Bienvenida a tu nueva aventura mi dulce reader. Esta vez, serás una traviesa Kitsune, una espíritu zorro salvaje, que solo busca divertirse. Lamentablemente tu particular forma de ser te llevará a cometer un "pequeño" error y deberás ser castigada p...
Aoi se sacó los audífonos con pereza y permaneció en silencio, hasta que, de nuevo, "toc toc" la joven se apresuró a sentarse en su cama confundida. Miró la hora.
– Ya son las 9 PM... que raro, ¿Quién puede ser? – susurro.
Luego de unos minutos de silencio, asumió que la persona se rindió y se fue, por lo que abrió la puerta con cautela para husmear con curiosidad.
No logro ver nada al observar hacia su izquierda, pero no paso mucho para que alguien apareciera de golpe por su derecha y cubriera su boca para evitar que se oyera su grito.
Aoi estaba lista para arremeter ante quien se atrevía a asustarla de aquel modo, pero pronto reconoció a la persona que tenía en frente.
Hitoshi se veía calmado y aunque cubrió la boca de la menor con rapidez lo hacía de forma no agresiva.
Antes de bajar su mano coloco su dedo índice sobre sus labios indicándole a la ambarina que hiciera silencio.
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– Shhh... Lo siento, no quise asustarte Aoi-chan... es que... necesito hablar contigo – susurró liberándola de su agarre.
La chica ya se encontraba más calmada, su instinto asesino se había disipado y ahora solo sentía una gran intriga por lo acontecido. – Esta bien senpai, no te preocupes... ¿quieres pasar? –
La menor se hizo a un lado para permitirle el paso al de cabellos índigos, para luego cerrar la puerta detrás de ella.
– Perdona mi apariencia senpai, no esperaba visitas... – soltó indiferente la chica mientras buscaba algo en su armario.
Hitoshi observó a la ambarina notando que ésta solo llevaba una enorme camiseta negra con el nombre "DynaMigth" en el pecho. La prenda solo cubría su cuerpo hasta la mitad de sus muslos. – No es nada, no me molesta...– susurro desviando la mirada, levemente sonrojado.
– Aun así, me pondré algo más de ropa, senpai ¿podrías voltearte? – pidió con una sonrisa amable, a lo que Shinso obedeció.
Una vez se colocó el pantalón deportivo, se sentó en la alfombra de manera despreocupada. – Listo, ya puedes mirar. ¿De qué necesitabas hablar? –
Shinso volteo con una profunda mirada en sus amatistas, las cuales clavo decidido sobre la menor.
– Iré al grano, la verdad es que no estoy seguro, pero creo que tú y yo somos iguales. No quiero parecer un raro, pero presiento que sabes de que hablo... – soltó con seriedad y acercándose a la chica.
– No... no logro entender... senpai – respondió dudosa, de pronto la presencia del pelimorado le resultaba distinta.
– Tu aroma... el que hoy sentí, cuando nos acercamos de esa manera... no era humano... – decía el de ojeras, al tiempo en que bajaba el cierre de su sudadera, dejando a la vista su torso desnudo.
