Luego de abrocharse el cinturón y antes de encender el auto, le doy la dirección de nuestro destino. Ryan gira su rostro hacia mi. Sus lindos ojos se encuentran con los míos mientras siento que me escudriña atentamente, como si estuviera... ¿admirándome?
Es extraño, desde el inicio de todo he tenido la duda de su atención hacia mi. Ni siquiera puedo aceptar ni tragarme la idea de que esté dándome esta mirada; pero quitándome a mi del asunto, la imagen que estoy teniendo yo si que es fantástica.
Tratando de escapar del momento, el cual suele ser muy repetitivo entre nosotros, remuevo un poco mi cabeza mientras aparto la mirada hacia el frente.
— ¿Por qué siempre haces eso? —pregunto de repente, volviendo a mirarlo mientras él se encuentra encendiendo el auto.
Con las manos en el volante y observando el retrovisor de su izquierda, noto como sonríe para sí mismo en respuesta. Venga príncipe azul, yo quiero escuchar la respuesta; aunque no me molesta presenciarla gráficamente.
Regresa su vista al frente mientras pisa el acelerador, empezando a avanzar lentamente. Puedo darme cuenta de que las respuestas a ciertas preguntas se las piensa un poco antes de darlas a conocer, y eso me consta cuando después de un minuto habla:
— Me gusta mirarte —declara con simpleza.
Al escuchar eso mi estómago no pudo evitar contraerse y mis nervios hacer acto de presencia, haciéndome sentir algo inquieta pero ligeramente emocionada.
Antes de poder girar mi rostro por completo al chico para decir algo, de reojo noté algo justo detrás del poste a una esquina del edificio que sigue al mío. Diablos, no los tolero.
Inmediatamente mi rostro sigue el recorrido hacia atrás por la ventanilla mientras avanzamos, y lo observo salir con esmero de su escondite elevando con ambas manos el aparato que lleva colgando de su cuello. Quisiera que lo asaltaran ahora mismo.
Regreso mi vista a Ryan quien se encontraba observándome curioso.
— ¿Puedes creer que detrás del poste había un estúpido paparazzi? —me quejo irritada, señalando la ventanilla con mi pulgar; él regresa su vista al frente—. Quien sabe cuanto tiempo tenía escondido ahí —bufo rodando los ojos.
Observo como en su rostro se asoma una sonrisa. ¿Por qué le divierte?
— Si, ya he observado uno de este lado al entrar en el auto —ríe entre dientes mientras observa el retrovisor.
¿Cómo rayos lo toma con tanta tranquilidad?, debería regalarme un poco porque a mi no me agrada para nada esta porquería. No me gusta en lo absoluto que estén sobre mis talones.
— ¿Cómo puedes reírte?, ¿de verdad no te molesta? —cuestiono incrédula.
A mi no me hace ni una pizca de gracia.
Después de lo que consideré mucho tiempo, vuelve a mirarme. Y si, me encanta verlo.
— Solo es cuestión de adaptarse, los he tenido alrededor toda mi vida —relame sus labios y regresa su vista al frente–; de todas formas solo se enteran de lo que yo quiero —declara con una sonrisa de suficiencia esbozada en su lindo rostro.
Muy astuto el maldito. Por supuesto que si.
Río un poco.
— ¿Por qué no me sorprende que digas eso? —repuse divertida.
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Su Realidad Y La Mía
RomanceHablemos de posiciones en el mundo. Siempre estamos a cuestas de ellas. Dicen que debemos encajar siempre con nuestra posición social; cualquier sueño con ser, tomar, llegar más allá del destino que nos tocó es derribado por argumentos que, aunque...