CAPITULO 2: Primera noche.

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Aún en mi evidente estado de shock, mi cerebro fue capaz de hacer dos cosas. La primera: saludarlos cordialmente e invitarlos a entrar, y la segunda: fijarme en que llevaba pijama y el cabello despeinado en frente del chico que amé durante toda la secundaria, así que luego de dejar a mamá con sus invitados, subí a mi habitación a ponerme algo decente. Sabía que la cena estaba casi lista, pero un simple cambio de ropa no iba a mejorar para nada el estado en el que me encontraba, así que en su lugar, decidí darme una ducha de tres minutos y vestirme en otros dos, de esta forma, cinco minutos después estaba con la cabeza despejada, el cuerpo relajado y con la ropa adecuada para una cena con invitados inesperados. Un simple enterizo blanco por encima de la rodilla y unas sandalias de estilo griego, del mismo color, hasta media pantorrilla me hacían ver lo suficientemente bien como para captar por unos instantes la atención de Iván, pero no lo suficiente como para que la cena sea incómoda.

Al bajar, mamá, papá, mis hermanas y la familia de Iván están en la sala conversando animadamente y me pregunto cómo voy a hacer para mantenerme serena durante toda la cena y no caer en la locura, o algo peor, en la verguenza.

Mamá nos lleva a todos a la mesa, y ¡¿cómo no?!, Iván se sienta a mi lado.

No sé si fueron eventos aislados o el universo está conspirando en mi contra especialmente esta noche. Tal vez deba hacer un ritual a la luna para alinear mis chacras o buscar a una bruja que me limpie el aura.

Será mi plan B en caso de que no se me ocurra un plan A.

Iván toma su lugar y yo imito su acción. El estar tan cerca de él hace que las manos me vuelvan a temblar cuando trato de tomar los cubiertos de la mesa. Es increíble y espantoso el enorme efecto que tiene en mí su sola presencia. Es como si todo mi cuerpo se olvidase de funcionar, como si mi cerebro realmente colapsara.

En la secundaria dejaba que todas esas intensas emociones me dominen, pero ahora pienso actuar más serena y civilizada. De todas maneras, solo será una cena, ¿verdad?.

Solo tengo que aguantarme la cena y todo se acabará. El huracán de ojos miel llamado Iván se habrá ido de mi vida y yo la retomaría tal y como estaba, con tranquilidad y paz.

- No queremos molestarlos, realmente no es necesario - escucho a la madre de Iván hablar y apago la televisión de pensamientos en mi mente.

- No es ninguna molestia, Constanza - dice mamá tomando la mano de la madre de Iván con cariño - Veremos como arreglarnos con el espacio y la movilización y todo estará arreglado. Por el momento, Julieta e Iván dormirán en la habitación de Jenna y Jules - dice observándolas. Mi expresión es de completo asombro, pero la de mis hermanas es serena, como si lo supieran de antemano. Seguramente mamá mencionó algo de eso y se me olvidó, o nunca me dijo nada. La primera es la más posible. - Y las niñas dormirán con Anni en su habitación.

- ¡¿Qué?! - digo antes de que pueda pensar en las palabras correctas - Digo, mamá, eh - trato de encontrar las palabras adecuadas con todos en la mesa mirándome de formas distintas e incómodas - Nunca mencionaste nada, digo, no es que me moleste, es solo que me tomaste por sorpresa - ay no - no una sorpresa mala - viene la verborrea - sino una sorpresa, eh - llegó - sorpresiva pero buena.

Las ganas de matarme aumentan cada segundo.

Jenna y Jules estallan en risas al igual que mi padre.

Gracias por el apoyo.

La situación no puede ser más incómoda.

Para mi suerte, mamá salva el día, o la noche.

- Te lo dije ayer en la noche, Anahí - dice mamá mirándome con diversión y desaprobación a la vez - pero parece que nunca escuchas lo que te digo-

Siempre volveré a ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora