pokémon del tipo Agua/Tierra empieza a caminar hacia su interior mientras seguía comiéndose a besos a su querida. Una vez dentro, se encuentran con varias "camas" en el suelo completamente hechas de hojas; eran de Pokémon que antes habitaban en ese lugar, pero la cueva había sido desalojada desde hace un tiempo, por lo que obtendrían la privacidad que tanto anhelaban.

Amy baja de sus brazos, para así tumbarlo encima de una de las camas. Ella tenía ganas de liderar la situación, por lo que trepándose lentamente en su entrepierna, se ubica justo sobre el miembro del Swampert. En ese instante, una ola de nerviosismo inundó una vez más la cabeza de Hank, estando inseguro de lo estaba por venir, pero ya no podía objetar por ello cuando la Blaziken empezó a descender sobre él, insertando su pene en su húmeda y muy cálida vagina. Ella sintió un cosquilleo que la recorría de arriba a bajo una vez acopló; era la primera vez de la pareja, por lo que se dejarían llevar por la ocasión.

La pokémon del tipo Fuego/Lucha comenzó con sus movimientos, un vaivén que en parte saciaba sus ansias de tenerlo para sí sola. Hank le ayudaba a ascender y descender teniendo sus grandes manos sobre sus caderas; no era exento de la lujuria de la situación, por lo que la expresaba sacando su lengua y jadeando pesadamente. Fueron largos minutos para ambos de esa forma, aumentando la velocidad entre sí cada vez que se sentían insatisfechos. Era una sensación de vacío y de necesidad a la vez, tan intensa que creían que sólo podía ser apaciguada con que más tiempo pasen juntos.

El calor que irradiaba la Blaziken se hizo sentir en aquel lugar, llegando a pasar de ser una fría cueva a un ardiente horno gigante. El sudor corría a borbotones en ambos, y con éste los fluidos de cada uno de sus órganos sexuales, estando en una constante lucha por saber quién soportaría más. Preciso es el instante en el que Amy llega a su cansancio, el calor excesivo y el movimiento constante ya le pasaban factura, haciendo así que se desplomara en el pecho de su amante. Ya era momento de que Hank tomara la batuta de la situación.

El Swampert la abraza, dándole un beso en su frente, para así voltearse en la cama y terminar él levantado y arrodillado, y ella acostada, con sus piernas totalmente abiertas. Aún seguían unidos, no deseaban separarse en ningún momento. Hank empieza a embestirla con cierta rapidez, igualando la que ya ella tenía desde un buen tiempo. El sonido del choque entre sus cuerpos retumbaba en el salón, llegando incluso a amplificarse por el eco que causaba aquella caverna. Los chillidos y gemidos de Amy eran muy fuertes, pero gracias a que estaban lejos del campamento, ella gozaba de aquella libertad de gritar a los cuatro viento cuán bien la estaba pasando con Hank.

Así transcurrieron minutos, candentes minutos que deseaban fuesen eternos. Pero, ya su cuerpo llegaba a su clímax. El pene de Hank se hinchaba un poco, así como él comenzaba a sentir una presión en su miembro. Igualmente, la vagina de Amy se iba contrayendo de a poco, a la vez que palpaba la misma presión en su útero.

—A-Amy. Ya se viene... —alertó el Swampert, continuando a fuerza de voluntad con las embestidas rápidas.

—¡Vamos, hazlo dentro! Quiero que me llenes de ti... —Exclamó la Blaziken, teniendo su lengua afuera por el mero placer.

Hank dudó en su momento, pero no deseaba ir en contra de sus deseos. Amy, se contrajo completamente, dejando salir sus jugos sobre el miembro dentro suyo. La presión otorgada a su pene, no pudo contenerse por lo que con un par de embestidas fuertes, el pokémon de tipo Agua/Tierra llegó a su útero, descargando todo su esperma en su interior y llenándola en su totalidad. La eyaculación fue tanta que incluso se derramó por fuera de la vagina de la Blaziken. Así estuvieron por un momento, tratando de que su respiración agitada se calmase un poco, hasta que el Swampert se separa de ella dejando que cayese la mezcla de fluidos en la cama de hojas. Al final, el pokémon se acerca a su rostro, plantándole un beso en su pico, para así acostarse junto a su amada.

—M-Me encantó... —expresó Amy de una manera algo tonta por su cansancio—. Te amo tanto, Hank.

La pokémon del tipo Fuego/Lucha se voltea a verle, acariciando su rostro de manera sutil. Luego deciden abrazarse, apegados y muy juntos, para así ceder ante el sueño. Cayeron dormidos rápidamente. Al día siguiente, primer día de la semana, ambos suben a la cima nuevamente y se acercan al manantial en el centro del bosque, con el objeto de lavarse y no dejar huella alguna de su noche de aventura. Después de un buen baño en aquel lugar, la pareja de pokémon regresa feliz y contenta al campamento, donde estaban Bruno y Aura terminando de arreglar sus cosas.

—Y bien... Ya con esto, podemos irnos —comenta el chico, mientras levanta su mochila ya arreglada.

—Excelente. Nomás buscamos a- ¡Oh, vaya! Justamente están aquí. —Aura les observa venir y sonríe algo más tranquila.

—Uy... Y yo pensando de que ya estarían abajo. ¿Estuvieron haciendo algo, par de pillos?

Bruno se aproxima a su compañero, viéndolo con una mirada pícara y haciéndole algo de mofa. Hank se sonroja muy apenado y voltea la mirada con indiferencia.

—¡Uy, uy, uy! Mira cómo se molestó... —El moreno le da empujoncitos con su codo, teniendo una voz algo melosa—. ¿Está molesto? ¿Por qué está molesto? ¿Acaso no quie- ¡Waaahg!

Hank lo hace callar con una Pistola Agua justo a su cara, empapándolo por completo. Bruno incluso dejó caer su gorro blanco al suelo por aquel torrente, por lo que algo avergonzado por lo sucedido, se disculpa con su compañero y toma su prenda algo sucia. Así, todos agarran camino de descenso con tal de regresar a casa, teniendo Amy y Hank muy en claro de que nada volvería a ser como antes.

The sex.

Monte de Amor - Pokémon One-ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora