Capitulo 7: Y la tormenta llego.

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(Pov.Rebecca)

El cielo estaba claro y hacía bastante calor, así que en vez de dormir en la cueva con Shiki decidí dormir en la playa con el fin de conseguir la distancia que tan desesperadamente necesitaba. Desde que me vio desnuda yo había estado teniendo pensamientos extraños que realmente no había podido procesar, por lo que estaba tratando de evitarlo. Cuando evitarlo no era posible, me encontraba a mí misma enfadada y peleaba con él por ninguna razón en particular.

-¿Por qué sigues durmiendo?- le pregunté maliciosamente una tarde, cuando él aún no había salido de la cueva. A diferencia de su erección, no hablamos sobre el incidente de verme desnuda, y yo nunca planeaba hacerlo. Era sólo otro hecho natural de la vida, pero como el invierno se convertía en primavera, algo estaba cambiando definitivamente entre nosotros, era normal y drástico al mismo tiempo. Yo no estaba segura de lo que era o lo que sentía por él, así que la amargura brotó por mi confusión y no tenía ni idea de cómo controlarla.

-No lo sé, sólo estoy cansado- dijo aturdido.

-¿Estás enfermo?

-No... no lo creo... pero me duele todo- se quejó mientras se obligaba a levantarse.

-Bueno, tal vez es porque has estado haciendo mucho ejercicio- le dije con amargura. Se podría pensar que un chico que da anatomía sabría que el ejercicio puede causar dolores musculares, sobre todo cuando el cuerpo no está acostumbrado a estar tan activo.

-No son mis músculos- dijo como si hubiera oído mis pensamientos no expresados- Es como… si mis huesos dolieran.

-¿Cuáles?- pregunté, cada vez más interesada.

-Todos.

Rodé los ojos. ¿Cómo podrían doler todos los huesos?

A pesar de sus quejas, Shiki se levantó y fuimos hacia la playa antes de zambullirnos cuidadosamente en el agua y nadar hasta el arrecife para conseguir peces. Mientras lo miraba se hizo evidente que él estaba un poco dolorido, aunque no tenía ni idea de lo que podría ser, y definitivamente no quería pensar en ello. Si estaba enfermo, entonces yo no tenía manera de ayudarlo, mi pecho realmente dolía por el pensamiento.

Me lanzó sus peces capturados, y como para entonces estaba totalmente en sintonía con él, los tomé con facilidad. Tiró unos pocos más, y me sorprendió que continuara pescando.

-¡Tenemos muchos, vuelve ahora!- le grité.

-No, necesitamos más- dijo sin mirar hacia mí.

-Nos van a sentar mal- le recordé.

Ninguno de los dos podía comer más de dos peces pequeños por comida y los que ya teníamos eran bastante grandes, por lo que capturar más era sólo una pérdida de tiempo.

Me lanzó dos más antes de finalmente volver, y no pude evitar poner mi expresión desdeñosa.

-¿Por qué has conseguido tantos?

Y respondio como si fuera lo mas simple del mundo.

-Tengo hambre.

-Siempre estamos hambrientos en esta hora del día... pero no tan hambrientos- argumenté.

-Tengo mucha hambre- respondió.

-¿Por qué estás tan hambriento? No has hecho nada en todo el día, excepto dormir- Toda la preocupación que sentía por sus huesos doloridos desapareció. Si estaba realmente enfermo no había manera de que estuviera así de hambriento. Probablemente estaba haciendo el vago y mintió sobre el dolor.

Edens Tail en el Lago de cristal [Adaptacion de la adaptacion]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora